domingo, 12 de octubre de 2014

Ante la epidemia de miedo una buena dosis de confianza







Estoy un poco harto de la sobrecarga mediática de estos días y del clima ceniciento que se ha ido creando entre todos. Han saltado demasidas alarmas, y hemos reaccionado conectando las sirenas del miedo personal. Si consiguiéramos mirarlas desde lejos veríamos que seguramente no haya sido para tanto, pero lo cierto es que hay cosas que siguen causándonos pánico, una serpiente en el camino, una araña subiendo nuestro brazo, la posibilidad de contagiarnos...

El miedo dispara las alertas, nos prepara para la acción o la huida. Pero no es posible mantenerlo activado mucho tiempo sin padecer las consecuencias de su peso. Si abusamos de él nos termina aplastando. Por eso viene bien exorcisarlo. Hemos pasado miles de años haciéndolo alrededor de un fuego, contándonos historias, haciéndonos reír, bailando y cantando... estando juntos. Cuando varias personas están juntas se hacen fuertes. Cuando uno en soledad se permite mirar a la cara a sus miedos también.

La levedad humana nos recuerda a menudo que todos vamos a morir, reflexionarlo nos viene bien para no perder demasiado el tiempo. Para no agobiarnos en exceso, para no darnos más importancia de la necesaria. Mirar a la vida con confianza y no con suspicacia es una forma de impedir que el miedo campe por doquier. Desconfiar permanentemente de los demás, de las circunstancias, del gobierno, de lo ajeno no hace más que añadir incertidumbre a nuestras realidades. Y no hay incertidumbre que no termine engendrando miedos al crecer.

Me gustaría ser capaz de transmitir confianza a los demás. Desde mi consulta trato de hacerlo a diario con las personas en tiempo de enfermar o que viven situaciones que les desbordan y sobrepasan. Me gustaría ayudar a manejar mejor los miedos, a navegar con su potente viento que pese acometernos de frente es susceptible de ser usado para avanzar en nuestras vidas. No tengo recetas milagrosas pero sé de buena tinta que cuando mis pacientes confían en mí el miedo disminuye. Cuando nos sostenemos mutuamente podemos ser casi invulnerables.

Estos días tal vez acaben tan hartos de la sobrecarga mediática como yo, de tanto ruido de fondo. No olviden que una de las cosas más inteligentes que pueden hacer es apagarlo todo. Conéctense a los suyos, a aquellos en los que confíen, conéctense a la naturaleza, a esa fuente auténtica y profunda que cada cual lleva dentro. Y dejen que sean otros los que se entretengan con tertulias y titulares grises.


sábado, 11 de octubre de 2014

El hermoso camino de acompañar a los que se despiden

Lienzo de Borja Bonafuente Gonzalo




Hace muchos años tuve la oportunidad de acompañar como voluntario a personas con enfermedades avanzadas y limitado pronóstico de vida. Aprendí más que en muchos años de carrera. Es una experiencia que ha supuesto mucho para mí y que recomiendo a toda persona que tenga inquietudes para ayudar a los demás y de paso conocerse. Igual que un bebé al nacer es un maestro de vida, una persona al acercarse a su final es otro gran maestro, siempre tiene algo que decir, algo que enseñar. Asomarnos al final de la vida de la mano de una persona que atraviese esta tesitura es un enorme regalo. Nos permite contemplar con otra perspectiva nuestra propia vida y nuestra propia muerte, algo que si no se hace más pronto tocará hacer más tarde.

Desde aquí animo a todos los voluntarios que trabajen en esta línea. Hay que seguir haciéndolo, hay que seguir contándolo.






