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jueves, 11 de febrero de 2016

Un secreto de la medicina que muchos médicos no conocen








El secreto es el siguiente:

Muchas consultas médicas se deben a síntomas que no corresponden a ninguna enfermedad.




 La mayor parte de los síntomas, molestias y problemas de salud que el ser humano siente no se deben a enfermedades. Son sensaciones que produce el cuerpo para poner en evidencia pequeños desajustes o facilitar un pequeño cambio o una conducta.

 Este hecho debería explicarse el primer día de la carrera de medicina (y repetirse todos los demás). Si este secreto se conociera no se utilizarían tantas pruebas diagnósticas y tratamientos innecesarios. No se produciría tanto dolor.

Hay muchos intereses económicos para tratar de convertir el más mínimo síntoma en enfermedad. Se intenta transformar el colesterol, la falta de pelo, el escaso deseo sexual, la actividad en la infancia y otras muchas cosas en patologías subsidiarias de pruebas diagnósticas y tratamientos apropiados.

El propio sistema impide muchas veces que los propios médicos de cabecera puedan acompañar debidamente a sus pacientes obligándoles a atender un gran número de éstos en poco tiempo. Es una manera útil de forzar la petición de pruebas no necesarias o la dispensación de tratamientos destinados al síntoma y no a su causa.

Por otro lado la población cada vez pide más pruebas y tratamientos, cada vez tolera menos cualquier sensación desagradable. Esto convierte la tormenta en perfecta: unos médicos intervencionistas, un sistema de salud sobrecargado y una población con mínima tolerancia a la adversidad.


El remedio requiere más conciencia tanto de la población como de los profesionales sanitarios. Para los primeros he escrito esta pequeña reflexión, para los segundos recomiendo el artículo de Kurt Kroenke y una buena respiración profunda entre paciente y paciente para prestar la mejor atención posible a los mismos.


Referencia:

jueves, 3 de septiembre de 2015

Medicina racional e irracional




John William Waterhouse. Niño enfermo en el templo de Esculapio





Desde la noche de los tiempos el ser humano ha enfermado y se ha enfrentado a la muerte de los que le rodean y a la suya propia. Lo ha hecho de forma racional, hasta dónde ha podido, e irracional hasta dónde ha necesitado. Utilizó sus habilidades cognitivas y el conocimiento del medio para mejorar sus habilidades de adaptación. Cuando se sentía enfermo usaba plantas y remedios que iba probando y que pasaban a formar parte del conocimiento oral del clan. Estos remedios eran capaces de aliviar y curar multitud de problemas. Lo que no podía tratar con métodos empíricos y racionales lo afrontaba con el universo mítico que creó para formular una explicación de un cosmos que no podía explicar de otra manera. De este modo surgieron dioses, ángeles y demonios, cielos e infiernos que constituían el necesario armazón narrativo que la realidad ha de tener siempre para poder caminar por ella sin perdernos. La revolución científica permitió que el armazón racional creciera exponencialmente en detrimento del mítico que fue encogiendo lentamente. El problema surge cuando la ciencia trata de explicar lo mítico para lo cual es del todo ineficiente como en su día lo mítico lo fue para explicar científicamente la naturaleza.

 Los humanos tenemos pues dos naturalezas al igual que la luz que puede explicarse como onda ó como corpúsculo. Nosotros somos capaces de ver el mundo y a nosotros mismos de forma científica ó mítica pero no a la vez. Hay cuestiones que se entienden mejor con una visión y otras con la complementaria. A la hora de enfermar la ciencia tiene mucho que decir pero se encontrará con partes para las que no tiene respuestas. Tal vez eso explique que un gran número de personas sigue consultando con terapeutas no científicos aun a sabiendas de que sus disciplinas no tienen respaldo racional. Lo mítico y lo irracional siguen siendo imprescindibles para el ser humano de a pie que no es capaz de explicar su universo únicamente apoyado en la ciencia.

Los médicos, y los profesionales sanitarios en general, son formados dentro de un estricto paradigma científico lo que les hace complicado relaccionarse con el mundo irracional y mítico de sus pacientes, que suele quedar sin explorar ni ser tratado en la conversación de la consulta. No entienden sus demonios ni sus infiernos. Esto hace que muchos pacientes se sientan incomprendidos y no encuentren suficientes respuestas en la medicina convencional que tal vez trate el síntoma pero no termina de enterarse bien del "drama griego" del que surge en el interior de la persona.

