martes, 28 de noviembre de 2017

Carta a José Antonio Prados





José Antonio Prados es un médico de familia sobresaliente con un largo curriculum y, lo que es más importante, un alma grande y generosa.

Hace unos días nos compartió sus razones por las que deja la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. Tras pasar unos días le respondo con serenidad la siguiente carta:





Querido José Antonio,



He seguido de cerca todo el proceso de construcción del último congreso de Comunicación y Salud del que has sido responsable. Lo he apoyado desde la distancia en la confianza de que tú estabas detrás. He sabido de tus preocupaciones y desvelos de primera mano. Finalmente pude disfrutar del congreso constatando que el enorme esfuerzo que hicisteis los organizadores se materializaba en un rotundo éxito en todos los sentidos.

Sin embargo me quedó una espina. El proceso fue duro y te hizo daño dado que chocaste contra las rocas de inflexibilidad, falta de transparencia y poca capacidad de negociación de una institución como la Semfyc a la que ambos consideramos muy valiosa. No me gusta que mis amigos lo pasen mal.



La reflexión que comparto es simple:


1. La situación de la medicina de familia es crítica dentro de una organización sanitaria en situación terminal. No abundaré en esta reflexión, tan solo decir que el estado del bienestar europeo no aguantará mucho las crisis que seguirán golpeando el casco. El mundo se ha globalizado, admitámoslo de una vez.

2. Las organizaciones médicas tradicionales (colegios de médicos, sociedades científicas, sindicatos y demás) han quedado obsoletas ante la complejidad que enfrentamos. Hace falta evolucionar, dar pasos que nos permitan aumentar nuestra visibilidad social y la proyección de nuestros mensajes. Hace falta urgentemente labor de lobby. Llevo años diciéndolo http://www.doctorcasado.es/2011/04/we-need-royal-college-of-general.html

3. La situación de saturación de los médicos de familia favorece la desconexión con las organizaciones tradicionales lo que empeora la situación. No hay innovación y los conatos de la misma son sofocados cómodamente por estructuras de gran inercia donde nunca pasa nada nuevo.

4. Hay brotes verdes fuera del sistema (Seminarios de innovación en Atención Primaria, la Cabecera, No Gracias, Farmacriticxs, el Foro catalán de Atención Primaria y el Foro Andaluz de Atención Primaria) hay evidente talento que va por libre, pero de momento no consiguen construir narrativas que provoquen cohesión y fuerza. 



Concluyo.

Mi reconocimiento y ánimo José Antonio de un amigo que sabe lo que vales. Comparto mi deseo de que los médicos de familia nos demos cuenta de lo que está pasando y recordemos lo que somos capaces de hacer si nos unimos. No podemos permitir que los mejores estén en las bodegas en lugar de en el puente.


Un abrazo.





lunes, 27 de noviembre de 2017

Health care search's for meaning





Health care search's for meaning


When circumstances are extremely adverse, survival is compromised. Today we see it applied to many institutions and organizations, everything goes so fast, the socioeconomic ecosystems are changing so rapidly that many are left behind and disappear. The larger structures may be more inertial, but finally they fall the same even if they are huge industrial conglomerates or entire utilities. 

The process of dissolution is often accompanied by agony, involving unwanted changes that entail loss and suffering. Shrinking staff, automating processes and overload of surviving workers are often the consequences. There're more.

It is common to appeal to technology as a lifeline, but it cannot provide all the answers, even though the false prophets of innovation said so. The changes that society and its structures have to face should be based on common reflection and awareness based on solid values. We need to know what we consider most important and try to agree on feasible courses of action to achieve it. The delegation of this function is a clear sign of personal irresponsibility. If we don't contribute to this process, others will decide for us because we donate our contribution to the procelose waters of the market inhabited by powerful currents of interest that usually serve a very small part of the total.

European public health systems have been suffering decades a situation of little budgetary oxygen that forces them to subsist generating overload in professionals. An organization whose greatest asset is knowledge management, advanced human communication and sophisticated care cannot afford to mistreat its professionals, not least because it will be impossible for them to fulfil their mission without respecting a few minimums. 

A health professional overburdened and abused by his organization will end up burned out and will deliver emotional distance to what burns him: the organization itself and the turmoil of patients who demand his services. The disengagement with the organization is a disaster becouse it will not be able for it to steer the ship's course without controlling the seamanship. To walk away from patients is a disaster for all of us becouse generates coldness in caring for the sick and prevent them from feeling recognized and well treated.

Where is the meaning of the health system? Everyone can give their answer. I dare to propose two words: treat well. And in doing so, I assume an enormous challenge since all the media is shouting the oposite without rest.

I believe that the time has come to agree on a change of model based on the fair treat of health professionals who are very overload  and who needs to be cared to do so to others. It is essential to treat the patient well by individualizing his or her care, offering the best possible courses of action in an attempt to avoid the four riders of the health apocalypse: overdiagnosys, overtreatment, yatrogeny and health inequalities. 

Victor Frankl showed us the value of sense to survive the greatest adversity. Now it's time for us to move forward. Without sense we will continue to increase the drain of hopelessness that is burning out the best health professionals and the entire National Health System with them.

Let us encourage ourselves to reflect, to talk, to seek solutions. Let us dare to go out of the permanent complaining mode and move on to an action that consists On participating, improving our environment and creating narratives that foster awareness, compassion and delicacy. The thin red line separating extinction and survival will depend on it.







