viernes, 29 de abril de 2016

¿Es ético proponer acupuntura a un paciente con dolor crónico refractario a otros tratamientos?










La acupuntura es una de las terapias de Medicina Tradicional Oriental más conocidas. Entre los profesionales sanitarios suele ser controvertida dada la poca evidencia científica que la soporta. Al ser por definición una terapia muy individualizada en el paciente y muy dependiente del terapeuta hay habitualmente variables de confusión que impiden realizar ensayos clínicos metodológicamente correctos. En occidente solemos centrar la evidencia en patología no en individuos, lo que permite diseñar cohortes y aletorizar intervenciones con más facilidad.

La reflexión que planteo podría basarse en un caso clínico habitual:


 Paciente de 82 años y gonalgia severa por poliartrosis. La señora casi no sale de casa y se levanta muy poco de la silla. Se desestimó cirugía hace años. Está tomando desde hace años un gramo de paracetamol cada ocho horas pautado por su reumatólgo, al médico de familia le parece excesivo pero lo mantiene por el dolor de la paciente. No tolera antiinflamatorios por su gastritis crónica ni tramadol ni similares por su estreñimiento pertinaz. Su médico de familia le ofreció diez sesiones semanales de acupuntura para disminuir el dolor, explicándola en qué consistía la técnica, no se modificó la medicación. Al terminar la paciente refería menos molestias.


¿Es correcto el curso terapéutico elegido?



Frente al dolor crónico y la insuficiencia orgánica (cardiaca, respiratoria, endocrina, de aparato locomotor...) la medicina occidental termina tocando techo. Llega un momento en que no puede aportar más. Ese punto suele frustrar al médico que termina dando de alta al paciente y enviándolo de nuevo al médico de familia. Este también suelen llegar a su límite cuando no pueden ofrecer nada más al paciente pese que este siga acudiendo a múltiples visitas.

Cuando el paciente crónico percibe que el sistema sanitario no puede hacer más por él termina, en muchas ocasiones, acudiendo a diversas terapias alternativas. En este ámbito se puede encontrar de todo, imposición de manos, bebedizos, productos químicos supuestamente naturales, terapias manuales, homeopatía, terapias orientales, imanes, depuración con cebollas y una lista casi infinita. Al ser una elección libre no suelen comentarla con su médico de familia salvo alguna excepción.

La acupuntura es una técnica con escasos efectos secundarios. La sustentan siglos de uso y resultados empíricos en millones de personas. Los chinos son de naturaleza práctica por lo que siguen usándola con frecuencia para aquellas situaciones en las que la medicina occidental no es muy resolutiva. No es sencillo tener una visión hacia ella dotada de perspectiva. Nos encontramos con defensores acérrimos y sus correspondientes enemigos. Entre ellos quedan los cientos de miles de ciudadanos que acuden a la misma anualmente.

No es mi intención convencer a nadie de nada tan solo favorecer una reflexión que no suele ser cómoda para muchos.





Aporto tres sencillas ideas para compartir con el paciente.

1. ¿Qué alternativas le ofrece la medicina para su problema actual?

2. Si la medicina científica carece de ellas, ¿es prudente en su caso probar otras que carezcan de soporte científico? ¿qué riesgo tendría?

3. Si el paciente decide usar alguna medicina alternativa, ¿está dispuesto su profesional sanitario a hablar del tema y ser parte activa en el seguimiento?





miércoles, 27 de abril de 2016

¿Debe interesarse el médico por las creencias de sus pacientes?



 San Juan Bautista. Leonardo da Vinci





En la consulta médica aparentemente se habla de todo pero hay temas que suelen quedarse fuera. Por poner un ejemplo se habla poco de sexo pese a que las disfunciones a este nivel son de elevadísima prevalencia. Se habla poco de emociones fuera de las "ansiedades" y "depresiones" con la que los galenos etiquetan todo lo que huele a situación emocional mal manejada. Y no se habla nada de filosofía y religión, temas tabú donde los haya dentro del mundo sanitario.

¿Debe interesarse el médico por las creencias de sus pacientes?

Para responder habrá que contemporizar. Si el motivo de consulta es un catarro o un dolor de espalda no ha lugar pero ¿qué ocurre en los casos de duelo, trastornos adaptativos mixtos o sobrecargas emocionales severas?

¿Son lícitas las siguientes preguntas?

*  Acaba de perder a un familiar, ¿Tiene usted alguna creencia que le ayude en estos momentos?

*  Tras su doloroso divorcio, ¿tiene a alguien con quién hablar el tema?,  ¿le sirve de ayuda la meditación o la oración en éste momento?

 *  En su situación de mobbing laboral ¿encuentra consuelo en alguna idea o creencia?


