jueves, 29 de septiembre de 2016

La noche como inspiración









Todos sabemos lo que es la noche. La experimentamos a diario cuando el sol nos abandona, por eso ha sido desde siempre fuente de inspiración. En mi caso quizá con mayor vehemencia dedicándome como me dedico al ejercicio de la medicina, disciplina que trata de sombras y noches.

Recientemente he tenido el privilegio de asistir a un recital de piano en el que Félix Ardanaz abordó este tema con partituras de Chopin, Schubert, Ravel y Liszt ejecutadas con maestría y buen hacer. Sin duda es uno de los pianistas más prometedores del panorama nacional.

Tras la reciente lectura del libro Recuerda que vas a morir, de Paul Kalanithi en el que el autor nos ofrece la historia de su enfermedad terminal con las sombras y luces que encontró, este concierto me ha parecido muy iluminador. Toda noche tiene sus estrellas o alguna vela que la surca. Es verdad que cada vez miramos menos el cielo nocturno desde unas ciudades tan iluminadas que alejan de la vista las constelaciones. Del mismo modo miramos poco nuestras sombras, y quizá por eso van produciéndonos mayor pavor. La muerte se ha convertido en tabú, la enfermedad en objeto de consumo. Hemos diseñado una pléyade de servicios y productos sanitarios con los que tratamos de maquillar la cruda realidad: al final todos acabaremos muertos. Pero nos engañamos pensando que aun tenemos tiempo, que todavía no hay de qué preocuparse.

La música nos lleva de la mano por la noche, siempre lo ha hecho. Los antiguos maestros intercalaban movimientos lentos que nos la hacían presente o nos regalaban canciones en las que era fácil contemplar su reflejo. En el palco desde el que escuché a Ardanaz puede sentir el profundo misterio que encarna la noche. Una sensación que produce escalofríos en la espalda y que sin duda han sentido los que desde el paleolítico levantaron la vista en la oscura sabana. Les animo a mirar, les animo a escuchar; seguro que encontrarán inspiración.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

estimado doctor, uno no piensa en la muerte hasta que le pasa cerca, pero a uno le cambia la vida y empieza a mirar todo con otros ojos, si logra esquivarla aunque sea por un momento, hay que escuchar mas hay que mirar a los ojos mas, hay que disfrutar de las mínimas cosas mas, gracias por su blog...
desde Argentina
abrazos roncos

Anónimo dijo...

Efectivamente, llega un momento en la vida, en el que hay que dejar de maquillar la realidad
Qué mejor maquillaje que mirar, escuchar, observar y simplemente vivir, con sus alegrías y sus tristezas, pues no queda otra
Gracias por el nocturno de Chopin, es uno de mis preferidos
Un abrazo desde el otro lado