Recursos:

Programa de voluntariado Claver
Programa de voluntariado de la Obra social la Caixa

viernes, 10 de octubre de 2014

La esperanza como medicina






 "Allá, asomando entre las nubes por encima de un peñasco sombrío en lo alto de los montes, Sam vio de pronto una estrella blanca que titilaba. Tanta belleza, contemplada desde aquella tierra desolada e inhóspita, le llegó al corazón, y la esperanza renació en él. Porque frío y nítido como una saeta lo traspasó el pensamiento de que la Sombra era al fin y al cabo una cosa pequeña y transitoria, y que había algo que ella nunca alcanzaría: la luz, y una belleza muy alta. Más que una esperanza, la canción que había improvisado en la Torre era un reto pues en aquel momento pensaba en sí mismo. Ahora, por un momento, su propio destino, y aun el de su amo, lo tuvieron sin cuidado. Se escabulló otra vez entre las zarzas y se acostó junto a Frodo, y olvidando todos los temores se entregó a un sueño profundo y apacible."

 JRR Tolkien



En medicina hay un viejo adagio que dice "curar a veces, aliviar a menudo y confortar siembre". Para muchos será muy discutible. En cinco minutos de consulta como tenemos ahora es complicado confortar. El aumento de la esperanza de vida y los hábitos de alimentación excesiva y gran sedentarización están complejizando la situación vital de muchas personas mayores que se ven aquejadas de un gran número de patologías para las que toman muchísimos medicamentos. El cielo de muchas personas en tiempo de enfermar está permanentemente encapotado. No se ve la luz.


Y el ser humano necesita esa luz. La necesita como el aire que respira. Sin esperanza no puede vivir, el ser se marchita pronto y se deteriora sin remedio.

Los médicos modernos dependemos mucho de la ciencia. Esto está bien, la ciencia nos ha permitido avanzar mucho y encontrar mejores remedios y formas de aliviar. Pero no todo es ciencia en medicina y aliviar y confortar son verbos que precisan de algo más para ser conjugados.

Las dimensiones humanista y creativa de la medicina han sido relegadas a un rincón. En las empresas sanitarias con ánimo de lucro o centradas en resultados medibles han dejado de tener importancia. Pero las personas en tiempo de enfermar siguen anhelando profundamente ese tipo de aproximación, de ayuda.

Es necesario que tras salir de la consulta la persona enferma lleve algo más que una receta en la mano. Es necesario ayudar a que estas personas y sus cuidadores sean capaces de rescatar el brillo de alguna estrella por muy negro que esté el cielo en las circunstancias que vivan.

Por eso me parece tan importante que todo profesional sanitario cuide su camino personal de contacto consigo mismo. La única manera de saber que "hay mil soles encima de las nubes" es atreverse a subir la montaña para enfrentarse a esas nubes. Solo tras atravesarlas se ve el sol. Solo entonces podremos bajar al valle a contárselo a otros.


jueves, 9 de octubre de 2014

La violencia en nuestras vidas





“La prisa y la presión de la vida
moderna son formas de violencia.
Dejarse arrastrar por una multitud de
preocupaciones contradictorias,
entregarse a demasiadas exigencias,
querer ayudar a todo el mundo en todo,
es sucumbir a la violencia.
El frenesí neutraliza nuestro quehacer por la paz.
Destruye nuestra propia capacidad
interna para la paz porque
destruye la raiz de la sabiduría interna que hace que
el trabajo sea provechoso."


Thomas Merton



Estamos agitados. Eso nos hace ser violentos con nosotros mismos. Nos exigimos mucho, usamos la fusta, queremos ir más deprisa, llegar antes a un hipotético futuro que no existe pero ante el que nos sentimos poderosamente impelidos. También nos portamos así con nuestro entorno. Machacamos el planeta y a los que nos rodean con la misma violencia que usamos con nosotros.

Como todo el mundo a nuestro alrededor va igual de deprisa no nos damos cuenta de la locura. Como todo el mundo a nuestro alrededor está igual de fastidiado no apercibimos nuestro propio fastidio... hasta que el agua colma el vaso y aparece la crisis nerviosa o la enfermedad. Hasta que algo fuerte nos para totalmente.


La serenidad y la paz son poderosas medicinas que hay que beber despacio. La prisa las espanta. Cuando en consulta es necesario prescribirlas me obligan a ser muy creativo para no generar susceptibilidades o resistencias. Las personas suelen pedir serenidad en forma de pastilla pero no es posible recetarla de esta forma. Ha de ser la propia persona la que se permita bajar el ritmo y encontrar así, en su propia semana, los necesarios tiempos de tranquilidad que tanta falta nos hacen. Conseguir que los profesionales sanitarios tengan un enfoque amplio de la situación de la persona que tienen delante y ofrezcan respuestas más personalizadas y oportunas es un necesario cambio de paradigma que transcienda la hipermedicalización imperante.