Los profesionales sanitarios no solemos explorar esta esfera. Pese a que los médicos de familia somos especialmente sensibles al abordage bio-psico-social no nos atrevemos a abordar en consulta lo filosófico/religioso/transcendente. Por pudor, vergüeza, para no meter la pata o directamente para evitar malentendidos.


Rescatar preguntas abiertas como las expuestas da la opción al paciente a hablar de estos temas si le place. Si no quiere obviamente no lo hará. En mi modesta opinión no se trata de que el facultativo oriente o dirija hacia ninguna parte sino de reconocer que el ser humano tiene una dimensión transcendente que se hace especialmente evidente en las situaciones duras de la vida y que puede ser rescatada para aliviar, sanar o sencillamente encontrar sentido a lo que está pasando. Que el paciente quiera hablar en consulta de ella o no es su decisión, pero no creo que le siente mal a nadie que un profesional sanitario se interese por sus valores y expectativas vitales.

Hace unos años Lou Marinoff publicó un libro que se hizo célebre titulado Más Platón y menos Prozac donde animaba a sus lectores a elegir un abordaje filosófico de las adversidades de la vida en lugar del farmacológico predominante. Me pareció bastante pesado y no lo pude acabar pero no hay duda de que el título tiene pegada. En un momento como este, con el consumo de fármacos más alto de la historia, parece pertinente repensarnos el tema.

Desgraciadamente no puedo dar mucho ejemplo dado que son pocas las ocasiones en las que he ofrecido estas preguntas a mis pacientes pese a que la dimensión transcendente de la persona me resulta de la mayor importancia. Por ese motivo comparto públicamente mi inquietud dado que sé hay profesionales y pacientes en la sala con mucha más capacidad reflexiva que éste sencillo médico de pueblo.
















domingo, 24 de abril de 2016

Relato: Deux femmes









Pese a estar ya entrado en los cuarenta nunca se había prestado antes a una experiencia semejante. Llegó puntual al lugar de la cita. Una de las dos chicas tuvo la deferencia de salir a recibirle al enorme hall de entrada del establecimiento llamándole por su nombre. Entraron en la gran habitación que tenían reservada a tal efecto y le invitó a pasar al baño a desnudarse. La otra joven preparaba la cama y algún material  que se veía iban a utilizar. Se tumbó azorado mientras ambas terminaban de ultimarlo todo. Estuvo mirando el techo unos instantes que le parecieron eternos; la lámpara, las irregularidades, alguna muesca en la pintura.-“¿Te habían hecho esto antes?"-  preguntó la que sin duda tenía más experiencia. Debió ponerse rojo al decir que no. Nunca había estado sin ropa en una cama rodeado de dos mujeres desconocidas.  “Vas a notar un pinchacito” anunció una voz suave. Luego notó las manos en su abdomen, estaba claro que sabían lo que hacían.  A los doce minutos ya habían terminado. Se vistió, dio las gracias y salió aliviado. Nunca antes le habían quitado un trozo de su cuerpo. Ahora tocaba esperar,  los del laboratorio de anatomía patológica tardarían un par de semanas en analizarlo. Respiró hondo y sonrío, a fin de cuentas no había sido para tanto.

sábado, 23 de abril de 2016

Ciudadano Cervantes











La dignidad de un país, de un pueblo, de un grupo humano, se mide en el modo en que trata a sus miembros más débiles pero también en cómo lo hace con los más destacados. Cervantes es buen ejemplo. Alavado por todos como genio de las letras castellanas murió solo, pobre y olvidado. No es quizá lo peor, tal vez lo sea que muchos sigan dando por muerta su obra y se nieguen a reconocer que su pluma e ingenio siguen vivos, a disposición gratuita de todo aquel que se atreva a leerle.

El trato que las instituciones oficiales y los líderes han dando al aniversario de Cervantes es proporcional al desapego cultural que se gasta en estos páramos. Hay excepciones claro está, dignas y valientes pero ¿podrán sostener por si solas el peso de una sociedad que da la espalda al conocimiento, al talento y a la creatividad?

viernes, 22 de abril de 2016

Murakami: correr y escribir






Haruki Murakami es un escritor japonés del que he podido disfrutar en varias ocasiones. Sabía que era corredor pero ha sido tras leer De qué hablo cuando hablo de correr cuando he comprendido la importancia de su  mensaje.

El libro es una pequeña autobiografía en la que comparte con el lector su filosofía vital: correr y escribir. Como ocurre con muchas cosas provenientes de oriente parece a simple vista algo sencillo, sin valor aparente, pero si lo miramos con mayor detenimiento nos daremos cuenta de que hay mucho más debajo de la superficie de esas dos palabras.

