miércoles, 29 de agosto de 2012

La ruina





Uno de mis pacientes se arruinó. Originó un tremendo agujero que se llevó por delante la economía familiar. Hoy vino sonriendo. Su problema sigue ahí pero ha recibido apoyo de los que tiene cerca, ha tenido el valor de pedir ayuda profesional, de venir a la consulta. Sonríe.

No sé muy bien cómo definir salud. Tengo una vaga idea pero tengo que admitir que no lo sé. Estoy entrenado para detectar la enfermedad, pero la salud... ese es otro cantar. La salud es liviana, invisible, intangible... probáblemente indefinible con palabras pese a que todos sepamos de forma intuitiva lo que es.

La sonrisa de mi paciente en mi primer dia de trabajo tras las vacaciones fue una especie de coronación inmerecida. Justifica por si sola muchas horas de fatigas, de preparación, de entrenamiento.

Me gusta que mis pacientes sonrían. Me gusta ser la causa en alguna limitada ocasión. Esto sí da sentido a mi vida.

No conseguiré que mi Consejería de Sanidad reduzca la burocracia de la consulta, mejoren el sistema de receta electrónica pese a haberles dado el plano de cómo hacerlo, tampoco que mejoren la incentivación y la moral del personal... Pero que mis pacientes sonrían me sigue produciendo una secreta satisfacción.

No está contemplado en mi cartera de servicios. Tampoco es necesario. Lo importante en la vida no suele venir escrito.

Foto de nodomain.cc

3 comentarios:

Baldo Mero dijo...

El mayor problema a que se enfrenta la Organización Mundial de la Salud es, irónicamente, que no puede definirse la salud de un modo que sea aceptable para todos.
Por el momento les basta con definirla como la ausencia de enfermedad. Pero no es suficiente, como bien comentas

Anónimo dijo...

"La salud es liviana, invisible, intangible..." como un globo que se nos escapa perdiendo el aire porque no lo hemos anudado :))

Para mi es ausencia de enfermedad grave (que amenace nuestra vida p.ej. cáncer...) o aguda (que haga nuestra de nuestra vida un infierno (no es lo mismo una molestia en el codo, que un pinzamiento del trigémino).
A partir de ahí ya es muy personal, subjetivo... Para mi salud es aceptación (no siempre adaptación, solo si algo no puede cambiarse). Sentirme a gusto bajo mi piel, quererme, cuidarme y tener ganas de cuidar a otras personas. Tener ganas de dar antes que ansiedad por recibir. Es armonía de cuerpo y mente. La persona sana puede tener pequeños males pero sigue siendo productiva y creativa en su vida. La persona sana fluye, está abierta a los cambios. Confía en sí misma, en su capacidad de bregar con lo que venga. Confía en los demás. Es un proceso, siempre abierto en el que cada día aprende un poquito, cambia un poquito y se hace un poquito más libre y deja más libres a los demás.

Por alguna misteriosa conexión, la salud la asocio en mi mente con esta poesía de Agustín García Calvo con música de Amancio Prada:

http://www.youtube.com/watch?v=cWkLibf4YmA

A veces no es cuestión de ver lo que sobra o falta en nuestra vida (podemos tener un trabajo que no nos satisface pero tenemos que tragar con él. A mi en este caso me motivaba el hacerlo bien, sentirme orgullosa del trabajo bien hecho, estampar mi nombre en él - si no puedes hacer lo que quieres, quiere lo que haces-.)
Puede faltarnos trabajo y no conseguimos uno... Y así con todo. También a veces uno tiende a pensar que uno sabría cómo solucionar los problemas de los demás, cuando no sabe mirar de frente a los propios... Me ha pasado muchas veces, eso de consejos vendo pero para mi no tengo.
En el caso del médico, no puede decirle a nadie qué falta o sobra en su vida, pero si puede instarle a mirar lo que tiene de otro modo. Y una vez hecho esto tal vez se hayen las fuerzas para cambiar. Tal vez un libro... Por ejemplo uno muy bueno para esto: "La inutilidad del sufrimiento" de Maria Jesús Alava Reyes.

Ma Carmen dijo...

Soy médica de familia. En estos últimos tiempos y por las circunstancias que vivimos me pregunto muchos días cual será la motivacion que pueda seguir alentandonos dia a dia y estimularnos para ser mejores en nuestro trabajo, implicados y ofrecer de nosotros lo mejor a diario para el paciente. Olvidandome a momentos del entorno, siempre llego a la misma conclusion: hacer en cada momento por el paciente lo mejor que este a mi alcance y para mi tambien la sonrisa de la que hablas, es el principal premio al esfuerzo y balsamo para la conciencia.