jueves, 11 de septiembre de 2014

Carta de Stephen Fry a una mujer depresiva






Si estás depre o atravesando uno de esos momentos bajos de la vida tal vez esta carta de Stephen Fry te ayude:




“Querida Crystal,

Me apena oír que la vida te está golpeando fuerte en estos momentos. Dios sabe que puede ser muy duro cuando nada parece que encaja y nada nos llena. No estoy seguro de que exista un consejo específico que yo pueda dar que ayude a que vuelva el gusto por la vida. Aunque lo hacen con la mejor intención, duele que nos recuerden cuánto nos aman los demás cuando tú no te amas a ti mismo.

He encontrado que es de ayuda pensar acerca de las emociones y sentimientos propios como similares a los cambios meteorológicos.

He aquí algunos hechos obvios acerca del tiempo:

Es real
No puedes cambiarlo con tus deseos
Si llueve y está oscuro, realmente llueve y está oscuro, y no puedes cambiarlo
Puede estar oscuro y llover 15 días seguidos

PERO

Algún día saldrá el sol
No podemos controlar cuando saldrá el sol, pero saldrá
Algún día

Ocurre lo mismo con nuestros estados de ánimo. El enfoque equivocado es creer que son ilusiones. Son reales. La depresión, la ansiedad, la apatía -son reales como el tiempo- Y DE LA MISMA MANERA, NO ESTÁN BAJO NUESTRO CONTROL. No son culpa nuestra

PERO

Pasarán: algún día lo harán

De la misma manera que uno debe aceptar el tiempo, uno tiene que aceptar cómo se siente acerca de la vida a veces. “Hoy es un día de mierda” es un enfoque perfectamente realista. Se trata de encontrar una especie de paraguas mental. “Hey-ho, está lloviendo dentro de mí: no es culpa mía y no hay nada que pueda hacer más que aceptarlo. Pero el sol podría salir mañana, y cuando lo haga, lo aprovecharé”.

No sé si esto te sirve de algo: podría no serlo y, si es así, lo siento. Simplemente pensé en escribirte algo para desearte buena suerte en tu búsqueda por encontrar un poco más de placer y sentido a la vida.

Mis mejores deseos

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Relato: La decepción del nuevo aifon

Infografía del El mundo today






Esperó con ansiedad el día del lanzamiento. Había seguido todos los rumores y filtraciones. Estaba realmente entusiasmado. Aquella tarde conectó el ordenador a una de sus páginas web favoritas cuyos periodistas iban dando cuenta de la célebre conferencia que en California había convocado la marca de la manzana reuniendo a lo más granado del mundo tecnológico. La retransmisión de vídeo no paraba de dar fallos por la sobrecarga, cientos de miles de ojos estaban pendiente de lo que allí se estaba cocinando.

Cuando terminó todo no pudo evitar una punzada de tristeza. El nuevo aparato era una verdadera maravilla por su procesador, sistema operativo, cámara, calidad de pantalla... incluía lector de huellas dactilares, barómetro, aplicaciones médicas, monedero electrónico y un sin fin de herramientas. Desgraciadamente no venía la que él más necesitaba, aquella aplicación que le permitiese conectar... consigo mismo.

Estaba ya cansado de conectarse al mundo, de mandar sus fotografías vacacionales o el plato de arroz con curry del restaurante chino de la noche anterior. Estaba harto de ver esas mismas fotografías que le mandaban los demás. No podía más con tanta información basura, tanto mensajito, tanta interrupción.

En Cupertino seguían sin contemplar la posibilidad de facilitar que la gente se conectara consigo misma. Claro, eso precisamente les hundiría el negocio, para qué iba a querer alguien con una buena conexión personal un teléfono de 900 pavos...