Murakami tomó la decisión de dedicarse a la escritura y poco después comenzó a correr largas distancias. Ha compaginado ambas actividades durante muchos años. Me resulta reconfortante encontrarme con alguien que consigue encontrar un camino vital de su talla, que se acopla a su existencia como un guante y en consecuencia produce frutos que benefician a los demás. Lo habitual es lo contrario, hemos construido un mundo donde la mayoría está perdida, dedicándose a algo que no le gusta, tiznando de negritud sus entornos más inmediatos.

Comparto con Murakami sus dos pasiones, en mi caso de forma mucho más tímida. Ni escribo novelas ni corro maratones, me conformo con un blog y breves salidas al campo de pocos kilómetros. No me avergüenzo de ese minimalismo, de hecho lo considero un importante bálsamo y un impresicindible soporte para el armazón de mi semana. Creo que todo ser humano necesita cuidar su cuerpo permitiéndole el necesario movimiento y ejercicio a la vez que hace lo mismo con su creatividad y su expresión. Estas dos facetas están hipotrofiadas en nuestras sociedades. Condenamos el cuerpo a la silla y  asistimos a su progresivo deterioro, abandonamos nuestra capacidad creativa y terminamos copiando y repitiendo los patrones que nos vende la industria audiovisual.

La salud necesita ser regada con estos ingredientes. En consulta no dejo de recomendarlos adaptando el consejo a la situación y realidad de cada persona que me visita. El hecho de que la sugerencia parta de mi propia experiencia aporta coherencia al mismo y eso, en el mundo sanitario, es un valor.

Si tienen la oportunidad de leer a Murakami háganlo. Si la tienen de salir a caminar o a trotar un poco también. Si les apetece escribir unas líneas para ustedes mismos o quizá para compartir en una carta adelante. No se imaginan lo que cosas tan sencillas pueden llegar a aportar a sus vidas.


miércoles, 20 de abril de 2016

Elige con criterio: una iniciativa de salud que merece la pena





La iniciativa Choosing Wisely debería tener más notoriedad social. Lamentablemente en nuestro medio se dedican el dinero y los recursos a otras historias. Esta propuesta surge de la unión de 70 sociedades científicas americanas con la misión de favorecer la decisión del paciente en cuestiones que atañan su salud.

Esta iniciativa provee los siguientes elementos:

  1. Recursos para pacientes.
  2. Módulos de comunicación para profesionales 
  3. Vídeos.
  4. Newsletter. 


En una época en la que la sanidad tiene una gran tendencia a hacer un uso excesivo de los medios diagnósticos y terapéuticos disponibles, cada vez es más importantes ayudar al ciudadano a tomar sus decisiones y recordar que "buena medicina es no hacer nada siempre que sea posible".





martes, 19 de abril de 2016

Una reunión con el Consejero de Sanidad de Madrid







Esta semana he tenido la oportunidad de reunirme con Jesús Sánchez Martos, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y activo usuario de Twitter, que tuvo a bien invitar a una conversación a varios tuiteros del mundo sanitario. Asistieron enfermeras, médicos, técnicos de laboratorios y gestores del mundo hospitalario y de primaria, en total siete perfiles muy variados. Suelo aceptar las invitaciones de comunicación de cualquier compañero profesional que considere puedan ser constructivas, por esta razón acepté el reto y me presenté en Génova.

El consejero nos recibió con un discurso cercano donde desgranó algunos de los logros conseguidos en los nueve meses de andadura en el puesto. Como buen comunicador no le hicieron falta notas ni apuntes y con un tono agradable y campechano fue desgranando parabienes. Se está operando por las tardes, se ha creado una dirección general de atención al ciudadano, una ley de gestión profesionalizada, una escuela de salud y se van a sacar 1969 plazas (1376 del año 2015 y 593 del 2016) para diferentes categorías profesionales. Con respecto a las urgencias se ha fusionado el SAMUR y el SUMMA y se quiere disminuir el número de visitas a la urgencia hospitalaria que puedan ser subsidiarias de ser atendidas correctamente en centro de salud o domicilios, un 85% según estiman.

En la media hora de debate que permitieron me atreví a sugerir que si un profesional asistencial como yo desconocía la mayoría de estos datos tal vez el sistema de comunicación interna del sistema no ande muy fino. El Consejero reconoció sin pudor que se está haciendo mal y que tiene sobre la mesa un plan estratégico de comunicación. En mi humilde experiencia he conocido ya varios de esos planes estratégicos y pienso que la dificultad no está en el diseño sino en la implementación. Se preguntó sobre la receta electrónica que precise visado de inspección, y el doctor Zarco aseguró que saldrá el mes que viene, y también sobre la receta electrónica en hospitales que quieren implementar el año que viene una vez que consigan la historia clínica electrónica unificada para hospitales.