Hay mucho por andar.




El compromiso personal como camino de sanación








La palabra compromiso no tiene buena prensa en las sociedades líquidas que habitamos. Tal vez en los tiempos de nuestros abuelos, ahora claramente no. Todo tiende a mercantilizarse, fluidificarse, cosificarse. En el mundo de la salud veo como cada vez hay menos profesionales vocacionales y más mercenarios. Cada vez más negocio, ánimo de lucro y búsqueda del beneficio personal. Malos tiempos para la lírica y la ética. Pero no es mi intención hacer un alegato oscuro y tenebrista, creo que es mucho más interesante que nos miremos cada cual a sí mismo. ¿Cómo es tu compromiso contigo mismo? 

Todos tenemos obligaciones para atendernos. Nos proveemos alimento, bebida, descanso, actividad, distracciones, ropa, cobijo... Pero si nos miráramos desde fuera, si alguien nos grabara un vídeo de un día de nuestra vida con toda seguridad nos echaríamos las manos a la cabeza. Veríamos a un ser azorado, corriendo sin parar, agobiado, malencarado en ocasiones... un remedo de lo que pensamos deberíamos ser. ¿Cómo vamos a comprometernos con los demás si no somos capaces de hacerlo en condiciones con nosotros?

Cuando llega un tiempo de enfermar la vida nos para. Surge una oportunidad para tomar conciencia de nuestras carencias personales. Es verdad que al que padece un infarto después de haber dedicado los últimos veinte años de su vida a trabajar sin parar, a correr sin parar y a fumar sin parar no le sirve de mucho lamentarse. Pero también es cierto que sólo si toma conciencia de que puede mejorar el compromiso con sigo mismo y cuidarse mejor podrá aspirar a una vida mejor.

Todos sabemos que comer sano nos conviene más que la hamburguesa pero seguimos tomando hamburguesas. Todos sabemos que hacer algo más de ejercicio nos conviene más que tanta televisión pero seguimos viendo demasiada televisión.

¿Cómo pasar del saber al hacer?  

Tal vez por el sentir. 

Yo puedo saber que es hora de comer pero hasta que no lo sienta no iré a prepararme la comida.
Yo puedo saber que me vendría bien ir a dar un paseo pero hasta que lo sienta no saldré.
Yo puedo saber que es sano ir al servicio todos los días pero sólo iré si siento el impulso.


Contactar con nosotros mismos para sentirnos.

Cada vez me doy más cuenta de lo importante que es algo tan aparentemente simple.
Cada vez me doy más cuenta de lo desconectados que estamos de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestras emociones, de nuestros sentimientos.

Comprometernos con nosotros mismos para estar más conectados con nosotros, para sentirnos más, para respetar lo que sentimos es un camino seguro de sanación, de crecimiento, de superación. Esto no te lo van a contar en ninguna consulta, en ningún contacto con el sistema sanitario. Deberían, sin ello muchas pruebas, pastillas y recomendaciones no servirán absolutamente de nada.





miércoles, 8 de octubre de 2014

Comodidad tóxica




Estamos hartos de tanta corrupción, del gobierno, de los políticos. Hartos de noticias aciagas, de impuestos mal gestionados, del ruido, la contaminación... Pasamos muchas horas de la semana quejándonos... de los demás.

Paradójicamente tomamos poca conciencia del derrotero de nuestras vidas. Cómodas, sedentarias, rutinarias. Nos sentamos, comemos, dormimos. Nos sentamos, comemos, dormimos. El ser humano es animal de costumbres, repetimos los mismos caminos una y mil veces. Esa repetición, esa falta de conciencia termina ahogando y produciendo sufrimiento.