Cuando las circunstancias son extremadamente adversas la supervivencia queda comprometida. Lo vemos hoy aplicado a muchas instituciones y organizaciones, todo va tan deprisa, los ecosistemas socioeconómicos están cambiando tan aceleradamente que muchos se quedan atrás y desaparecen. Las estructuras más grandes tal vez con más inercia pero al final caen igual ya se trate de enormes conglomerados industriales o de servicios públicos enteros. 

El proceso de disolución suele acompañarse de agonía al implicar cambios no deseados que conllevan pérdidas y sufrimiento. La reducción de plantillas, la automatización de procesos y la sobrecarga de los trabajadores supervivientes son frecuentes consecuencias. Hay más.

Es común apelar a la tecnología como tabla de salvación pero esta no puede aportar todas las respuestas por más que algunos se autonombren profetas de la innovación. Los cambios que la sociedad y sus estructuras han de afrontar deberían basarse en una reflexión común con toma de conciencia basada en sólidos valores. Es preciso saber qué consideramos más importante y tratar de consensuar cursos de acción factibles para llegar a ello. La delegación de esta función es una clara muestra de irresponsabilidad personal. Si no contribuímos a este proceso otros decidirán por nosotros dado que regalamos nuestra aportación a las procelosas aguas del mercado habitadas por potentes corrientes de interés que suelen servir a una reducidísima parte del total.

Los sistemas sanitarios públicos europeos llevan tiempo sufriendo una situación de poco oxígeno presupuestario que los obliga a subsistir generando sobrecarga en los profesionales. Una organización cuyo mayor activo es la gestión del conocimiento, la comunicación humana avanzada y el cuidado no puede permitirse maltratar a sus profesionales, entre otras cosas porque les será imposible cumplir su cometido si no se respetan unos mínimos. 

Un profesional de la salud sobrecargado y maltratado por su organización terminará quemado y por supervivencia pondrá distancia con aquello que le quema: la propia organización y el tumulto de pacientes que demanda sus servicios. La desafectación con la organización es un desastre para esta dado que no podrá dirigir el rumbo de la nave sin controlar a la marinería. La separación de los pacientes es un desastre para todos al teñir de frialdad el cuidado al enfermo y evitar que estos se sientan reconocidos y bien tratados.

¿Dónde está pues el sentido del sistema sanitario? Cada cual podrá dar su respuesta. Un servidor se atreve a proponer una palabra: buentrato. Y al hacerlo asume un enorme reto dado que la misma no figura en el diccionario que prima a su opuesta al igual que lo hacen todos los medios de comunicación de este planeta.

Creo llegada la hora de consensuar un cambio de modelo basado en el buentrato al profesional de la salud al que se le exige mucho y al que es preciso cuidar para que pueda a su vez cuidar a otros. Es básico tratar bien al paciente individualizando su atención, ofreciéndole los mejores cursos de acción posibles tratando de evitar los cuatro jinetes del Apocalipsis sanitario sobrediagnóstico, sobretratamiento, yatrogenia y desigualdades en salud. 

Victor Frankl nos demostró que con sentido es posible sobrevivir a la mayor adversidad. Ahora nos toca mover ficha a nosotros. Sin sentido seguiremos cayendo por el sumidero de desesperanza que se está llevando por delante a los mejores profesionales de la salud de nuestro medio y al entero sistema con ellos.

Animémonos a reflexionar, a hablar, a buscar soluciones. Atrevámonos a salir del modo queja permanente para pasar a una acción que consiste en participar, mejorar nuestro entorno y crear narrativas que favorezcan la toma de conciencia, la compasión y la delicadeza. La delgada línea roja que separa supervivencia de extinción dependerá de ello.



Artículo publicado en el Huffpost

viernes, 24 de noviembre de 2017

Los hermanos ignotos



Resulta que tenía un buen montón de hermanos y no me había enterado. Lo empecé a sospechar aquella tarde cuando después de la conversación nos despedimos. Yo no sé moldear piedra en canción ni lienzos en ventana hacia el sudeste pero llegué a saber, no me preguntes cómo, que por tu mano esas delicadezas me alcanzaban. Y también el profundo arte del piano que interpreta las complejas partituras de Chopin, la majestad del que convierte su cuerpo en adorable brisa, la risa infranqueable de los niños que juegan en la orilla. A mí llegaron cientos de preposiciones, nombres, verbos, incontables aromas, vientos, intuiciones. A mí trajeron su tesoro de posibilidades y supe entonces que el milagro es combinación exacta de belleza y aplomo, suavidad y carne que se entrega. Entendí que eras tú, y no los otros, el que llevaba los globos rojos en la mano. Los acepté y me dejé alzar hacia la luna que aguardaba lejana. Allí esperaban los demás vestidos con blancas vestiduras que cubrían desnudeces de color. Lo supe por los rastros de arco iris que dejaban en el suelo. Los seguí hasta el mismo borde lunar y me senté con las piernas colgando en el vacío. Qué fácil es ser ángel, qué hermoso caminar por cualquier mundo que elijamos, qué belleza escuchar la levedad de las puestas de sol. Tengo mucho que aprender, los infinitos no terminan de revelar los secretos azules, los humanos tampoco por mucho que se sepan limitados. Por eso hermano te libero para que puedas completar tu misión de arte y ciencia para la que fuiste enviado desde lejos. Soplaré en la distancia y, convertido en barco de papel, atravesarás mundos que recibirán agradecidos tu esplendor. Véte en paz y espérame más allá de las nieblas de Avalón, nos volveremos a abrazar cuando se cumplan los tiempos del encuentro bajo el ascendente del centauro que canta a las estrellas.



martes, 21 de noviembre de 2017

Gratitud


Los doctores Serafín Romero y Salvador Casado. Foto OMC



Ayer hice la primera presentación del libro Diario de un médico descalzo. Cuando uno crea algo con la intención de que llegue a otros suele sentir cierta desazón ante la incertidumbre de si gustará. El arte y la literatura no dejan de ser formas de comunicación y como tales no se rigen del todo por la lógica y la matemática.