Seguiría esperando, tal vez a los chicos de Samsung ó a los de Google se les ocurra algo.

martes, 9 de septiembre de 2014

Relato: Cosquillas a los niños










No sabía si el tema se había investigado en profundidad pero tenía la certeza de que las cosquillas eran el pegamento más importante en su familia. Durante su infancia no recibió muchas pero sí las hubo. Fueron suficientes para desarrollar una personalidad flexible a la par que resistente, una digna capacidad de amar y un desempeño justo de su obligaciones sociales. Ahora como adulto disfrutaba del legado regando la relación con sus hijos con abundantes cosquillas, con luchas divertidas, con revolcones por camas y suelos llenos de carcajadas y sonrisas. El contacto corporal ha sido el sostén de todos los grupos de grandes simios desde la noche de los tiempos, la cosquilla no es más que una evolución sofisticada con sabrosos efectos en el ánimo y en las relaciones humanas, un bocado exquisito que uno no se puede infrigir a sí mismo. Sospechaba que una vez cruzado el umbral de la adolescencia de su prole aquello acabaría pero no le amedrentaba, se permitía disfrutar de lo que la vida le otorgaba, de la hermosa capacidad de reir y disfrutar junto a quien más amaba.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Trabajadoras sociales de la líbido





El sexo es una de las preocupaciones principales de muchas personas, una necesidad que mueve montañas y sociedades. Como toda necesidad precisa de recursos que la sacien, recursos en forma de personas del sexo deseado que permitan establecer encuentros, contacto corporal, relaciones e intimidad. Las alternativas virtuales cada vez son más numerosas pero de momento no constituyen una opción de peso. En cualquier caso el terreno sexual es muy complejo pudiendo encontrarse todo tipo de opciones, desde el celibato total hasta la sexualización completa de lo cotidiano, desde prácticas consideradas socialmente habituales hasta todo tipo de opciones y derivaciones. 

En las pirámides sociales de los primates se establecen rígidas jerarquías por el control de los recursos alimenticios y sexuales. Los seres humanos sofisticaron sus sociedades pero la base sigue siendo la misma. Hay individuos con mayores prerrogativas sexuales y otros con grandes carencias. Dentro de los mecanismos de compensación se estableció desde tiempo inmemorial la opción de intercambio de sexo por alimento, recursos o dinero. Pascal Bruckner denomina esta opción trabajadoras sociales de la líbido justificando su existencia presente por el panorama de injusticia sexual que siempre existirá en cualquier sociedad por muy "liberada" que esta esté. 

La buena salud sexual implica un acceso al sexo con una persona que nos guste. Fenómenos como el de los numerosos jóvenes japoneses que no se relacionan con los demás de ninguna forma presencial ensombrece de alguna forma el panorama humano. Todos necesitamos contacto corporal, todos necesitamos caricias y de alguna u otra forma todos necesitamos sexo. Nuestras relaciones humanas son sexuadas, convertirlas en relaciones plenas no basadas únicamente en los aspectos de deseo sexual es un reto que precisa de madurez y amplia visión de las cosas. Los medios de comunicación y la publicidad tiñen sus mensajes apelando a esta necesidad básica creando así una cultura que cosifica la sexualidad y sexualiza cualquier tipo de relación. Dado que mucha gente sufre por no disponer de una sexualidad acorde con sus necesidades me parece importante reflexionar. Siempre tendremos a mano la opción de mediatizar la sexualidad valiéndonos del poder, la fuerza, el prestigio y la fama. Siempre tendremos a mano la opción de pagar por conseguir servicios sexuales. Pero el afán de felicidad de toda persona implica el encuentro con alguien que nos quiera y que nos permita querer, encuentros de calidad que generen relaciones que nos sostengan y nos permitan sostener. 

La líbido seguirá generando sus problemas, seguirán existiendo trabajadores y trabajadoras sociales de la misma y ocupando buena parte de nuestros sueños y desvelos. Tomar conciencia de lo que uno necesita, tratar de verbalizarlo con uno mismo y si es posible con nuestra pareja y no caer en la tentación de acercarse a la sexualidad con un prisma demasiado apegado a nuestra necesidad tal vez sean enfoques que nos ayuden a navegar las procelosas aguas de la sexualidad humana.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Mejorar la sanidad





Dentro de las actividades veraniegas de este galeno que les escribe estuvo la entrevista que hoy presentamos con el doctor Rafael Cofiño, jefe del servicio de evaluación en salud y programas de la Dirección General de Salud Pública de Asturias, para lo que me tuve que desplazar a lo más recóndito del ínclito principado donde vive.

