domingo, 3 de julio de 2011

Enrique Gavilán no firma el contrato de gestión.



Enrique Gavilán es uno de los médicos de familia españoles que mejor manifiestan lo que es un profesional ejemplar. Riguroso en sus planteamientos, sensato, prudente, inteligente y buena persona. Tengo el privilegio de contarle entre mis amigos, por ello le cedo gustoso la tribuna de este blog y transcribo sus palabras.

El hecho de que no firme el contrato de gestión  (herramienta para establecer unos objetivos en los centros de salud y unos incentivos a los profesionales que los cumplan) renunciando a unos incentivos que en su caso serían bien merecidos dice mucho de él. Antepone su ética profesional y el beneficio de los pacientes al suyo propio. Esto es digno de valoración. Si no conseguimos un rearme moral en todas las profesiones el sistema se hundirá. Hechos como este no saldrán en los periódicos pero deberían.

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Acabo de venir de firmar que no me adhiero al contrato de gestión.

¿Motivos?

- No me gusta la idea de que no me sustituyan, en caso de que caiga enfermo, hasta el 8º día, según las escrituras. Ni que no paguen el acúmulo de tareas a mis compañeros en caso de que no pueda sustituirme nadie en el trabajo.
- No me gusta disponer sólo de dos días de permiso al año de formación continuada retribuídos y sustituidos. Y que no hagan distinción entre docente y discente. A estas alturas de año ya he llegado a ese límite de dos días de permiso y aún tengo 2 compromisos, para los que muy probablemente tenga que pedirme días de libre disposición para poder asistir como ponente/docente. Por ese motivo, me he visto obligado a decir que no a otras dos invitaciones a eventos en los que me hubiera gustado participar, renunciar a la idea de ir a otras tantas actividades y desplazar un curso a un sábado para poder impartirlo.
- No me gusta la idea de que me negaran el acceso a la lectura de un contrato de gestión de un servicio cualquiera de mi hospital de referencia. Sospecho que a ellos les cuenta como incentivo las primeras consultas (las que nosotros les derivamos desde Atención Primaria), y que no tienen incluídos indicadores de "calidad" de prescripción (ICP) ni programas de intercambiabilidad terapéutica (PIT), entre otras cosas.

 - No me gustan los ICP, que no miran la adecuación ni miden resultados en salud, y que incentivan un uso pretenciosamente racional de los medicamentos sin tener en cuenta la prescripción inducida y sin poner coto a la sangría hospitalaria.
- No me gustan los PIT que nos animan, por ejemplo, a prescribir simvastatinas en vez de rosu o atorvastatinas, incluso en prevención primaria, sabiendo como sé que no tiene sentido utilizar ninguna de ellas para esa indicación.
- No me gusta que me utilicen para "racionalizar" las órdenes de transporte sanitario (volantes para ambulancias) incentivándonos para que no sobrepasemos un tope anual, ya que muchas de estas órdenes son para consultas de revisiones hospitalarias (encima de hacerles el papeleo a los compañeros del hospital nos contabilizan a nosotros...), y no tienen en cuenta la dispersión geográfica, el envejecimiento de la población y sus problemas de movilidad y transferencia, la ruralidad ni los problemas de transporte público (problemas estos últimos a los que no podrían perfectamente dar solución con una adecuada coordinación intersectorial).

- No me gusta que me pongan un tope de derivaciones a consulta hospitalaria y al mismo tiempo, sospecho, premien a los hospitalarios por el mismo motivo, origen esta perversión de muchos desencuentros entre niveles asistenciales que suele pagar a alto precio el paciente.
- No me gusta que me premien por adherirme a protocolos que no resuelven los problemas clínicos con los que diariamente nos encontramos y que contemplan el uso de recursos y tratamientos que en otros apartados del mismo contrato nos limitan, porque no me quiero volver loco con tantas órdenes contradictorias e incongruentes.

Podría dar alguno más, pero creo que con éstos motivos, los más significativos, es suficiente.

La mayoría de mis compañeros imagino que habrán firmado. Muchos creo que no estarán de acuerdo con ellos (otros ni se lo habrán planteado nunca), pero intuyo que no quieren renunciar a los incentivos. No juzgo a nadie, cada cual es consecuente con lo que es y con cómo se comporte. Yo, desde luego, no puedo firmar algo con lo que estoy tan profundamente en desacuerdo.


Me imagino, también, que al moribundo equipo directivo del SES (Servicio Extremeño de Salud) le importará bien poco el que un simple médico no firme el contrato. Y los que lleguen tendrán otras prioridades que hacer caso a un pringao que no quiere cobrar los incentivos.
Por tanto, no es una medida de fuerza a lo Dr. Casado dimitiendo de su cargo como director de Equipo. Es que simplemente no puedo...
Enrique Gavilán 


Las negritas son mías.

Foto tomada del diario Público

3 comentarios:

herrerillo dijo...

He visto los argumentos de Enrique Gavilan, que yo les suscribo si estuviese en su situacion.Una vez mas, nuestro compañero Enrique ,exhibe su coherencia caracteristica ,que tanto le dignifica como persona, al tiempo que contribuye a mejorar la imagen de nuestra ¿casta? profesional.

ANTONIO JESUS dijo...

Enrique muchas gracias por permitirnos pasar de precontemplativa a contemplativa al menos...
Aunque veo que usted ya está en fase de acción o incluso de mantenimiento.

Gracias

Pepe Martínez dijo...

Me parece correcto y comparto el planteamiento de Enrique.
Pero viendo lo que le viene políticamente encima, que no se preocupe por cumplir o no el contrato de gestión, probablemente el próximo año no tendrá nadie incentivos en Extremadura (al menos así pasa en Murcia)