Lo cierto es que no conseguí un quorum de estrella de rock pero no pasa nada porque tampoco lo soy. Lo que me encontré fue con una institución como la Organización Médica Colegial que pese a su inercia decimonónica alberga profesionales de primera línea finos conocedores de la realidad sanitaria y de las personas que  la constituyen. Su presidente, Serafín Romero, hizo una gran demostración de generosidad, con hechos y palabras. A su lado Teresa Alfageme y el resto del equipo de comunicación y demás miembros de la organización que hicieron posible el acto alargando su horario laboral más allá de lo prudente.

También había en la sala familiares, amigos y compañeros médicos. Desde un bebé a personas mayores. No faltaron periodistas, miembros de la sociedad civil no sanitarios y también pacientes. Sin haber organizado nada lo que tenía delante era un público heterogéneo y multidisciplinar, algo por lo que llevo trabajando mucho tiempo.

Serafín Romero presentó el acto, el libro y al autor. Lo hizo desde su perspectiva de médico curtido y buen conocedor de la realidad humana y sanitaria, tras haber desgranado a fondo tanto la obra como a su creador. Fue muy indulgente y cariñoso, más sin duda de lo que un servidor merecía.

Por mi parte expuse brevemente mi visión de las cosas haciendo una defensa de la medicina narrativa. A fin de cuentas el libro se resume en tres palabras: hay que contar. Y hacerlo de todas las maneras posibles para mejorar la comunicación y el encuentro con uno mismo y con los demás. En nuestro tiempo es fundamental crear andamiajes comunicativos basados en buen trato que permitan edificar una sociedad más humanizada con una sanidad proporcionalmente más humana.

La sanidad industrial está maltratando a los profesionales de la salud y en muchos casos a pacientes que se encuentran con muros de prisa, frialdad y estrés. Con situaciones de sobrediagnóstico y sobretratamiento, con yatrogenia, con excesos y carencias, con desigualdades en salud y con profesionales atribulados. Solo con narrativa no cambiaremos esto pero sin ellas no será posible generar la marea de consciencia y reflexión que la sociedad precisa para seguir avanzando.

Doy de nuevo las gracias a todos los que han hecho posible este pequeño libro. A los que me animan, apoyan y apuestan por una nueva manera de hacer las cosas. Saber que navegamos juntos es reconfortante. Saber que lo hacemos para tratar de servir mejor nos llena de sentido.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Iniciado de la vida

Life Initiated


To be a life initiated, one must know that we are practically dead. To cross that aspect of normality and health that perhaps covers us, to cross the wasteland of human lightness and to reach the full consciousness of knowing ourselves on the pure edge that separates the existence of the pulsating emptiness that constitutes the universe.

In that slack rope you feel fear if you lower your eyes to the second law of thermodynamics but if you manage to keep it elevated you are able to take a step because the horizon pulls your body like a magnet of irresistible submarine force. Then you advance another foot, then the other one, and in this way you move on to live in a state of unstable balance and maximum attention. In fact, there is no net, they never managed to put it in, and that which they say that the abyss of death is infinite. Now it looks like they're trying to fix it in the labs, but what they want me to tell them won't be the same anymore.


I was initiated one clear morning when a young doctor looking me in the eyes told me, in that arcane language that they like to speak since ancient times, that in my body was growing one of those words that rhyme with tumor and also with malignant, a couple of words that if we were let them free would fulminate me in a  literal and irreversible way. It was there that I felt the true emptiness of death, it was there that I felt the trembling tension of life's tightrope. And so I slowly left the world of those who believe themselves to be blessed celestial and entered the desert of true mortals. I saw that I was not alone, that the chasm was crossed by an infinity of coloured threads, I could hear the howling of the wind between the strings, the silent music that emerges from the bowels of the earth and the heart of man. I finally found the meaning of life that is simply to stay alive. I remembered who I am, I recovered my name, I chose to walk, I became an initiate capable of working miracles, a child of light.

And here I am being held by these verses which, despite their presumed indolence, are tenaciously resilient. One here comes to realize the unfathomable strength that conceals weakness. Within matter itself, there are fine filaments of unwavering will which, when cut, explode with disproportionate violence. Within each innocent poem there are connections capable of reaching the hardest heart and releasing a breath of orange blossom and afternoon sea breeze. That is why I can proclaim, without any doubt, that there is still hope. Humanity advances united in a tree-dwelling tapestry that ascends towards the light weaving its countless threads in a cascade of colour and sound, of harmonious cadence. To see it, it is necessary to cross the veil of the initiates, it is not usually easy to return to count it. I'm not sure why on this occasion someone lifted the veil to let these pages escape. Take advantage of the poetic misunderstanding to live as alive as you can and thus allow your existence to be founded on the pure poetry of all others.







Para ser un iniciado de la vida hay que saber que estamos prácticamente muertos. Cruzar esa apariencia de normalidad y salud que tal vez nos recubra, atravesar el páramo baldío de la levedad humana y llegar a la plena consciencia de saberse en el puro borde que separa la existencia del vacío pulsante que constituye el universo.