Lo cierto es que la visión de la salud comunitaria que tiene este colega y amigo es de las más avanzadas y agudas de nuestro erial sanitario. En el vídeo nos propone trabajar por buscar conexiones entre los distintos profesionales y actores del sistema, actuar sin desfallecer en los niveles de microgestión, cada cual en su consulta o dependencia, mesogestión a nivel de cargos intermedios y macrogestión en alta dirección y estrucutras políticas como una urgencia para conseguir adaptarnos en tiempo y forma a las rápidas circunstacias de nuestra época. No podemos delegar lo fundamental en políticos que se deben a Lobbies o intereses de terceros y no a la soberanía popular que dicen representar. Recortar un 21% del sistema sanitario en 6 años no es defender al ciudadano precisamente. No es mantenible el discurso de crisis, si hay que recortar que se haga en cargos a dedo, asesores, subvenciones a partidos políticos, aeropuertos vacíos, obras públicas no pertinentes y en reducir el redundante aparato del estado (adminsitración central, diputaciones, comunidades...) que se duplica para mantener puestos de libre designación y una eterna ineficencia.

El ciudadano debe conocer lo que están haciendo con su dinero y sus derechos. Los profesionales sanitarios deben trabajar duro por mejorar el sistema desde dentro. Los gestores y políticos deberían apostar por la profesionalidad, la ética basada en valores y la defensa del interés social general.

Mucho por hacer.




Aprovecho para comentar un excelente post de esta semana de Pablo Simón que acabo de leer que coincide con la invitación de paso a la acción que el vídeo propone.

¿Quién se anima?








viernes, 5 de septiembre de 2014

Salud Total








La definición de salud es antropológica, depende de lo que la sociedad que la defina considere que es el ser humano. Suele ser una definición negativa dado que es mucho más facil delimitar lo que es enfermedad. La primera aproximación a lo que la salud es la presupone como un estado o un tiempo libre de enfermedad. En el siglo XX se desarrollaron las sociedades del bienestar sobre los estados del mismo nombre que potenciaron los servicos públicos y un nivel de vida y de consumo nunca vistos. Fue entonces cuando se definió la salud como el estado de bienestar físicio, psicológico y social y no solo como la ausencia de enfermedad. La rápida evolución de estas sociedades y la gran importancia de la globalización y la tecnificación de las comunicaciones y el intercambio de información han dejado obsoleta esta perspectiva. Las sociedades líquidas y moviles, de predominio urbano, globalizadas e intercomunicadas en red precisan otra imagen de salud cuando se miran al espejo. Esta debería tener una base de adapatación y aceptación y otros componentes de relación y ecología. 

La salud centrada en el bienestar ha obrado la paradoja de dejar a la mayoría de la población fuera de su ámbito. La tolerancia a la dificultad, la frustración o la contrariedad es mínima y cada vez se consideran más aspectos normales de la vida como enfermedades no deseadas que precisan de un tratamiento que rápidamente alguien se encarga de proporcionar al mercado de consumo. La sedentarización junto con el aumento de la ingesta calórica van transformando las sociedades haciendolas de alguna manera más enfermas. Por otro lado la inversión de las piramides poblacionales en los países más desarrollados hacen que las sociedades envejezcan. Esta combinación de sedentarización, obesidad y vejez promueve un deterioro visible claramente  en el aumento exponencial de enfermedades metabólicas y cardiovasculares por un lado y degenerativas por otro. 