Médicas y enfermeras se ufanan a la hora de dar consejos a sus pacientes, consejos que estos conocen de sobra pero no son capaces de llevar a la práctica. Comer menos, moverse más, prescindir de comida basura, alcohol y otros tóxicos... como si fuera tan fácil. La gente prefiere una pastilla que le exima de salir de su comodidad. "Prefiero la pastilla del colesterol antes que hacer dieta" dice ufana una paciente. Es el sentir general, ¿para qué cambiar con lo que cuesta? Hay otros que se dan cuenta de esto y hacen su agosto.

La comodidad suele ser venenosa, como todo en exceso y nuestros tiempos (en la zona rica del planeta) son de muchos excesos.

Todo el mundo revisa anualmente su caldera de calefacción y pasa la inspección técnica de vehículos, tal vez deberíamos mirarnos de paso cómo andamos de comodidad.



Gnossienne No. 3 by Karen Marie Garrett on Grooveshark


martes, 7 de octubre de 2014

Ébola y Calma #ÉbolayCalma





La lamentable infección por el virus del Ébola de una profesional de la salud de Madrid nos permite reflexionar y sacar algunas conclusiones:



1. Los profesionales sanitarios estamos al lado del paciente y somos personal de riesgo, este caso lo ilustra.

2. Las enfermedades infecciosas con alta contagiosidad y sin cura conocida han de ser manejadas con mucha prudencia. Traer a dos personas infectadas desde otro continente ha puesto de manifiesto las debilidades del gobierno en materia de cooperación y salud pública. Los recortes se notan. La expatriación de estas dos personas ha costado más que montar un hospital completo en África y no ha servido de nada más que para complicar las cosas. El tratamiento que iban a recibir allí es el mismo que aquí. La historia de la medicina nos recuerda la importancia de las cuarentenas. Ante una amenaza de epidemia es fundamental proteger el bien común y no andar cambiando de sitio a los pacientes. 

3. Los protocolos no son infalibles. Cuando los riesgos son altos la seguridad ha de serlo más.

4. Las estructuras de salud pública de Madrid han sufrido una enorme desmantelación, tan solo persiste un mínimo armazón. Lo mismo ocurre con el hospital Carlos III.

5. La gestión de casos complejos no debe dejarse al albur del político de turno sino de los máximos expertos en las disciplinas afectadas.

6. La población debe saber que sus profesionales sanitarios y el sistema al completo seguirá trabajando para ellos como hemos hecho siempre.

7. No nos enfrentamos a una situación de catástrofe, tan solo a una amenaza. El riesgo de epidemia en España es mínimo debido a las condiciones de vida y al potente sistema sanitario.

8. Sé que quizá tenga sus razones para no creer el mensaje de tranquilidad de la ministra Mato. No voy a hablar de ella. Pero sí le diré que en este momento no hay nada que temer. Si se detectasen más casos serían convenientemente aislados y tratados con las mejores medidas de soporte disponibles.

9. No hay ninguna duda de que las políticas de exclusión del sistema sanitario del gobierno actual (RD16/2012) afectarán más que cualquier infección la salud y la vida de muchos cientos de miles de personas en España. Esto conviene subrayarlo.

10. La mejor información disponible se la facilitarán sus profesionales sanitarios de referencia. 









Información del Ministerio de Sanidad

Información Unión Europea

 Información del CDC  (Centro de control de Enfermedades de EEUU)

Wikidanidad   Ébola y Calma

Twitter  #Ébolaycalma

Equipos de protección y protocolos, por Miguel Ángel Mañez

Uso de vídeo por profesionales de la salud







La iniciativa #videosysalud sigue moviendo ideas. El equipo promotor de la jornada te da sus razones para que los profesionales de la salud usen este lenguaje con sus pacientes,

No es necesario esperar a que te lo mande tu jefe.
No es necesario esperar a que lo hagan otros por tí.



Si quieres puedes.


lunes, 6 de octubre de 2014

Turbulencias vitales













Foto Wikipedia






Hay problemas que irrumpen en nuestra vida como un comprimido efervescente en un vaso de agua. Donde antes había quietud y claridad ahora hay turbulencias y burbujas, todo se agita y no hay forma de ver nada a su través. El agua parece entrar en pánico, nuestras vidas también. Nos retorcemos, tratamos de escapar pero todo es inútil. Allá donde vayamos nos acompaña esa desagradable efervescencia. En el trabajo no conseguimos concentrarnos, en casa estallamos cada dos por tres y estamos inaguantables. No conseguimos paz ni a solas ni con otros. Todo está lleno de infinitas burbujas que nos recuerdan nuestra permanente desazón.