En esa cuerda floja sientes miedo si desciendes la vista a la segunda ley de la termodinámica pero si consigues mantenerla elevada eres capaz de dar un paso porque el horizonte tira de tu cuerpo como un imán de irresistible fuerza submarina. Luego avanzas otro pie, mas adelante el otro y de esta forma pasas a vivir en un estado de equilibrio inestable y máxima atención. Efectivamente no hay red, nunca llegaron a ponerla y eso que dicen que el abismo de la muerte es infinito. Ahora parece que lo están intentando arreglar en los laboratorios, pero qué quieren que les diga, ya no será lo mismo.

Yo me inicié una mañana despejada cuando una joven doctora mirándome a los ojos me dijo en ese idioma arcano que gustan hablar desde la antigüedad que en mi crecía una de esas palabras que riman con tumor y también con maligno, un verso libre que dejado a su albur me haría sin dudar caer de una manera fulminante, literal, irreversible. Fue ahí cuando sentí el verdadero vacío de la muerte, fue ahí donde sentí la trémula tensión de la cuerda floja de la vida. Y de esa forma abandoné despacio el mundo de los que se creen celestes bienaventurados para adentrarme en el desierto de los verdaderos mortales. Vi que no estaba solo, que la sima era cruzada por infinidad de hilos de colores, pude escuchar el ulular del viento entre las cuerdas, la música silente que emerge de las entrañas de la tierra y el corazón del hombre. Encontré por fin el sentido de la vida que es sencillamente mantenerse con vida. Recordé quien soy, recuperé mi nombre, elegí caminar, me convertí en un iniciado capaz de hacer milagros, un hijo de la luz.

Y aquí me tienen tratando de agarrarme a su mano mediante estos versos que pese a su presunta indolencia son tenazmente resistentes. Uno aquí llega a darse cuenta de la insondable fuerza que esconde la debilidad. Dentro de la propia materia hay finos filamentos de inquebrantable voluntad que al ser cortados explotan con desproporcionada violencia. Dentro de cada inocente poema existen conexiones capaces de alcanzar el corazón más duro y liberar en él un soplo de azahar y de brisa marina de la tarde. Por eso puedo proclamar, sin ningún ápice de duda, que todavía hay esperanza. La humanidad avanza unida en un tapiz arborescente que asciende hacia la luz tejiendo sus incontables hilos en una cascada de color y sonido, de armónica cadencia. Para verla es necesario cruzar el velo de los iniciados, no suele ser sencillo volver para contarlo. No tengo claro porqué en esta ocasión alguien levantó el velo para dejar escapar estas cuartillas. Aprovecha el poético despiste para vivir lo más vivo que puedas y de esa forma permitir que tu existencia se funda a la pura poesía de todos los demás.


jueves, 16 de noviembre de 2017

Escribir un libro es otra forma de comunicar

 




Las profesiones sanitarias se enfrentan a una crisis multinivel sin precedentes. Las pesadas estructuras formativas y asistenciales no consiguen cumplir las funciones para las que fueron diseñadas. Ambas tienen un armazón industrial sólido que casa mal en un mundo líquido y terminan sobrecargando y agobiando a los, estudiantes primero y profesionales después, que transitan por ellas.

En mi época de universidad recuerdo haber tenido que someterme a programas docentes más extensos y exigentes que los de muchos amigos de otras áreas de conocimiento. Y en la fase laboral haber tenido que hacer guardias que me obligaban a trabajar tres o cuatro turnos de ocho oras seguidos con tan solo dos o tres horas de descanso. A pocos se les exige tanto en nuestros tiempos.

No acaba ahí la cosa. Pese a que me considero un médico de familia afortunado con una consulta ordenada y bien llevada no es raro que tenga días en los que me toca atender a cuarenta o cincuenta pacientes, mucho más de lo que atienden en otros países desarrollados.

La resultante es que hay cada vez menos estudiantes que quieran ser médicos y cada vez menos médicos que no estén quemados o agotados. Es una mala noticia porque muestra que los médicos salen perdiendo pero pacientes y sociedad también. Cuando en una jugada pierden todos indica que es poco inteligente.

En este maremagnum he decidido escribir un libro. Es un acto de rebeldía creativa con el que decido no someterme a la queja y al desaliento imperante y optar por algo mucho más potente: compartir mi visión y expresar mi esperanza.

No lo hago en solitario. Tengo la inmensa suerte de estar bien rodeado en lo personal y en lo profesional. Los agradecimiemtos en el libro tienen rango de capítulo. Por eso creo que es posible encontrar cursos de acción que abran camino. Aprendí de excelentes compañeros que es posible crear una jornada científica, un documental, un think tank, lenguaje audiovisual o campañas mediáticas de salud sin patrocinadores ni vasallaje alguno. Ahora doy otro paso al compartir un libro independiente que por no tener no tiene ni editorial. Y sí, lo he podido escribir mientras cambiaba pañales y atendía mis obligaciones en  consulta con pacientes cada seis minutos.

Este proyecto es una prolongación del experimento narrativo que llevo perjeñando en forma de blog desde hace diez años que acumula dos mil quinientas páginas y varios millones de visitas. Un paso más en forma de ofrenda a todos aquellos que han tenido la amabilidad de leerme e incorporarse así a unas narrativas de las que tan solo soy un humilde transmisor.