La urbanización progresiva y la centralización poblacional en ciudades también ha significado un gran cambio medioambiental de primer orden para gran número de ciudadanos. El alejamiento del campo y la naturaleza impone ritmos y rutinas nuevas que impilican mayores tiempos de transporte del domicilio al trabajo y menos interacción social con la comunidad de vecinos. La dinámica social se centra en familias nucleares o personas que viven solas, dejando atrás la protección de la familia extensan y las comunidades pequeñas. 

Otro ingrediente de interés lo constituyen las tecnologías que permiten la sociedad de la comunicación y el conocimiento. El acceso a redes de comunicación avanzadas nos conectan a fuentes de información, bibliotecas virtuales y conocimiento de todo tipo así como a personas de todo ámbito y lugar. Las redes sociales abren nuestro universo relaciónal y modifican totalmente las posibilidades, modos y formas de comunicar. A su vez generan un nivel mayúsculo de ruido de fondo. Nuestros ámbitos públicos y privados se han llenado de pantallas que nos bombardean con datos desde la mañana hasta la noche. En cada domicilio se instalan varios aparatos de televisión, muchos ya con conexión a internet, ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes... que se prolongan en los medios de transporte donde los ciudadanos cargan con sus aparatos móviles y persisten en los entornos laborales en forma de monitores de ordenador o de televisión. La resultante es una disminución de la cantidad y calidad de silencio personal, variable imprescindible para desarrollar el pensamiento y la reflexión personal, la creatividad y la dimension trascendente. A su vez el ruido de fondo aumenta las distracciones que dificultan la conciencia de presente. El ensimismamiento o dispesión se constituye como el estado mental habitual, minimizando la calidad de la experiencia presente. 

Los conceptos salud-enfermedad son un continuo que manifiesta los procesos de adaptación o no del ser humano en los planos corporal-instintivo, emocional-relacional, mental-transpersonal y medio ambiental-ecológico en los que éste busca un equilibrio dinámico consigo mismo y con su entorno.



Esta definición basa el concepto salud en el concepto adaptación que constituye la característica básica de la materia viva y la adapta a los planos de organización del cerebro humano. En la arquitectura cerebral convergen tres niveles de complejidad evolutiva superpuestos. En primer lugar tenemos el cerebro reptiliano que comanda las funciones corporales básicas y permite un comportamiento instintivo basado en conductas rápidas y en intuiciones. En segundo nivel lo constituye el cerebro mamífero o límbico que permite la vida emocional y por ende la relacional con todas las implicaciones de conducta que esto conlleva. Por último el cerebro neocortical con sus funciones cognitivas avanzadas que permite la vida mental y el desarrollo de la dimensión transpersonal, espiritual o trascendente. Estos planos buscan permanentemente un equilibrio tanto con el medio ambiente y sus circunstancias como con el medio interno que constituye otro ecosistema emocional y cognitivo personalizado. Surgen situaciones de bienestar que propicionamos y de malestar que rehuímos pero sólo tendremos capacidad de sentirnos bien si conseguimos desarrollar la suficiente aceptación de las mismas junto con la suficiente conciencia del momento presente que nos haga darnos cuenta tanto de lo que ocurre fuera de nosotros como de la cualidad de nuestra vivencia. Se puede argumentar que puede existir salud sin conciencia pero entendemos que será con ella cuando la misma alcance su mayor plenitud. 













Sanidad madrileña, estado de la cuestión



"El peor síntoma es el elevado grado de derivaciones de pacientes a los centros privados", lamenta Marciano Sánchez Bayle, presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid. "Lo más llamativo de Madrid es que era la comunidad puntera cuando se hizo la transferencia de competencias sanitarias, y ahora se encuentra muy deteriorada. Las agresiones continuadas desde la Consejería han puesto al sistema al borde de la fase crítica", denuncia Sánchez Bayle. 20minutos.es solicitó una valoración sobre el informe a la Consejería de Sanidad, pero declinaron ofrecer su versión.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263

 La evolución del gasto sanitario total en España en millones de euros es la siguiente:




2008
2009
2010
2011
2012
Gasto sanitario total
97.092
100.475
100.882
98.823
95.670
Gasto sanitario público
70.848
75.355
75.007
72.510
68.607
Gasto sanitario privado
26.244
25.120
25.875
26.312
27.064

 

Queda claro que vamos cuesta abajo y sin frenos, pueden estar seguros que los datos de gasto de 2014 serán todavía menores en el capítulo de gasto público (el presupuesto inicial fue de 52.700 millones)
y mayores en el privado. Hablamos de un recorte en sanidad de aproximadamente 21% en 6 años. Lo podrán maquillar como quieran pero los políticos nos han reducido un quinto la sanidad que teníamos, y lo peor es que los recortes siguen.

