miércoles, 16 de enero de 2013

Sanidad Ferrero Rocher


Foto: Ferrero Rocher


Me gustan los bombones Ferrero Rocher, me parecen sorprendentes. La presentación es exquisita. Cada unidad está envuelta en papel de aluminio dorado sobre una voluta de papel que lo sostiene y con una pequeña pegatina con el nombre del bombón. Al abrirlo su textura al tacto de la mano es estimulante por la irregularidad que imprimen los trocitos de avellana de su superficie, que también proporcionan un agradable aroma a nuestro olfato. Al morderlo sentimos el crujir de su corteza de barquillo que deja que el praliné interior llegue a la lengua para finalmente encontrarnos una avellana central que nos proporcionará una equilibrada mezcla de sabor a chocolate con leche y frutos secos.

La mayor virtud del bombón Ferrero Rocher es que sin ser el mejor del mundo se le parece mucho. Es decir, aparenta ser el mejor. Quien verdaderamente sepa de bombones sabe perféctamente que lo fundamental es el chocolate. Por poner un ejemplo, los bombones Lindt creation 70%, que también pueden encontrar en cualquier supermercado, son mucho menos populares siendo de una calidad bastante superior.

De alguna forma podemos trasladar esta analogía de chocolate al mundo sanitario. Los políticos madrileños ya lo han hecho. Se hicieron la pregunta sobre qué les resultaría a ellos más interesante ofrecer a la población. Por un lado una sanidad Ferrero Rocher de gestión privada con ánimo de lucro y un corazón de chocolate con leche normalito pero un exterior agradable a la vista. Por otro una sanidad Lindt pública con un cholocate mucho mejor pero menos glamour y menos ventajas para ellos. Hicieron sus cálculos y vieron que aunque la primera opción era más cara a medio plazo, esta perteneciá a amigos de la casa y los asesores veían más ventajas, dado que a corto plazo pagarían al contado inyectando liquidez a las cuentas públicas. El que finalemente fuera más caro importaba poco, ellos ya no estarían en sus cargos.

Da igual que los maestros chocolateros protesten o salgan a la calle con sus cazuelas. Queda decidido, a partir de ahora se acabó el chocolate negro. Praliné para todos, eso sí, muy bien envuelto.



 Foto: Lindt






1 comentario:

Rodrigo dijo...

No creo que les importe la calidad del chocolate ni del envoltorio, sino quien se lleva los beneficios económicos