La presentación del libro tendrá lugar este mes en tres actos:

Día 20 de noviembre a las 19 horas en Madrid, plaza de las cortes 11, sede de la Organización Médica Colegial. Acto presentado por su presidente el doctor Serafín Romero.

Día 23 de noviembre a las 19 horas en Collado Villalba, biblioteca municipal Miguel Hernández.

Día 30 de noviembre a las 19 horas en Galapagar, biblioteca municipal Ricardo León.



Si te apetece venir estás invitado, pasaremos un rato compartiendo inquietudes, motivaciones y alguna intuición.

Con estos actos daré por terminada la visibilización de la obra, proceso en el que han participado desinteresadamente muchos amigos y de forma destacada José Antonio Alguacil y los chicos y chicas de Ilusionlabs que se han entregado a fondo para facilitar ideas, logística y buen hacer.

Gracias a todos los que habéis estado ahí de una forma o de otra.








Si aún no tienes el libro y te apetece leerlo lo tienes aquí

martes, 14 de noviembre de 2017

The health professionals revolution. La revolución de los profesionales de la salud




The health professionals revolution


Training a health professional requires a huge effort, it takes motivation, stamina, skills and attitudes. Added to this are expensive teaching resources and a generous amount of time. The medical case is even worse.

For these reasons, it is common that when we arrive at the labour market, we usually work intensively by adding guards, shifts, doublets, part-time supplementary work or private consultations. If a standard 35-hour workday is usually exhausting, imagine if we lengthen it. Too much time spent with hands in the black waters of human suffering takes a heavy toll.  To have a perfect storm add to this the overload conditions imposed by health systems that try to optimise profit or performance to the detriment of the well-being of their workers.

The swell is so powerful that it's starting to crack the structure. A burned-out healthcare professional cannot provide the highest quality care a person needs in sick time. You will be able to provide service, diagnose, treat, apply techniques and care but not build quality encounters, quality conversations or generate narratives that reach the patient core and help them heal.

This implies that patients do not see their problems attended to and return to the system looking for answers. At the level of a certain degree of complexity, it is usual for the patient to end up visiting numerous specialized services where all their devices and systems are reviewed one by one without anyone stopping to see the situation with perspective, to look at the whole, to take into account the totality and complexity of the person. And whoever is supposed to have this overview, which is the family doctor, is kept in the backstage of the system, overloaded to the limit, treating patients every six minutes (in the spanish National Health Service).

These multiple pilgrimages of a patient through the system are not free of charge. In addition to the money they cost, they undergo various diagnostic tests from which they will derive additional treatments that in many cases are nothing more than over-diagnostics and over-treatments that provide little value and benefit to the recipient. Older people, whose main problem is loneliness and poor social support, are often found bearing burdens of more than ten drugs that scarcely alleviate their suffering.

Health professionals complain a lot at coffee time, but they don't stand out for their mobilizations. They know that strikes in their case have little use given the high mandatory minimum service standards that keep the service overburdening those who support it. It is also true that the bargaining between trade unions is rather limited given the enormous inertia of a gigantic system. That's why we're used to pushing the cart a little bit by raising our heads. Proposing a revolution is not on our agenda.

What may be lacking in this scenario is an awareness. The situation of global crisis that we are living in demands adaptations at all levels and it will be the most solid social systems that suffer the most (as Zygmunt Bauman said). Health systems are breaking down as they are unable to balance an upward expenditure line because of the increased complexity and demand for services with another downward revenue line as funding for them is shrinking.

No one dares to make proposals despite the fact that more and more people are realizing the seriousness of the situation. No one likes the alternatives, neither citizens who will have to contribute more money and, above all, greater self-responsibility, nor health professionals who will have to contribute more work with less pay, nor politicians and managers who will have to make unpopular decisions in search of the common good.

The debate and reflection that rethinking health care needs to include all actors and it would be good if it were encouraged both within and outside the system. The level of collective intelligence required is high, as is the level of consensus. That is why it is essential to start from values that are appropriate for the society and time we live in. You have to choose well what is most important and this requires a narrative help, you have to tell it in a way that is understood.

Victor Montori's latest book provides valuable help in taking a good picture of today's healthcare industries. Getting them to evolve into information and knowledge based care and support organizations is the challenge we should all be facing. Pampering the sacred meeting place for health professionals with the capacity to help and all those who need such support is undoubtedly the ultimate goal along with getting each citizen to improve their capacity for self-care and improve their lifestyles.

Flexibility in structures, schedules, agendas, work modes, circuits, programs, protocols... must undoubtedly be the roadmap. To take advantage of the enormous amount of data generated in each interaction to create new systems and ways of working that do not overload the professionals, do not generate greater demand for care and help to self-manage patients without leaving them abandoned to their fate.

Defining well what a health system can and cannot do will be essential for all of us to learn how to use it and for the current abuses to cease. This will involve determined policies and social education actions that seek to include everyone in raising awareness of the problem and designing solutions.

We will have to keep on talking, thinking and talking, but above all we will have to dare to leave our routines towards an exterior full of uncertainty where the answers await us. It is there, open for all, where we can discover the right course. Achieving it will have a lot of value, it is worth taking on the task with confident perseverance.






La revolución de los profesionales de la salud


Formar un profesional de la salud requiere un enorme esfuerzo, hace falta motivación, resistencia, capacidades y actitudes. A esto hay que añadir costosos recursos docentes y una cantidad generosa de tiempo. El caso de lo médicos es peor aún.