El último informe de la Federación para la Defensa de la Sanidad Pública arroja los siguiente datos:




1)     CCAA con mejores servicios sanitarios:


  • Navarra: 82
  • Aragón: 75
  • País Vasco: 73
  • Asturias: 73
  • Castilla y León: 72


2)     CCAA con servicios sanitarios regulares:
  • Andalucía: 64
  • Cantabria: 64
  • Galicia: 61
  • La Rioja: 60

3)     CCAA con servicios sanitarios deficientes:
  • Castilla La Mancha: 59
  • Cataluña: 57
  • Extremadura: 56
  • Madrid: 56

4)     CCAA con peores servicios sanitarios :
  • Baleares: 54
  • Murcia: 53
  • Canarias: 47
  • Comunidad Valenciana: 46

Gasto en sanidad por Habitante
Camas hospital
Quirófanos
TAC/RM
Andalucía        
980,00
2,27
8,33
21,92
Aragón    
1432,40
3,77
9,43
29,43
Asturias 
1388,27
3,39
9,29
24,50
Baleares
1075,56
3,01
9,43
32,66
Canarias
1235,76
3,18
7,88
15,22
Cantabria 
1333,30
3,29
7,95
22,07
Castilla y León
1267,40
3,69
8,62
27,27
Castilla la Mancha
1122,99
2,54
6,60
26,97
Cataluña       
1108,22
3,96
9,58
25,42
Comunidad Valenciana    
1077,59
2,39
9,26
27,82
Extremadura
1178,78
3,56
9,60
25,54
Galicia        
1227,74
3,48
10,10
30,93
Madrid   
1087,65
2,95
9,86
31,79
Murcia       
1290,70
3,15
9,58
27,96
Navarra         
1397,70
3,82
11,24
26,56
País Vasco
1540,64
3,62
10,01
26,49
La Rioja
1242,68
2,98
7,35
25,01



Un ciudadano de Madrid tiene un gasto sanitario de 1087 euros mientras uno del País Vasco 1540, obviamente el nivel de atención sanitaria no puede ser el mismo. Las diferencias son cada vez mayores entre Comunidades generándose significativas desigualdades en salud que vulneran el estatuto jurídico constitucional que se basa en la igualdad. No es lo mismo vivir en Nombela (Toledo) que en Getxo (Vizcaya), en cuanto a la asisntencia sanitaria no somos iguales, está claro, y esto no lo podemos achacar a la crisis ni a Alemania. La responsabilidad política es nacional.



El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).



Fuentes:

Informe resultados del Ministerio de Sanidad

informe de la Federación para la Defensa de la Sanidad Pública

Diario 20 minutos

jueves, 4 de septiembre de 2014

El Privilegio de escuchar; lo que queda de él.