De la reunión aprendí varias cosas. La primera que la idea que tenía de Jesús Sánchez Martos era errónea por falta de suficiente información, no es bueno etiquetar a nadie sin suficientes datos. Segundo, si ni siquiera la propia Consejería de Sanidad con una organización complejísima, muchísmo talento profesional y 7.500 millones de euros de presupuesto consigue visibilizar lo que desea a la ciudadanía, ¿cómo pensamos hacerlo los profesionales de a pie? Y tercero, comunicar por canales "informales" como redes sociales, blogs y otros es cada vez más importante, no tanto por su impacto cuantitativo (que también) sino por lo cualitativo. Es ahí donde la Consejería de Sanidad necesita a sus profesionales, no ya para actuar de meros voceros sino para aportar nuestro criterio y valoración profesional a lo que se hace y a lo que no se hace. El Consejero es el máximo responsable de que la sanidad madrileña funcione pero no les quepa duda que los enfermeros, celadores, auxiliares, médicos, limpiadoras, trabajadores sociales, administrativas, gestores y directores generales también tenemos una clara responsabilidad y que nuestra voz, cuando claramente persigue el bien común, ha de ser escuchada por encima del ruido de fondo que impera en estos tiempos.









lunes, 18 de abril de 2016

Love supreme, jazz y otras búsquedas






Tras escuchar el concierto que el Moisés P. Sánchez quartet sobre la mítica partitura de John Coltrane A Love Supreme me detengo un momento para apuntar algunas impresiones.


Coltrane fue un fuera de serie, un músico de gran creatividad que se convirtió en una de las leyendas del jazz. La partitura de la que hablamos tiene un transfondo místico y al oírla uno no puede evitar casi levitar de la silla cuando asiste a algunas de las velocísimas evoluciones del piano, el saxo o la batería. Moisés P. Sánchez consigue una interpretación al piano virtuosa bien acompañada por Ariel Bringuez al saxo, Michel Olivera a la batería y Toño Miguel al contrabajo. Consiguieron en justicia entusiasmar a un público más de música clásica que de palos jazzísticos.





La vibrante y rápida propuesta me parece muy apropiada para los tiempos que vivimos. Hay fragmentos muy exigentes en los que el saxo emite tantas notas que el espectador teme por su vida, ¿qué pasó con su respiración? y otras que obligan al pianista a desmembrarse como aquellos dioses de la India con miríadas de brazos. La sociedad actual hace lo mismo con nosotros en muchas ocasiones. Coltrane nos lo cuenta de una forma traviesa pero lo deja claro. Necesité un largo paseo posterior para acomodar tal tormenta de notas e ideas, hacía mucho tiempo que no echaba tanto de menos un adagio pese a que Moisés P. Sánchez regaló una de sus composiciones con partes de gran delicadeza.

Al día siguiente del concierto me receté un baño de bosque para reajustar los silencios. Armónica contrapartida a la musical experiencia tal vez un poco excesiva para mi prudente gusto musical. Efectivamente la montaña cargada de agua me regaló sonidos relajantes, aire puro, paisajes generosos y mucha tranquilidad. Reconozco que prescribo más este remedio que el anterior dado el estado en que acuden a consulta mis pacientes. Mientras avanzaba por un estrecho sendero entre los pinos me crucé con una familia que descendía. El que parecía el padre se detuvo un instante y preguntó: "El doctor Casado, supongo" y se identificó como compañero dermatólogo seguidor mío en las redes sociales. No pude menos que ruborizarme al acordarme del famoso doctor Livingstone, siendo en esta ocasión el encuentro en la sierra de Guadarrama en lugar de en África central. Lo que me quedó claro es que a nadie le es posible escapar de sí mismo ya lo intente sumergiéndose en las locas armonías del jazz o en la prístísima pureza de los arroyos de montaña. Nos merece la pena aprender a llevarnos bien con uno mismo, lástima que eso no nos lo enseñen en la escuela.




domingo, 17 de abril de 2016

Relato: Mensajes al mar

Foto: Andrés Nieto Porras. Flickr




Cada día bajaba a la playa y lanzaba al mar una botella conteniendo un mensaje. No podía dejar de hacerlo, tal era su necesidad de contactar. Llevaba años haciéndolo, años esperando.

A veces escribía diminutos poemas, otras largas disertaciones. Unos días planteaba agudas reflexiones otros acerados manifiestos. Tenía poco tiempo y lo sabía. La posibilidad de recibir respuesta era remota pero la recompensa de escribir le compensaba. En cada botella lanzaba al mar una parte de sí, un acorde, una posibilidad.


Su misión era heroica e imposible, las matemáticas no dejaban lugar  a dudas, enfrentaba infinitos.

Daba igual, el bajaba a primera hora y arrojaba al agua, con toda la fuerza disponible, su boleto de lotería respirando bien hondo. Tenía que hacerlo. Inevitablemente.


