sábado, 16 de junio de 2012

Rafael y Hopper, pareja de hecho




Los maridajes extraños nos ofrecen matices que se salen de lo común.



 Ponga usted en un vaso 50 lienzos de Rafael de Urbino, otros 50 de Edward Hopper, añada lima, soda y una gotitas de angostura. Remueva fuerte sobre hielo picado...



Más allá de lo aparente hay varias cosas que unen a estos dos creadores. La primera es la mirada, la contemplación del exterior.

 Rafael tenía que contar historias que en muchas ocasiones tenían que adscribirse a una iconografía religiosa. Sin embargo pudo innovar, pudo asumir retos. La mirada de los personajes, sus manos, la composición del cuadro, el uso del cuerpo humano en actitudes anatómicas arriesgadas, las luces, el juego de color, las texturas...

Hopper recurrió a sus viajes para poder contar las suyas, para ver con otros ojos los volúmenes, luces y sombras de la época que le tocó vivir. Ventanas, transparencias, uso del color, arquitectura cotidiana, soledad...


La segunda es la transgresión complaciente. En tiempos del papa León X no era posible hacer ciertas cosas, pero es fácilmente entendible que el último cuadro de Rafael sea una completa revolución. Estamos hablando de 1517. La disposición de los personajes y el juego de miradas y manos del nivel inferior justifican por sí solos la visita al museo del Prado.





Los cuadros de Hopper destilan cierta saudade, cierto poso solitario que el que los mira percibe de forma inmediata. No es un pintor que narre la sociedad estadounidense, narra su soledad. Una soledad feroz.


Los grandes maestros nos ayudan. Nos ayudan a ver, a educar la mirada, a desaprender viejas visiones y probar otras nuevas.

Es terapéutico visitar los museos, a mi me hacen sentir como en casa. Pasear por las salas de Velázquez del museo del Prado me es tan tranquilizador como hacerlo por el pasillo de mi casa. Hay muchas miradas allí, público y cuadros dialogan mirándose mutuamente. Los siglos se comunican entre si como si estuviéramos en un enorme locutorio cósmico que nos conecta con otras épocas.

El arte es una vía de comunicación que trata de ofrecer mensajes usando el vehículo de la belleza. Es sanador por naturaleza. Aprender a incorporar procesos artísticos y creadores en nuestras vidas nos aportará siempre aire fresco y salud.

Si necesitan inspiración no duden en acudir a Rafael y a Hopper, pareja de hecho en las exposicones veraniegas madrileñas, seguro que la encuentran.












Rafael e Hopper, partner occasionale


 Gli accoppiamenti strani noi offrire sfumature che sono fuori dal comune. Mettere in un bicchiere di 50 tele di Raffaello da Urbino, un altro 73 in Edward Hopper, aggiungere calce, soda e una goccia stretta. Rimuovere duro su ghiaccio tritato ... Al di là di ciò che è evidente ci sono parecchie cose che uniscono questi due artisti. Il primo è lo sguardo, guardando fuori. Rafael ha dovuto raccontare storie che spesso dovevano essere attribuita all'iconografia religiosa. Ma potrebbe innovare, potrebbe affrontare le sfide. Il look dei personaggi, le loro mani, la composizione del dipinto, l'uso del corpo umano in anatomiche atteggiamenti rischiosi, le luci, il gioco di colori, texture ... Hopper ha nei suoi viaggi per raccontare storie, per vedere con occhi nuovi i volumi, luci e ombre del tempo visse. Windows, lucidi, uso del colore, l'architettura di tutti i giorni, la solitudine ... Il secondo è la trasgressione compiacente. Al tempo di papa Leone X non era possibile fare certe cose, ma è facilmente comprensibile che l'ultimo dipinto di Raffaello è una rivoluzione completa. Stiamo parlando di 1517. La disposizione dei personaggi e gli sguardi di gioco e le mani sul livello più basso da soli meritano una visita al Museo del Prado. Hopper dipinti trasudano una certa nostalgia, un sedimento solitaria che sembra immediatamente percepito. Non è un pittore che racconta la società americana, racconta la sua solitudine. Una solitudine feroce. Grandi maestri ci aiutano. Essi ci aiutano a vedere, per educare l'occhio, a disimparare vecchie idee e sperimentare nuovi. E 'terapeutica per visitare i musei, per farmi sentire a casa. Passeggiando per le sale del Prado Velazquez è così rassicurante come me di fare il corridoio di casa mia. Ci sono molti punti di vista lì, pubbliche cercano a vicenda e finestre di dialogo. Secoli di comunicare tra loro come se fossimo in un salotto enorme cosmica ci connette ad altri tempi. L'arte è un mezzo di comunicazione che cerca di fornire i messaggi utilizzando il veicolo della bellezza. Si sta guarendo in natura. Imparare a integrare processi artistici e creativi nella nostra vita saremo sempre di fornire aria fresca e la salute. Se avete bisogno di ispirazione, non esitate a venire a Rafael e Hopper, partner nelle mostre estive a Madrid, sicuramente trovarlo.



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