¿Hay alguna forma de recuperar la tranquilidad?

Si, basta con dejar el vaso quieto en la mesa y contemplarlo en silencio hasta que las burbujas terminen por marchar. Esto puede tardar de minutos a días según la circunstancia, pero al final el vaso quedará de nuevo en calma, transparente y sereno.

Algo aparentemente tan sencillo nos resulta dificilísimo y tratamos en vano de buscar atajos por doquier. Distracciones, alcohol, drogas, somnolencia, ocupaciones, tranquilizantes, antidepresivos y un largo etcétera.

Cuando estas turbulencias llevan a una persona a la consulta de un médico hay muchas posibilidades de que salga de ella con alguna receta en la mano. En cinco minutos no se puede hacer mucho. Mi prioridad es personalizar al máximo la pequeña intervención que puedo realizar en consulta. Tratar de explicar lo que está pasando, detectar patología y si no la hay normalizar la situación. Fortalecer los recursos de la persona para adaptarse a la situación que le sobrepasa, orientar ante las opciones existentes y dejar la puerta abierta para una futura visita.


Y si no es posible hacer nada de lo anterior por lo menos dar una imagen que dé algo de luz a la persona. La que ilustra este post es una posibilidad.



 

domingo, 5 de octubre de 2014

Relato: La desesperanza





Desde que la conocía sabía que su principal problema de salud se llamaba desesperanza. Era joven pero su cara traslucía una profunda desazón, un velo de contínua infelicidad. Acudía cada cierto tiempo a consulta por problemas físicos, dolores de espalda, insomnio, cefaleas, cansancio crónico... Pura desesperanza, un mal ante el que la medicina moderna es del todo ineficaz. Años después fue diagnosticada de un problema digestivo que requirió una operación. No llevaba bien lo de la bolsa de colectomía, de hecho la confinaba en casa. Sentía pánico tener que evacuar heces estando en la calle y que el adhesivo se despegase.

Escucharla con la máxima atención, comprender nítidamente lo que la estaba pasando no era suficiente. Ella necesitaba cambiar algo para lo que los antidepresivos, tranquilizantes y quimioterapias no servían. La dejó hablar veinte minutos y desgranar uno a uno todos los problemas que sitiaban su alma en un cuadro que semejaba el infierno de Brueghel. Cuando hubo terminado decidió hacerle una pregunta que había surgido con fuerza mientras escuchaba. No acertó, no era la pregunta adecuada. Añadió entonces unas recomendaciones realmente pertinentes que mejoraban mucho su calidad de vida. Fueron bien recibidas. Empatizó, trató de reforzar las capacidades de desahogo y curación de la propia paciente. Terminó con un comentario agradable y una sincera sonrisa. Ella se la devolvió al darle la mano para salir, incluso le miró a los ojos, cosa que le costaba mucho hacer.

En el silencio posterior se sentía inquieto. Tuvo que salir del despacho y caminar despacio en soledad por la parte posterior del ambulatorio. Había fallado. No había conseguido pulsar la cuerda adecuada. La paciente había perdido diecinueve kilos, las cosas no iban bien. Respiró hondo. Lo volvería a intentar.