Por estas razones es común que cuando llegan al mercado laboral suelen trabajar de forma intensiva añadiendo guardias, turnos, dobletes, trabajos suplementarios a tiempo parcial o consultas privadas. Si una jornada sanitaria estándar de 40 horas es habitualmente agotadora imaginen si la alargamos. Pasar demasiado tiempo con las manos dentro de las negras aguas del sufrimiento humano pasa una elevada factura. Si a esto añadimos las condiciones de sobrecarga que imponen unos y otros sistemas sanitarios que tratan de optimizar beneficio o rendimiento en detrimento del bienestar de sus trabajadores tenemos una tormenta perfecta.

La marejada es tan potente que está empezando a resquebrajar la estructura. Un profesional sanitario quemado no puede prestar la atención de máxima calidad que una persona en tiempo de enfermar necesita. Podrá proveer servicio, diagnosticar, tratar, aplicar técnicas y cuidados pero no construir encuentros de calidad, construir conversaciones o generar narrativas que lleguen al paciente y le ayuden a sanar.

Esto implica que los pacientes no ven sus problemas atendidos y vuelven al sistema buscando respuesta. A nivel de cierto grado de complejidad es habitual que el paciente acabe visitando numerosos servicios especializados donde revisan uno a uno todos sus aparatos y sistemas sin que nadie se detenga a ver la situación con perspectiva, a mirar el conjunto, a tener en cuenta la totalidad y complejidad de la persona. Y quien se supone debería tener esta visión general, que es el médico de familia, es mantenido en la portería del sistema, sobrecargado al límite, atendiendo pacientes cada cinco minutos.

Las peregrinaciones múltiples de un paciente por el sistema no son gratuitas. Además del capital que cuestan lo van sometiendo a diversas pruebas diagnósticas de las que emanarán tratamietnos añadidos que en muchos casos no son más que sobrediagnósticos y sobretratamientos que aportan poco valor y beneficio a quien los recibe. Es frecuente encontrar personas mayores cuyo principal problema es la soledad y el poco apoyo social soportando cargas de más de diez medicamentos que alivian escasamente su sufrimiento.

Los profesionales de la salud se quejan mucho mientras toman café pero no se destacan precisamente por sus movilizaciones. Saben que las huelgas en su caso tienen poca utilidad dado los elevados servicios mínimos obligatorios que mantienen el servicio sobrecargando a los que los sostienen. También que la negociación que los sindicatos mantienen es bastante limitada ante la enorme inercia de un sistema gigantesco. Por eso están acostumbrados a empujar el carro levantando poco la cabeza. Proponer una revolución no está en su orden del día.

Lo que tal vez falte en este panorama es una toma de consciencia. La situación de crisis global que vivimos exige adaptaciones a todos los niveles y serán los sistemas sociales más sólidos los que más sufran. Los sistemas de salud se están rompiendo al no ser capaces de equilibrar una línea de gasto ascendente por el aumento de complejidad y demanda de servicios con otra línea de ingresos descendente al mermar la financiación de los mismos. Matemáticamente no hay solución con las ecuaciones actuales, a nivel de alta gestión se ponen parches y se tratan de pintar los desconchones pero el barco cada vez está más hundido.

Nadie se atreve a hacer propuestas pese a que cada vez más gente se da cuenta de la gravedad de la situación. Las alternativas no gustan a nadie, ni a ciudadanos que van a tener que aportar más dinero y sobre todo mayor autoresponsabilidad, ni a profesionales de la salud que tendrán que aportar más trabajo con menos sueldo, ni a políticos y gestores que buscando el bien común van a tener que tomar decisiones impopulares.

El debate y la reflexión que repensar la sanidad precisa ha de incluir a todos los actores y sería bueno que se alentara tanto desde dentro del sistema como fuera del mismo. El nivel de inteligencia colectiva que se precisa es elevado, el nivel de consenso también. Por eso es fundamental partir de unos valores apropiados para la sociedad y el tiempo que vivimos. Hay que elegir bien lo que es más importante y esto precisa una ayuda narrativa, hay que contarlo de una manera que se entienda.

El último libro de Victor Montori aporta una ayuda valiosa al hacer una buena fotografía de las industrias sanitarias actuales. Conseguir su evolución a organizaciones de atención y cuidado basadas en información y conocimiento es el reto que todos deberíamos ponernos. Mimar al máximo la zona sagrada de encuentro entre los profesionales de la salud con capacidad de ayudar y todos los que precisan dicho apoyo es sin duda el máximo objetivo junto con conseguir que cada ciudadano mejore su capacidad de autocuidado y sus estilos de vida.

Flexibilizar estructuras, horarios, agendas, modos de trabajo, circuitos, programas, protocolos... ha de ser sin duda la hoja de ruta. Aprovechar el enorme caudal de datos que se generan en cada interacción para conseguir crear nuevos sistemas y formas de trabajo que no sobrecarguen a los profesionales, no autogeneren mayor demanda de cuidados y ayuden a autogestionarse a los pacientes sin dejarles abandonados a su suerte.

Definir bien lo que un sistema sanitario puede y no puede hacer será básico para que todos aprendamos a usarlo y dejen de producirse los abusos actuales. Esto implicará políticas determinadas y actuaciones de educación social que traten de incluir a todos en la toma de consciencia del problema y en el diseño de soluciones.