 Graffiti de Bansky



Tras leer el texto que el crítico literario J. Ernesto Ayala-Dip escribió recientemente en el diario El País me surge una justificada reflexión. Me parece que el señor Ayala-Dip tiene toda la razón. Los médicos cada vez somos más técnicos y menos humanistas, cada día usamos más herramientas tecnológicas y menos narrativas. El mercado y la sociedad han convertido la salud y la enfermedad en negocio y los sistemas sanitarios han derivado en una industria donde se buscan resultados. Hay que ver más pacientes en menos tiempo y proveer más servicios con menos dinero. Lógicamente pierden los pacientes que salen de la consulta sin que el facultativo apenas les mire y los galenos que no tienen tiempo de ejercer bien su oficio ni poder escuchar en condiciones a sus pacientes. Y es que con una lista de 40, 50 o 60 pacientes en una mañana no hay tiempo material para escuchar correctamente a casi nadie. Cuando comento con médicos de otros países que disponen de 15 a 30 minutos por visita que en España la media son 6 minutos y en algunas Comunidades Autónomas menos no dan crédito. Para desarrollar una medicina humanista hacen falta varios factores, unos dependientes del médico, otros de la organización sanitaria, otros de la sociedad y finalmente otros del paciente. Nuestros abuelos iban al médico solo cuando estaban realmente muy enfermos. No iban por catarros o diarreas leves, no iban a contarle al médico que estaban tristes o agobiados. Hoy sí. Hoy vemos mucha gente joven llorando en consulta, gente agobiada que no tiene otro sitio donde contar sus cuitas ni llorarlas. Vemos gente que consulta por motivos peregrinos a la menor tos o décima en el niño, por el menor malestar que ya no es tolerable. Los sistemas informáticos omnímodos y omnipresentes fagocitan cada vez más la atención de los profesionales sanitarios, hay que registrar todo lo registrable para que los gestores hagan sus números, contabilicen, optimicen, rentabilicen...

Tengo la suerte de tener varios médicos-escritores en mi familia. Sé de primera mano que la medicina es pura literatura, yo así me he formado y trato de ejercer. Pero también sé que la cosa está mal. La sociedad cada vez más enferma, la enfermedad más mercantilizada y la medicina más monetizada. El mercado ha invadido también esta esfera social y el ánimo de lucro terminará por malograrla del todo para perjuicio de absolutamente todos los actores. No tienen más que ver el paradigma de medicina estadounidense: por un lado millones de excluidos mendigos de una mínima beneficencia y por otro los que todavía pueden pagar los altísimos seguro,s que por cierto no apuntan buenos resultados en salud.

No tengo las respuestas, sí las ganas de seguir ejerciendo la medicina de la forma más humana posible apoyándome en la tecnología que mi conocimiento y mi criterio estimen más necesaria para cada caso. Sigo pensando que escuchar es un enorme privilegio a la par que una urgencia social. Nos conectamos a televisores y adminículos que nos sirven información diversa pero no nos escuchan. Para ser escuchados con propiedad requerimos de otra persona y eso no tiene visos de poderse tecnificar. Cuando llegue el momento en el que sea claramente imposible escuchar con un mínimo de rigor me enfrentaré con una terrible decisión. Una opción será decir basta y batallar contra la organización sanitaria, otra salirme de ella para ejercer de forma independiente; es la tercera la que me da más miedo. No ser capaz de mover ficha y seguir trabajando como si nada, viendo un paciente cada tres minutos olvidando que una vez fui médico pero terminé como veterinario. Como pueden ver el fondo de la crisis nos lleva a todos al mismo punto, al final cada cual deberá estipular hasta dónde llega su dignidad, si delegamos esta decisión pueden imaginar el desenlace.




 Les comparto el artículo citado:


El Privilegio de escuchar


La llegada de la tecnología a las consultas de la sanidad pública ha perturbado algunos hábitos. En las consultas de atención primaria, el médico que antes nos saludaba mirándonos a los ojos, ahora se ha trocado por una persona que apenas nos mira, apenas nos habla y apenas nos escucha, dada, supongo, la mucha prisa que tiene de suplantarnos por el siguiente paciente.
No es mi intención hacer ninguna crítica a la Seguridad Social, a la eficacia profesional con la que todavía se ocupa de nuestra salud. Podría protestarse ante las listas de espera para ser intervenidos en determinadas cirugías, cada día más ralentizadas en algunas comunidades autonómicas, debido al cierre de quirófanos (impelidos estos cierres por la austeridad presupuestaria); podríamos preguntarnos por el cierre de algunos centros de asistencia primaria en determinadas poblaciones, obligando a los pacientes de los mismos a desplazarse a localidades vecinas. En fin, a lo mejor poniéndonos muy exigentes, hasta podríamos aumentar el número de disfunciones descubiertas en materia logística. Pero, a la larga, dudo mucho que tengamos derecho a quejarnos más allá de lo pertinente. La medicina primaria en nuestro país en general funciona bien. Y en los servicios de tratamientos de patologías más inclementes, la atención y el cuidado altamente especializado es sencillamente impecable.
Lo que quiero hacer notar es algo que no afecta aparentemente a la situación clínica de los pacientes. Algo como más abstracto, pero no por ello menos real y comprobable. Lo que echo en falta cuando visito a un médico de la seguridad social es una mayor empatía, y como esta está tan ostensiblemente ausente, me conformaría con una simulación de esa empatía, una simulación de que nuestro médico conoce nuestro historial. O incluso a veces, que pueden ser muchas, echo en falta que simule que no le molesta mi visita. Ante esta situación, me pregunto: ¿Qué pudo haber pasado para que parte de la clase médica de nuestro país perdiera ante sus pacientes esa aureola de colectivo humano, cultivado e identificado siempre con el trato cordial?
Acabo de leer una novela de un escritor francés del que hasta hace poco no sabía nada de su existencia. Me refiero a Jacques Chauviré, muerto en el 2005 a los 90 años. Pues bien, se da la circunstancia de que Chauviré estudió medicina y comenzó a ejercerla en 1942. Su especialidad fue la pediatría, que ejerció casi toda su vida en la ciudad de Lyon. Con el tiempo, la práctica de la medicina se le hizo cada vez más desazonante, dado el asimétrico balance que establecía entre las vidas que salvaba y las que no. Ello lo llevó a buscar consuelo en la literatura, campo en el cual no tuvo el reconocimiento público que se merecía, salvo casi al final de su vida con el libro que tuve la alta dicha estética de descubrir.

Lo que echo en falta cuando visito a un médico de la seguridad social es una mayor empatía
Junto con el libro, había una nota de prensa que reproducía una entrevista que le habían hecho en 2004, con motivo de la publicación de Élisa, la novela a la que me refiero más arriba. Le preguntaban qué aporta el médico al escritor. Y Chauviré contestó: “Aporta la posibilidad de la observación. La consulta es un lugar privilegiado para conocer al otro y a la sociedad en general. En mi época, la literatura y la medicina eran hermanas porque en ellas todo era observación. Los médicos de los hospitales eran personas cultas. La medicina no era una disciplina científica, sino literaria: era fundamental escuchar, oír, ver”.
Esta familiaridad entre literatura y medicina subrayada por el escritor francés me hizo recordar que leí una vez que en algunas facultades de medicina de Norteamérica se imparten clases de literatura. Estas clases se marcan el objetivo de que la lectura de una novela, un cuento o un poema funcionen como herramientas de enseñanza en la educación médica.
Es en los centros oncológicos donde estas clases se hacen necesarias, según explican algunos directores de curso. A veces la introducción a las artes narrativas puede servir como punto de partida para afrontar como médicos sentimientos límites, como el sufrimiento o la muerte. “Los pacientes tienen algo que contarnos y los médicos somos unos privilegiados al poder escucharlos”, declara uno de estos directores.
Leí que en la facultad de Medicina de Pennsylvania se imparten clases sobre la obra narrativa y poética de William Carlos Williams, para quien el fundamento de la poesía estriba en las cosas y en los seres. Williams, que fue uno de los grandes poetas americanos del siglo XX, fue también médico durante cincuenta años en su ciudad natal, muy cerca de Nueva York. Ayudó a traer al mundo a más de dos mil quinientos niños.
Nuestros médicos no deberían dejar de mirar a los ojos a sus pacientes y escucharlos. Aunque tengan poco tiempo para tantas visitas. Sus relatos, además de servir como información clínica, sirven para que se sientan seres humanos y no simples receptáculos de medicación y hasta otro día.

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario

@ayaladip