¿Es posible relacionarse con la parte mítica de la enfermedad sin engañar al paciente? Si determinamos que racionalmente no hay ningún tipo de acción en un preparado homeopático ¿es ético proporcionarselo a un paciente sabiendo que científicamente no tiene fundamento? ¿y si es el mismo paciente el que solicita una intervención acientífica e irracional?

Esta reflexión debería ofrecerse a todos los galenos, a los que aconsejaremos se armen de prudencia para tratar de responderla. Reconocer la enorme importancia de la ciencia ha de ir de la mano del reconocimiento de la importancia de la parte mítica que todos nosotros acarreamos en forma de creencias de todo tipo.
Estas creencias forman el cimiento de nuestra identidad y son responsables de una considerable parte del sufrimiento humano. Nacionalismos, religiones, posiciones políticas surgen de aquí y como todos sabemos no es sencillo modificarlas ni llegar a acuerdos cuando son disonantes. La ciencia misma comúnmente deviene en creencia cuando hay partes de ella que creemos a ciegas sin entender bien los fundamentos ni el grado de certeza que goza el aspecto considerado. El mismo Hipócrates tomó conciencia de la importancia de este aserto cuando introdujo  la tercera pregunta clásica de toda historia clínica: ¿a qué lo atribuye?
También resulta interesante que cualquier ciudadano pueda reflexionar sobre esta cuestión dado que inevitablemente le tocará enfrentarse con la parte misteriosa de la existencia en la que inexorablemente están la enfermedad y la muerte. Una zona difícil de explicar y comprender que requiere respuestas personales para cada cual que incluirán argumentos científicos y míticos en proporción variable.

Como médico de familia me encuentro cómodo cuando soluciono problemas desde mi lado científico que me permite dar soluciones en un gran tanto por ciento de las consultas que atiendo. No me es tan fácil cuando la ciencia no da para más y la persona sufre por una narrativa para la que las pastillas son  ineficientes. En estos casos he de emplearme a fondo para escuchar todo lo que mi capacidad permite y para acompañar de una forma lo suficiente humana y creativa como para que la persona enferma se sienta comprendida y suficientemente aliviada. No siempre lo consigo. Este terreno irracional remeda caminar sobre hielo fino. Todos conocemos esta sensación cuando alguna vez nos ha tocado caminarlo por dentro de nosotros. Por eso es fundamental una buena conexión personal con nuestras narraciones míticas e irracionales, con nuestros mundos emocionales y creenciales. Pienso que no será posible dar normas generales pero que siempre habrá una posibilidad de entendimiento y contacto cuando se establece una comunicación en la que la zona mítica del terapeuta resuena con la del paciente. Esto no se entrena en las facultades de medicina y es una de las causas de que la misma no dé para más. Tal vez no pueda darlo, pero en cualquier caso parece sensato abrir el foco para reconocer nuestra ignorancia y seguir buscando luz dónde aparentemente solo vemos sombras.

jueves, 20 de febrero de 2014

¿Te interesa la sanidad? Un documental que no te puedes perder

Documental sobre el intento de privatización sanitaria de Madrid


La sanidad nos interesa a todos y a todas. Este documental es una reflexión muy bien hecha que aporta datos, razonamientos e ideas con fundamento. La ciudadanía debe tener claro que tipo de sistema sanitario quiere y apoyar a aquellos políticos que lo defiendan.

En los últimos años se han abierto en Madrid muchos hospitales innecesarios para beneficio electoral de los políticos de turno. Ahora parece que se dan cuenta de que no los podemos pagar. ¿Responsabilidades? 


Seguimos sin tener claro si queremos un sistema sanitario con ánimo de lucro o no. Les puedo asegurar que si hay lucro saldrá más caro y dará más problemas.








La Sanidad Pública en España es uno de los servicios públicos esenciales sobre los que mayor consenso parecía haber a lo largo de los últimos 30 años. Nunca se ha planteado un debate serio sobre el modelo. Las reformas que se habían aprobado se habían basado en amplias mayorías parlamentarias. Sin embargo, el Real Decreto-ley 16/2012 rompe toda esa tendencia y se revierte, de hecho, la transformación del sistema sanitario en un Sistema Nacional de Salud para volver a la situación anterior, donde sólo los cotizantes están cubiertos.

Paralelamente, los recursos sanitarios se ven recortados por la crisis y desde algunas administraciones se inician procedimientos para traspasar a manos privadas la gestión de centros sanitarios, en sus aspectos tanto sanitarios como no sanitarios. Todo esto se hace sin debate de ningún tipo y, allí donde hay un mínimo debate, con unos argumentos vacíos de contenidos y centrados en la estrategia política de las grandes formaciones de España.