Llegó un momento en que no se le volvió a ver más. La playa seguía allí, con su rumor de olas y su horizonte líquido, iridiscente y mágico. Sus botellas no regresaron nunca, tampoco otras con respuestas. El mar guardó para sí todos estos secretos y solo la luna y las estrellas fueron testigos de lo que ocurriría mucho tiempo después cuando para contactar no serían precisos esfuerzos tan sublimes.









miércoles, 13 de abril de 2016

Truman, una película sobre amistad y vida que hay que ver





Admiro el talento dramático tanto de Ricardo Darín como de Javier Cámara por lo que iba favorablemente predispuesto a esta película. La pude disfrutar y considero de valor para amigos, colegas y pacientes recomendarla y compartir algunas reflexiones.

Cuando uno se enfrenta al final de la vida lo hace con el final de su vida. Este leve matiz es lo que nos regala este proyecto cinematográfico. En muchos casos delegamos en otros las imprescindibles decisiones que hay que tomar en esta fase. Permitimos que sean los profesionales sanitarios los que digan hasta dónde han de continuar los tratamientos y en qué intensidad. Permitimos que los demás controlen la información sobre nuestro proceso en lugar de ser nosotros los que decidimos cuando y que compartir. Permitimos que los demás se alejen o nos traten con condescendencia.

Y lo más importante quizá sea no permitirnos arreglar nuestras cosas, pedir disculpas si hemos hecho algún daño, reparar deudas y cuestiones pendientes, expresar afecto a aquellos que queremos y dejar arreglado el cuidado de las personas o animales a nuestro cargo.

En esta película no encontrarán aventuras ni efectos trepidantes pero a pesar de ello es una obra sumamente práctica. Nos recuerda el valor de la amistad y de la autonomía, de la comunicación de calidad y del discernimiento de lo que es más importante para nosotros. En una palabra, nos recuerda el valor de la ética, esa disciplina que estudiamos de pequeños y que hoy parece totalmente pasada de moda.

La ética tiene que ver con cómo queremos que sean nuestros últimos días, con qué tipo de cuidados recibir, con cómo organizar las despedidas. 

En el final de la vida y en la primera fila de combate nos enfrentamos con la muerte. También lo haremos con nuestras creencias sobre dios y la transcendencia. La ficción nos permite imaginar escenarios seguros en los que proyectar nuestros puntos de vista. Si se animan a ver esta película creo les resultará fácil acercarse un poco a ese horizonte vital que tanto miedo suele darnos. Y en esos pocos pasos que puedan dar estarán avanzando hacia una vida y un final de la misma algo más propia, más personal. Es una paradoja que pudiendo humanizar y personalizar nuestros últimos días muchos obvien la posibilidad y deleguen en otros ese tiempo.









martes, 12 de abril de 2016

Día de la #AtenciónPrimaria ¿algo que celebrar?






Soy testigo por twitter del optimismo de los que celebran el día de la Atención Primaria colgando selfies y mensajitos al efecto. No me gusta la campaña que el foro de Atención Primaria ha preparado pero me guardo la opinión. Publiqué un selfie con una reflexión sobre el tema hace unos días y no pienso repetirme.

He pasado el día como la mayoría de mis compañeros trabajando. Y dando gracias de no tener listas de 70 pacientes diarios como muchos de ellos. Me parece algo muy serio. Un gran número de médicos de familia jóvenes ven las puertas cerradas mientras otro gran número de médicos de familia con experiencia se desangran malamente. Esto es una guerra, aunque no se vea sangre. Muchos la van perdiendo poco a poco ante la connivencia de gestores y responsables que no mueven ficha desde sus cómodos despachos.

No voy a hacer una arenga, tampoco una protesta. Pero les diré que no celebraré nada mientras haya médicos de familia aplastados y comunidades con sus recursos sanitarios exiguos. Las desigualdades en salud son muy complejas pero es triste comprobar como el propio sistema es intrínsecamente desigual según de qué comunidades, pueblos o ciudades hablemos.

Me acuerdo hoy de todas aquellas limpiadoras, administrativos, auxiliares, trabajadores sociales, odontólogas, matronas, enfermeras, médicos... que cargan cada día con el peso de una organización que en muchos casos no les trata bien. Que dan lo mejor de sí para que las cosas salgan adelante.

Perdónenme si no levanto mi copa. Hoy no veo razones para ello.




lunes, 11 de abril de 2016

Shinrin Yoku, baños de bosque contra el estrés







Un baño de bosque no es más que un paseo largo por esos lares. Permitirse disfrutar de la naturaleza caminando en silencio o en tranquila conversación. Algo que los seres humanos han hecho a diario durante miles de años. Hoy parece que algunos están volviendo a rescatar esta sencilla práctica dándose cuenta de sus beneficios para la salud física y mental.