Habrá que seguir hablando, pensando y dialogando, pero sobre todo habrá que atreverse a salir de nuestras rutinas hacia un exterior lleno de incertidumbre donde nos esperan las respuestas. Es ahí, a la vista de todos, donde podremos descubrir el rumbo adecuado. Conseguirlo tendrá mucho valor, merece la pena tomarnos la tarea con confiada perseverancia.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Sufrimiento perdido


La humanidad se va ganando a medida que nos vamos dejando la piel en el intento. Miro en silencio a los que se llenan la boca con discursos que anuncian cómo salvar el mundo. Observo las volutas de humo ascender lentamente. Aguanto ese olor a tabaco de la autocomplacencia y al final, cuando marchan con caras satisfechas, respiro profundo dando gracias por la paz que regala su ausencia.

Mientras más cicatrices mayor conocimiento tenemos de aquello con lo que nos vamos golpeando. Eso nos dota de más humildad y capacidad para entender. Solo quien ha muerto varias veces y ha regresado luego es capaz de ponerse en los zapatos de quien cruza un abismo y pierde pie. Los demás solo pueden mirar en la distancia pero les estará vedado el arte del consuelo.

Qué pena el desperdicio de tanto sufrimiento, con lo que cuesta atravesarlo y lo poco que aprendemos del mismo por caminar cargados de despiste. Qué pena el repetir la asignatura por haber acudido al examen la boca llena de tranquilizantes y de antidepresivos. No nos conseguimos enterar y repetimos vida, o bien mirado muerte que viene a ser igual pero en un tono sepia y desvaído.

Por todas estas cosas me gusta conversar con Angelita cuando al final del día entra en consulta a recoger las papeleras. Bastan un par de frases para dotar de sentido una jornada que dejó la estancia llena de restos de naufragio. Ella los retira con su eterna sonrisa colocándolos con mimo en su carrito, una muñeca rota, unas velas ajadas, un vestido de novia, encima de la silla una mano olvidada. Contemplo sus evoluciones con asombro, humanidad era eso, dejar la sala limpia de dolor, perfumada de pino para poder mañana intentarlo de nuevo. 




martes, 7 de noviembre de 2017

Hacia una revolución de los pacientes. Towards a patient revolution





Towards a  Patient Revolution



The big advantage of not having a TV set is that I can read. And in view of the quality of what has recently fallen into my hands, I can attest that it is worthwhile. Today I'd like to share a commentary about Victor Montori's book Why we revolt. The author is a Peruvian endocrine with an impeccable professional trajectory at the Mayo Clinic that I have been following for a long time. His vision of medicine has the wisdom of someone who knows what he is talking about.

Dr. Montori denounced years ago the corruption of evidence-based medicine by industrial interests who designed scientific studies in order to present aspects of reality in their favor while concealing the unfavorable. This form of cheating has deceived many health professionals and patients by these caregivers.

What is now on the table is something much greater: the corruption of an entire health system that has become an industry whose main objective is efficiency or in plain words economic benefit. They speak to us from the point of view of free-market-based health care in the United States where citizens are exposed to a great deal of over-diagnostic pressure and over-treatment, if they are within the system, or to health exclusion if they cannot afford insurance.

The big problem with industrial health models is that they are not serving the purpose of properly caring for those who need help. Providing health services does not necessarily mean caring for health care. Ultimately, these services must be provided by the health care professional who cares for the patient. If the system overloads it, explodes, floods with bureaucracy, interruptions, haste... the expected thing is that it ends up burning him out. At this point, the European situation is similar to that of the United States, in our midst the degree of demotivation and discomfort of professionals is extremely high, which does not make it easy for the care provided to patients to be the best possible.

In its first part, the book talks about the system's threats: cruelty, cloudy vision, greed, overload. In the second, on the values that can save him: elegance, solidarity, love and integrity. In the third one, he proposes courses of action: timelessness, care, conversations and cathedrals.

The initial analysis is made from the American point of view, as we have said, but it brings common elements to the European point of view. I found the reflection on values to be brilliant because it is these that can help us to reorient the direction of today's health systems. It would be revolutionary indeed if both the structure and its professionals embodied the four proposed values that are clearly explained and underpinned by examples and the author's long experience.

The courses of action proposed to implement this revolution are aimed primarily at professionals. Better time management is essential but also redefining what careful care should be. Rescuing the importance of generating conversations and narratives between professionals and patients, between them and those responsible for the world of management and politics, as well as with the rest of civil society, is something that many of us have been asking for a long time. And finally, to assume that something as delicate and important as a health system should be assumed by society as the construction of a huge cathedral in the past, a task of generations that requires countless efforts by countless people. Even if we had the best plans and architects, if we do not have the involvement of all citizens, it will not be viable to carry it out.

I recommend this book to all health professionals who have vocation and enthusiasm for their work but especially to those who feel overloaded and exhausted. I'm sure they find valuable inspiration. Every citizen interested in good health will also be given important clues. And if any politician or person in charge of high health management decides to read it, he or she will have no choice but to ask deep questions and go outside his or her office to look for the answers.






Hacia una revolución de los pacientes


La gran ventaja de no tener televisión es que puedo leer. Y a tenor de la calidad de lo que últimamente cae en mis manos doy fe de que merece la pena. Hoy me gustaría detenerme en el libro de Victor Montori Why we revolt. El autor es un endocrino de origen Peruano con una trayectoria profesional impecable en la clínica Mayo que llevo siguiendo desde hace muchos tiempo. Su visión de la medicina es la de un caminante que conoce bien de lo que habla.