¿De Tod@s para Tod@s?" es una serie de documentales realizados por la cooperativa de trabajo audiovisual Booooo y financiados mediante crowdfunding, que tratan de examinar la situación de los servicios públicos esenciales en España.

http://detodasparatodas.com
http://booooo.es
info@booooo.es

miércoles, 3 de julio de 2013

¿Porqué la industria no debería estar detrás de las asociaciones de pacientes?



Foto: http://www.flickr.com/photos/78364563@N00/576775607



Primero porque no es ético, segundo porque no es correcto, tercero porque terminará volviéndose en su contra.

La industria farmacéutica tiene como objetivo ganar dinero, como toda industria. Cuando patrocina asociaciones de pacientes no pone su capital a fondo perdido, hay un claro conflicto de intereses.

Un ejemplo de esta semana.

La Plataforma Somos Pacientes, que reune a multitud de asociaciones de pacientes nacionales, publicaba ayer el siguiente texto:


Siete de cada 10 mujeres en edad menopáusica padece osteoporosis




Como consecuencia de los cambios hormonales –entre otros factores de riesgo– ligados a la menopausia, la prevalencia de la osteoporosis una vez alcanzada la edad de 45 años es significativamente mayor en la población femenina que en la masculina. De hecho, hasta un 70% de las mujeres en edad menopáusica presenta osteoporosis, razón por la que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), miembro de Somos Pacientes, reclama una mayor formación de los profesionales clínicos implicados en el manejo de la enfermedad.
Como explica la AEEM, “dada su prevalencia e impacto sobre la calidad de vida de la mujer, resulta fundamental fomentar la formación e información entre los especialistas y potenciar la comunicación con las pacientes para poder detectar cuanto antes las primeras manifestaciones de la osteoporosis”.
Papel del ginecólogo
En este contexto, y por lo que refiere a los distintos especialistas, cabe destacar el papel llamado a jugar por el ginecólogo. Y es que como resalta el doctor Eloy Moral Santamarina, coordinador del taller de ‘Menoguías’ organizado por la AEEM el pasado jueves en Pontevedra, “el ginecólogo se encuentra en una situación privilegiada para detectar la osteoporosis en la mujer al realizarle un seguimiento exhaustivo a lo largo de toda su vida reproductiva y durante la menopausia”.
Tal es así que el ginecólogo “puede colaborar en la detección de la osteoporosis y orientar a la mujer sobre la adopción de medidas para prevenir la enfermedad, medidas que deberán mantenerse durante toda la vida”, explica el doctor Moral Santamarina.
Prevención desde la infancia
La mayor concienciación sobre la osteoporosis alcanzada entre la población general y los profesionales sanitarios de nuestro país ha dado lugar a que, en los últimos años, se haya incrementado el número de pruebas dirigidas a su diagnóstico, muy especialmente de las densitometrías.
El resultado ha sido un aumento de la prevalencia de la enfermedad, dado que la pérdida de masa ósea –la consabida osteopenia, antesala de la osteoporosis– está acelerando su aparición y afecta cada vez a mujeres en edades más tempranas, muy especialmente entre los 30 y los 40 años.
Por todo ello, como concluye el doctor Moral Santamarina, “debe insistirse en la importancia de la prevención desde la adolescencia, haciendo un especial hincapié en la introducción de medidas preventivas ya desde la niñez, por ejemplo mediante la práctica de ejercicio y llevando una dieta rica en calcio y vitamina D”.
- A día de hoy, la Asociación Española contra la Osteoporosis (AECOS), asociación de pacientes dedicada a la osteoporosis, es ya miembro activo de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?

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Analizo tan solo tres aspectos que he subrayado en marcador fluorescente amarillo:

1. La incidencia de osteoporosis en mujeres menopáusicas es del 70%... pero a los 80 años. Decir que la prevalencia de osteoporosis es mayor en mujeres cuando se alcanza la menopausia (a los 45-50) es FALSO, es mayor cuando pasan varias décadas tras la menopausia.

2. El ginecólogo no tiene una especial formación reumatológica. En nuestro medio suele ser habitual que inicie medicación anti-osteoporótica en la menopáusia o poco después cuando la indicación de las guías internacionales es a partir de los 70 años o cuando hay varios factores de riesgo confluentes. Y en estos casos solo en unos pocos habrá fracturas óseas (La tasa de incidencia de cualquier fractura no vertebral fue de 2.420 por 100.000 mujeres/año. Las tasas de incidencias de fracturas de cadera, antebrazo y húmero fueron de 887, 360 y 333 casos por 100.000 mujeres/año, respectivamente). Es más prudente que el médico de familia que conoce bien a la mujer sea quien valore con esta el riesgo de fractura y actúe en consecuencias. En casos complejos el reumatólogo es el correcto consultor.