La naturaleza nos produce efectos saludables. Cuando nos solazamos en el mar o en la montaña es frecuente sentir bienestar, tranquilidad y alegría. La naturaleza está cada vez más alejada de nuestros entornos habituales de trabajo y vida. Quizá por eso notemos más el contraste y sintamos con más fuerza su capacidad sanadora. En Japón, donde el ritmo de vida urbano es especialmente gravoso para sus habitantes, están haciendo el esfuerzo de medir el efecto de los baños de bosque en la salud. Cada vez hay más evidencias científicas de su capacidad tranquilizante y normalizadora de la tensión arterial y otras variables.

Es curioso comprobar que en muchas ocasiones los modos y usos occidentales para relajarse pasan por someterse a más estímulos, pese a estar hartos o cansados de los mismos. De este modo tras una jornada laboral trabajando en un ordenador nos sentamos en el sofá enfrente de otra pantalla para ver nuestra serie favorita. Al desplazarnos en transporte público acudimos a nuestro móvil o tableta para buscar información o ver vídeos. Al salir a correr nos ponemos unos auriculares con música movida.

Nuestro cerebro tiene una alta capacidad para procesar información pero por grande que sea solemos llevarlo al límite y acabamos agotados. Volver al bosque, a la tradición del paseo tranquilo en un entorno natural no es una cuestión accesoria. Puede proveernos muchos beneficios a un coste muy bajo. La única inversión que tendremos que hacer es desplazarnos a un lugar que consideremos bello. Si tenemos la suerte de tener bosques o montañas cercanas será fácil, si no es así podremos buscar parques o senderos por despoblado en los que disfrutar del horizonte, el espacio abierto y los juegos de las nubes, la luz y el viento.  El secreto es concedernos esos tiempos como premio y manjar para disfrutarlos en soledad o bien acompañados.

Me gusta recomendar a mis pacientes iniciativas seguras, eficaces y que a ser posible haya probado yo mismo. Cuando el médico sabe si la medicina que provee es dulce o amarga la prescripción de la misma tendrá un fundamento más sólido. Por esta razón me gusta sugerir tomar baños de bosque a aquellas personas que pasan por circunstancias difíciles o viven tiempos de enfermar. También me gusta hacerlo con los que están sanos y quieren mantenerse en ese estado.

No puedo aventurar si esta actividad se convertirá en una moda más. De momento es uno de mis remedios saludables no farmacológicos que junto a la música, la escritura, la belleza y el silencio suelo usar con frecuencia en mi práctica médica.













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Bibliografía vía los árboles invisibles

Búsqueda en Google Scholar 

Este artículo apareció originalmente en el Huffington Post

domingo, 10 de abril de 2016

Relato: Zenda





Era más de Pérez Reverte que de Javier Marías, más de Manuel Vilas que de Fernández Mallo. Los frecuentaba a todos pero tenía sus gustos. Por eso se alegró sobremanera cuando los descubrió juntos creando una nueva posibilidad de hacer literatura. Sabía por experiencia que eso de la cultura es construcción difícil. Se requieren muchos ladrillos, materiales y planos. Se precisa de tiempo y de paciencia, de soledad y maestros. Había nacido en una tierra en la que esas habilidades carecían de valor, no porque no lo tuvieran sino por la eterna desidia de muchas generaciones de altos dignatarios más amantes de permanecer en sus sillones que de cumplir con la responsabilidad debida. Aquel grupo de paladines de la palabra escrita sabían que hay que hacer todo lo posible para que estas lleguen a la gente. Unos lo decubrieron por azar, otros con dolor, la mayoría con lágrimas. Porque cuando se toma conciencia de que la urdimbre que nos sostiene está trenzada de semántica no podemos obviar la poesía que inunda nuestro sueño y la prosa que abre nuestras vigilias. Compartió con los suyos este descubrimiento, esa tierra lejana que decidieron llamar Zenda y cuando al caer la noche se guareció en la intimidad de su cuaderno escribió con su pluma:



Sé que eres tú
la que conforma el yo
bella palabra.