El doctor Montori denunció hace años la corrupción de la medicina basada en la evidencia a manos de intereses industriales que diseñaban estudios científicos con la finalidad  de presentar aspectos de la realidad a su favor mientras ocultaban los desfavorables. Esta forma de hacer trampas ha engañado a muchos profesionales de la salud y a los pacientes por estos atendidos.

Lo que se pone ahora encima de la mesa es algo mucho mayor: la corrupción de todo un sistema sanitario que se ha convertido en una industria cuyo mayor objetivo es la eficiencia para unos o directamente el beneficio económico para otros. Nos hablan desde el punto de vista de la sanidad estadounidense basada en libre mercado donde el ciudadano se expone a una gran presión de sobrediagnóstico y sobretratamiento si está dentro del sistema o a la exclusión sanitaria si no se puede permitir un seguro.

El gran problema de los modelos de sanidad industrial es que no sirven al propósito de cuidar adecuadamente a quien necesita ayuda. Proveer servicios sanitarios no necesariamente es sinónimo de una atencion a la salud y a la enfermedad cuidadosa. Quien debe proveer en última instancia estos servicios es el profesional de la salud que atiende al paciente. Si el sistema lo sobrecarga, explota, inunda de burocracia, de interrupciones, de prisa...lo esperable es que lo termine quemando. En este punto la situación europea se asemeja a la estadounidense, en nuestro medio el grado de desmotivación y malestar de los profesionales es altísimo lo que no facilita que la atención prestada a los pacientes sea la mejor posible.

En su primera parte el libro habla de las amenazas del sistema: crueldad, visión nublada, avaricia, sobrecarga. En la segunda sobre los valores que lo pueden salvar: elegancia, solidaridad, amor e integridad. En la tercera propone cursos de acción: atemporalidad, cuidado, conversaciones y construcción de catedrales.

El análisis inicial se hace desde el punto de vista americano como hemos dicho pero aporta elementos comunes al europeo. La reflexión sobre valores me ha parecido brillante dado que son estos los que pueden ayudarnos a reorientar el rumbo de los actuales sistemas de salud. En verdad sería revolucionario que tanto la estructura como sus profesionales encarnaran los cuatro valores propuestos que son explicados con claridad y apuntalados con ejemplos y la larga experiencia del autor.

Los cursos de acción que se proponen para implementar esta revolución apuntan principalmente a los profesionales. Una mejor gestión del tiempo es fundamental pero también redefinir lo que debería ser un cuidado esmerado. Rescatar la importancia de generar conversaciones y narrativas entre profesionales y pacientes, entre estos y los responsables del mundo de la gestión y la política así como con el resto de la sociedad civil es algo que muchos llevamos pidiendo largo tiempo. Y por último asumir que algo tan delicado e importante como un sistema sanitario debería ser asumido por la sociedad como la construcción de una enorme catedral en el pasado, una labor de generaciones que requiere incontables esfuerzos de muchísima gente. Aunque tuviéramos los mejores planos y arquitectos, si no contamos con la implicación de toda la ciudadanía no será viable llevarla a cabo.

Recomiendo este libro a todo profesional de la salud que tenga vocación e ilusión por su trabajo pero sobretodo a los que se sientan sobrecargados y agotados. Seguro que encuentran valiosa inspiración. A todo ciudadano interesado en tener una buena sanidad también le dará importantes pistas. Y si algún político o responsable de alta gestión sanitaria se decide a leerlo no tendrá más remedio que hacerse profundas preguntas y salir a buscar las respuestas fuera de su despacho.




viernes, 3 de noviembre de 2017

Más allá


Beyond

We all want to endure, to leave in the world a seed, an honorable testimony, a precise remembrance. Deep down, it is a matter of faith shortage. We do not end up believing that there is life behind the veil of near death. Faiths and philosophy fail; the soil becomes sea and the evening suddenly dark. There are no pharaohs, no popes, no cardinal points, only sand dunes that eat everything in their merciless passage. Do not deny the desert, nor your obvious poverty. If we are only an asymmetrical retreat, let the mystery dwell in that void. This will fulfil the vision of the shaman who came to see your face through the moorlands of time.




Todos queremos perdurar, dejar en el mundo una simiente, un testimonio honroso, un recuerdo preciso. En el fondo es cuestión de carestía de fe. No terminamos de creernos que haya vida tras el velo de la muerte cercana. Fallan los dogmas y falla la filosofía; se vuelve el suelo mar y la tarde súbita oscuridad. No quedan faraones, ni popes, ni puntos cardinales, solo dunas de arena que se lo comen todo a su inmisericorde paso. No niegues el desierto, tampoco tu pobreza manifiesta. Si solo somos un repliegue asimétrico deja que el misterio habite ese vacío. Así se cumplirá la visión del chamán que llegó a ver tu cara a través de páramos de tiempo.







Buiten 


 We willen allemaal volharden, in de wereld een zaadje achterlaten, een eervolle getuigenis, een precieze herinnering. Diep naar beneden, het is een kwestie van geloofstekort. We geloven niet dat er achter de sluier van de dood leven schuilgaat. Creaties en filosofie mislukken; de bodem wordt zee en de plotselinge duisternis van de middag. Er zijn geen farao' s, geen pausen, geen kardinaal punten, alleen duinen die alles in hun meedogenloze doorgang eten. Vergeet de woestijn niet, noch je duidelijke armoede. Als we slechts een asymmetrische retraite zijn, laat dan het mysterie in die leegte vertoeven. Dit zal de visie vervullen van de sjamaan die je gezicht door de heidegebieden van de tijd kwam zien.