3. Decir que la osteopenia empieza a los 30 años es una falacia. Lo correcto es decir que a partir de esa edad el hueso pierde de forma natural parte del calcio y lo hace de forma muy lenta, siempre en paralelo a la actividad física de la persona. Osteopenia no es enfermedad. Osteoporosis tampoco hasta edades altas donde puede condicionar un mayor riesgo de fracturas, que como hemos dicho sólo afectarán a un número pequeño de mujeres (fundamentalmente si coexiste poca movilidad, bajo peso, antecedentes de fractura previa o ciertas patologías reumatológicas).


Al revisar la página de la Asociación Española Contra la Osteoporosis, me doy cuenta de lo que está pasando, hay un gran logotipo de Lilly que figura como patrocinador. Que casualidad que uno de sus productos estrella esté indicado para la osteoporosis.


¿Saben esto las mujeres menopáusicas?

Lo sabrán, y me temo que hará un enorme daño a la credibilidad del producto y del laboratorio. 



viernes, 11 de marzo de 2011

Campanas



Ayer me entrevistaron para Diario Médico y en la conversación hablamos de campanas. Nuestra sociedad las ha perdido. 

Perviven en el mundo rural, y si tienen la suerte de conocerlo recordarán que el sonido de campana acompaña la vida y los ciclos de muchos pueblos. Toda cultura tiene sus campanas, que en origen son una forma de medir el tiempo y de hacer una llamada a la oración o al recogimiento. El sonido incisivo del metal facilita que nos despertemos, que atendamos. Y así ha sido durante cientos de años en muchas zonas del planeta. Hoy el nivel de ruido ambiente es ensordecedor, tanto por fuera como por dentro. Solemos llenar nuestras vidas de ruido, mientras trabajamos, estudiamos, nos desplazamos en metro, corremos... Nos faltan campanas que nos ayuden a traernos al presente, ese presente que se nos suele escapar de las manos tan fácilmente.

Sin presente no podemos hacer nada, más que vagar perdidos. La enfermedad es una de las campanas que la biología nos propone. Nos trae de la oreja al presente y eso lo saben bien los que padecen cualquier tipo de dolor. Conversando con uno de mis pacientes con una larga historia de dolor crónico  veíamos lo duro que es a veces cargar con ese peso y lo difícil que resulta transformar un tiempo de dolor en un tiempo feliz o por lo menos pleno. Sigo aprendiendo de mis pacientes el significado de las palabras templanza y valentía. Y aunque con frecuencia no sea capaz de hacer propuestas que les alivien más, trato al menos de compartir mi reconocimiento, admiración y respeto. Son campanas humanas que nos enseñan que es posible vivir y atravesar grandes desiertos.

Necesitamos más campanas. Me anima comprobar que cualquier persona puede ser una campana para otra, una ayuda en su crecimiento personal. Basta sonar en la nota adecuada.



Foto de eneKo laKasta

miércoles, 7 de abril de 2010

EL PELIGRO DE LAS ENFERMEDADES INVENTADAS.





El Dr. Julio Bonis nos hace una reflexión en su blog sobre este peligroso tema:



"Para vender pastillas (y consultas médicas) el primer paso es crear una demanda. Y en temas de salud esto pasa por convencer a la gente de que está enferma... y de que tú tienes la solución a ese problema a cambio de un módico precio (claro).




Para crear nuevos enfermos nada mejor que inventarse alguna enfermedad. El modus operandi es más o menos el siguiente:



1) coge un trastorno o característica o proceso natural pero algo "molesto" que sea bastante frecuente (calvicie, menopausia, niños traviesos, timidez)...



2) algunos casos extremos de esa característica pueden necesitar tratamiento médico o psicológico, céntrate primero en mostrar esos casos



3) ahora extiende la enfermedad a cualquier persona que tenga algún síntoma o característica compatible, escribe unos artículos en algún suplemento de salud... y ¡voilá!... habrás convertido a un monton de tímidos, mujeres con menopausia, chavales con entradas o padres de niños revoltosos en una nueva fuente de ingresos."


 Leer artículo completo en: La Pella de Gofio del dr. Bonis