sábado, 9 de abril de 2016

Relato: Escribir y correr



Haruki Murkami. Foto Wikipedia Commons




Tras leer aquel viejo libro de Murakami me sentí como un niño que contempla un gigante. En De qué hablo cuando hablo de correr el escritor japonés narra de forma autobiográfica como descubrió y desarrolló dos de sus grandes pasiones, la literatura y las carreras de larga distancia. Un servidor que gusta de ambas disciplinas, pero las ejecuta a pequeña escala, no pudo evitar el asombro que surgía de la inevitable comparación. Por fortuna la desazón fue breve dejando paso a súbita alegría. Me animaba ser testigo de un hombre que había apostado por una intuición y había acabado encarnando una versión de sí mismo que le hacía feliz. ¿No es al fin ya al cabo ese afán el que nos anima a seguir caminando? Con el paso de los días una nueva revelación se me mostró, un detalle que cambiaba del todo mi visión inicial. Gusto de escribir pequeños textos y relatos así como de salir a trotar al campo unos pocos kilómetros, actividades ambas sencillas y asequibles que desempeño por amor al arte. Escribo sin que nadie me lo pida ni me exija, corro sin reloj y sin auriculares, sin necesidad de competir contra nadie ni siquiera contra mi. El hecho de hacer cosas porque sí esconde una profunda fuerza. En un mundo dirigido por diversos intereses las acciones que no persiguen ninguno son hermosos cisnes negros capaces de producir sorpresa y generar belleza. Entendí que el profesor Murakami tal vez no se podía permitir ese lujo con la facilidad con que yo lo hacía. La fama y el posicionamiento social exigen grandes sacrificios, uno de ellos se llama libertad. Tal vez por eso siempre me pareció simpática la adusta postura del pensador Diógenes que hoy apenas recordamos. Estamos rodeados de gigantes, el reto no está en tratar de imitarlos sino en conseguir el suficiente valor para dejar que el que habita en nosotros se muestre y dé servicio al mundo.

jueves, 7 de abril de 2016

Medicina insostenible






El verdadero problema que afronta la medicina no es la insostenibilidad económica de sus servicios cada vez más caros, complejos y diversos. Tampoco la sobrecarga de sus profesionales y las altas tasas de fatiga crónica que estos padecen. Es algo más simple, una sencilla cuestión matemática. Un estudio reciente estima que solo el 4% de la población mundial está libre de enfermedad. Como es fácil deducir es materialmente imposible proveer los recursos suficientes para que el 96% restante, que es mucha gente, vuelva a disfrutar de una salud completa.

El paradigma médico actual es probablemente el mejor que hayamos tenido en toda la historia de la humanidad. Los avances que el método científico ha permitido condujeron a medicinas y tratamientos con poder para curar y aliviar muchas enfermedades. ¿Dónde está pues el problema? a mi entender es una cuestión semántica. El problema radica en la misma capacidad del sistema sanitario para definir lo que es salud y lo que no lo es. En la posibilidad de nombrar y crear palabras que definen nuevas enfermedades, nuevos factores de riesgo, nuevas formas de no estar sanos. En la balanza sanitaria solo hay una palabra en el platillo de la salud mientras que en el de las enfermedades cada vez hay más. Tantas que consiguen etiquetar a la inmensa mayoría de la población como no sanos.

Esta situación se asocia a una menor tolerancia social a la adversidad en los países más desarrollados y a una pérdida de soberanía personal en los autocuidados. Cada vez dependemos más de agentes y servicios externos para cuidar nuestra salud. Cada vez acudimos más al sistema sanitario solicitando una pastilla que nos quite el dolor de espalda por no ser capaces de llevar un ritmo de vida que nos libere de tantas horas de silla. Cada vez llevamos más a nuestros hijos al pediatra por no saber qué hacer cuando tienen mocos o un poco de fiebre.

Esta insostenibilidad semántica precisa de soluciones semánticas, ideas que devuelvan sentido a los ciudadanos y ayuden a tomar conciencia de lo que está pasando y de que es posible hacer las cosas de otra forma. Creo que habrá situaciones que todos entendamos son de enfermedad: un ataque de apendicitis o una neumonía son buenos ejemplos. Pero tal vez tener poco pelo o ser un niño inquieto no lo sean. Creo que el sistema sanitario seguirá siendo fundamental para ciertas situaciones pero habrá que trabajar para que los determinantes sociales de la salud y los estilos de vida que emanan de los mismos se pongan del lado de la saludable de la balanza y dejen de estar en el de la enfermedad.

Conseguir que la salud sea un valor sostenible depende de esta toma de conciencia. Será necesario que la compartan tanto la ciudadanía, como los profesionales sanitarios y los gestores y políticos. Hasta que no veamos con claridad lo importante que son nuestras relaciones personales, nuestra forma de movernos y alimentarnos, el modo en el que vivimos la semana no podremos hacer los necesarios ajustes que cada cual  necesite para mejorar su cuidado personal y el de los que le rodean. No es una cuestión teórica más. En este punto es preciso una toma de conciencia que nazca de la propia experiencia, si mi forma física es mala, si mi forma de alimentación es deficiente con toda probabilidad mi cuerpo proteste y me sienta cansado, apesadumbrado, incómodo o claramente molesto.

