jueves, 19 de mayo de 2016

Rescatar la dulzura


Ternura. Oswaldo Guayasamin





Agárrame bien/
Dentro de tu abrazo/
No hay caída./





La vida nos ofrece un amplio surtido de experiencias que vamos atravesando poco a poco. Desechamos algunas, nos quedamos con otras. Ese proceso de decisión es lo que  condiciona la luz de fondo de nuestra existencia, a veces radiante, a veces tormentosa. 

Todos sabemos que solemos ser hábiles para centrar la atención en el oprobio, la maldad y la injusticia. Siempre ha sido así y, aunque no nos guste demasiado, es lo que nos permite sobrevivir. Sin embargo esta costumbre llena nuestro espacio interno de basura y ruido, de restos macilentos que quedan pegados a las suelas y aportan hedor al caminar.

Los poetas y artistas nos recuerdan la importancia de rescatar la dulzura. En su propia experiencia comprobaron la utilidad de este contraveneno capaz de hacer brotar de nuevo el sentido y la belleza de los secos yermos de nuestras mesetas interiores. 

La enfermedad, sobre todo la larga o penosa, suele arrasar la delicada estabilidad que sostiene la existencia de los hombres. Los médicos prescribimos remedios y consejos que intentan restaurar la perdida armonía. Lo que no solemos hacer es favorecer el rescate de la dulzura, arte que se ha perdido tras décadas de favorecer la ciencia estricta y su poderosa hija: la tecnología. En tiempos pasados en los que la naturaleza y sus ritmos eran más importantes, al no estar disponibles otras alternativas, era más fácil recurrir a la capacidad sanadora de lo sencillo. 

Hoy me parece necesario volver a plantear la importancia de los elementos más sutiles de la sanación humana. La calidez y cercanía del profesional que acompaña a una persona en tiempo de enfermar, aconsejar un baño de bosque, un poco de música en directo, quizá un paseo. Tener la habilidad para destacar un detalle afortunado en el aspecto del paciente o en sus circunstancias vitales, saber situarse a la distancia adecuada y sostener con la intensidad justa. Permitir que en la consulta no falten unas flores, un apretón de manos y alguna sonrisa. Aprender a agradecer a la vida la posiblidad diaria de poder ayudar a otros, o intentarlo al menos. 

En el encuentro con el paciente no suelo atreverme a compartir un poema, mi pudor científico me lo impide. Pero no por ello dejo de darme cuenta del enorme poder de la poesía para ayudarnos a rescatar esa dulzura vital que tanta falta hace. Además de en mis cuadernos, dejo en ocasiones algún verso escrito en mi blog o en algún recodo de Internet. Trato de no olvidarme de algo tan importante. Sospecho que si soy capaz de recordarlo tal vez sea capaz de despertarlo en los demás, sobre todo cuando están enfermos que es cuando más se necesita. 













3 comentarios:

medicinafamiliarecuador dijo...

Muy de acuerdo, sobre todo por los afectos que denota la dulzura en si y además por ser un sentimiento desinteresado como lo hacemos los MF. Ahora hay que ver que la dulzura jubto con los afectos personales forman la tenura, si bien eso establece una obligación nuestra del cuidado a nuestro paciente, no debemos rasgar en la simpatía que puede afectar la objetividad de la relacion médico paciente, al ver con "los ojos del corazón antes que con los de la mente".

Pero efectivamente la dulzura hace noble al profesional y lo vuelve positivo al expresar sus valores y estos afectos que debe controlar con sabiduria.

Me encantó la obra de Guayasamin, pintor famoso, mi coterraneo ecuatoriano. "La Ternura" su otro nombre es "Mientras vivo siempre te recuerdo" es una de las pinturas de un conjunto de obras que denotaban el amor materno y la defensa de la vida; de 1990 aproximadamente.

Saludos en este gran día y gracias por compartir este espacio..

medicinafamiliarecuador dijo...

Muy de acuerdo, sobre todo por los afectos que denota la dulzura en si y además por ser un sentimiento desinteresado como lo hacemos los MF. Ahora hay que ver que la dulzura jubto con los afectos personales forman la tenura, si bien eso establece una obligación nuestra del cuidado a nuestro paciente, no debemos rasgar en la simpatía que puede afectar la objetividad de la relacion médico paciente, al ver con "los ojos del corazón antes que con los de la mente".

Pero efectivamente la dulzura hace noble al profesional y lo vuelve positivo al expresar sus valores y estos afectos que debe controlar con sabiduria.

Me encantó la obra de Guayasamin, pintor famoso, mi coterraneo ecuatoriano. "La Ternura" su otro nombre es "Mientras vivo siempre te recuerdo" es una de las pinturas de un conjunto de obras que denotaban el amor materno y la defensa de la vida; de 1990 aproximadamente.

Saludos en este gran día y gracias por compartir este espacio..

Unknown dijo...

Tegnics de la pintura