Empezar a dar un largo paseo a la semana en un parque o un bosque puede ser revolucionario. Dedicar algunos minutos más al almuerzo para degustar mejor y paladear al máximo el alimento también. Permitirnos una conversación de calidad con alguien de nuestra confiaza puede alegrarnos el día, como mirar las estrellas con nuestras noches. Dicen algunos que es importante vivir la vida más despacio, otros que hacerlo con más atención nos favorece. Me atrevo a sugerir que tal vez si nos atrevemos a gozar un poquito más conscientemente de algún aspecto nos sea posible conseguir cambios que nos ayuden a sentirnos mejor. La salud suele hallarse en esa dirección.




miércoles, 6 de abril de 2016

Transformación digital y sanidad












Cualquier ciudadano que viaje de una Comunidad Autónoma a otra y acuda al sistema sanitario local con frecuencia se habrá encontrado con dificultades. Enrique Dans compartía recientemente su experiencia al tratar de conseguir un medicamento para un problema de salud de su mujer en otra Comunidad y los problemas derivados de la incomunicación entre los respectivos sistemas informáticos. Por otro lado este mismo autor, referente internacional en tecnología e innovación,  analiza con tino la situación de obsolescencia digital que viven muchas empresas que basan su transformación a este nivel en cambiar hardware y software sin investigar a fondo cómo son sus necesidades de información y si los procesos y canales que usan son adecuados. Si el Sr. Dans se asomase a la sanidad pública española, no ya como usuario sino como auditor, se quedaría más pasmado de lo que ya probáblemente esté a tenor de lo antes referido. Se encontraría con médicos de familia que no pueden comunicarse con otros médicos de su ámbito ni con los del hospital de referencia, sistemas informáticos que impiden que un centro de salud pueda ver la información del paciente en otros hospitales dentro de la misma Comunidad, por supuesto imposibilidad absoluta con las aledañas aunque se encuentren a pocos kilómetros. Se encontraría con sistemas de historia clínica diseñados a gusto de los gestores sanitarios en lugar de centrados en la relación entre profesionales sanitarios y pacientes. Sistemas que obligan a hacer decenas de clics de ratón para procesos sencillos y repetitivos. Sistemas basados en el navegador explorer 7 con hardware de hace una o dos décadas cuyos ventiladores parecen explotar por la sobrecarga a las qe le somete el sistema. Podría seguir pero no es mi intención aburrirles.

No es este el principal problema que sufre nuestra sanidad, pero a tenor de los resultados no parece que los gestores responsables tengan una estrategia clara más allá de seguir haciendo lo imprescindible para que todo siga igual. Se van consiguiendo tímidas mejoras, eso es innegable, pero el cimiento digital y la estructura de comunicación interna están totalmente obsoletos. Y una organización cuyo principal intangible es la información delicada (de los pacientes) y el conocimiento avanzado (de los profesionales) y cuyo resultado es la salud parece que no se lo puede permitir. Pero es lo que tenemos, y aunque algunos llevamos tiempo tratando que esto cambie de momento no nos hemos conseguido hacer oir.













martes, 5 de abril de 2016

El encarnecimiento médico con las mujeres, algo a cambiar.



Detalle de La muerte de Ofelia. John Everet Millais



La realidad de la mujer es compleja pese a que la historia se empeñe en simplificarla. Tomemos el nivel que tomemos nos solemos encontrar con injusticias y desigualdades más allá de las que estríctamente marca la biología. Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gérvas han publicado un libro de casos clínicos apto para cualquier ciudadano que quiera tener criterio. En la obra se tratan cincuenta aproximaciones sobre la complejidad de la mujer ante su salud y su enfermedad que terminan con encarnecimiento médico hacia ellas. La palabra es dura como también lo son algunos de los casos que se tratan. Confieso que como profesional sanitario no me resulta fácil asumir que las cosas son así pero la experiencia clínica y la evidencia científica que se aporta dejan pocas dudas. En cualquier caso el libro es honesto y facilita continuamente bibliografía que defiende tanto el punto de vista de los autores como su contrario, asumiendo que la madurez e independencia del lector le permitirá hacerse su propia idea al respecto.

Se ha hecho un esfuerzo para que la obra pueda aportar valor tanto a profesionales sanitarios como a ciudadanos en general, especialmente mujeres. A los primeros les ayudará a ser más críticos y respetuosos, a las segundas a no dejarse dañar y a poder plantear preguntas que puedan protegerlas.

Me hubiera gustado leer este libro siendo estudiante de medicina, la sensibilidad de género la he ido desarrollando con el tiempo pero me parece fundamental ayudar a formarla lo antes posible. En cualquir caso al mundo de la salud le sigue haciendo falta avanzar mucho más en esta dirección. La medicina implica humanidad y respeto por las peculiaridades y diferencias humanas que nos permiten crecer como personas. En tiempos como estos donde se prima más la tecnología y los curriculum cognitivamente más brillantes nos viene bien que nos ayuden a reflexionar para volver a poner los piés en la tierra. Juan Gérvas y Mercedes Pérez-Fernández vuelven a conseguirlo con una propuesta original que no tiene parangón en otros idiomas. Tenemos la sabiduría y el criterio mucho más cerca de lo que imaginamos.