sábado, 4 de octubre de 2014

Relato: Todo me da igual





Cuando llegó a su casa la encontró como siempre en la cama. Las cortinas echadas, el dormitorio oscuro. Saludó con un buenos días y un apretón suave en su antebrazo. Mientras abría conversación rodeó la cama para descorrer las cortinas. La luz inundó la estancia. Ella protestó pero se dejó hacer, sabía que el médico tenía razón, tenía el ritmo de sueño cambiado y el sol era su única oportunidad de reajustarse. Hablaron de lo divino y de lo humano, ella comentó que ya todo la daba igual. El asintió, sabía que tenía delante una de las personas más fuertes que había conocido jamás, había muerto y resucitado innumerables veces, si ahora se sentía así tendría sus poderosas razones. Como ya había pasado un tiempo prudencial para una visita que tenía más de cortesía que de clínica hizo ademán de marchar dando un paso hacia la puerta, pero lo volvió a desandar para contar la historia de la joven mujer descorazonada que había atendido esa mañana cuyo pronóstico era a todas luces peor que el de la anciana que tenía delante. Ella escuchó en silencio y no hizo comentarios por educación. Le daba todo igual, aquella historia incluida. El doctor justificó la confidencia para señalar que pasara lo que pasara siempre había algo rescatable en el día, algún fleco de belleza, alguna brizna de paz. Esta vez se despidió en firme con una sonrisa y otro apretón de brazo. "Disfruten el día" fueron las últimas palabras para todos los presentes. Mientras bajaba la escalera se dio de nuevo cuenta de que la enfermedad crónica es una prueba pesada. Una oportunidad de fuego para rescatar el valor del agradecimiento. Cuando a uno le tienen que asear, vestir y dar de comer o elige maldecir o elige agradecer. Lo primero suele ser más frecuente. Al salir a la calle respiró hondo sintiendo que la temperatura era perfecta, sabía que en esa ocasión estaba siendo consecuente con sus palabras, disfrutaba profundamente del momento.

viernes, 3 de octubre de 2014

¿Es la comedia una buena terapia?




 
 Patricia García Quirós y Verónica Pérez

Antes de los tiempos de la televisión la gente gustaba de ir al teatro y ver comedia. Era una manera de dejar un momento de lado los problemas, reírse un poco y recordar que las cosas serias de la vida tal vez no lo sean tanto. Hace unos días tuve la ocasión de ver una comedia de Carlos De Matteis , una obra divertida con un buen trabajo de Patricia García Quirós y Verónica Pérez que al finalizar compartieron una copa de cava con el público.
Casi todos ustedes habrán experimentado alguna vez el poder liberador de la risa, cuando la causante de la misma es una obra de teatro en directo seguramente habrán paladeado el valor añadido de algo tan antiguo y eficaz.
Sigo creyendo que es bueno reírse y es bueno ir al teatro. Merece la pena contemplar esta opción para sus momentos de ocio. Y no pongan de pega los elevados precios, hay opción hasta de ir por la gorra.

jueves, 2 de octubre de 2014

Lo peor de la soledad es la desconexión





La desconexión profunda con uno mismo y los demás es lo que convierte en tóxica la soledad



La soledad suele asustar. Tenemos poca tolerancia a su presencia. Tratamos de exorcisarla con música y ruido de fondo, con conversaciones superficiales, horas de televisión, navegando sin rumbo en internet y otras mil formas. Se cuentan con los dedos las personas capaces de estar en silencio, solas, largos periodos de tiempo siguiendo manteniendo la sonrisa. ¿Qué es lo que nos da miedo?

Nos asusta la sombra. Lo oscuro, la noche interna. Aquella zona donde no tenemos control, el mar de discomfort emocional que como una tormenta zarandea nuestro barco. Encerramos esos tifones con cuatro candados, esperando inútilmente que nos dejen en paz. Nunca lo hacen. No es posible someter mucho tiempo las emociones, no existe nada más fluido, siempre encuentran un resquicio para volver a la conciencia de la que han sido barridas. Si tratamos de huir, la sombra nos encuentra por mucho que corramos. Si tratamos de reprimirla encendiendo todas las luces de la casa tal vez la reduzcamos un instante pero en cuanto salgamos a otro lugar allí estará.

¿Hay otra forma de manejar las emociones desagradables?

Lo expertos dicen que hay muchas: negación, proyección, racionalización, represión, disociación, desplazamiento... pero podemos resumirlas en lo ya dicho: salir corriendo.

Freud se dio cuenta de otro mecanismo que permitía canalizar el impulso hacia un destino más aceptable como la actividad artística o intelectual, lo denominó sublimación. Esta vía es mucho más sana.

Pero sin entrar en profundidades psicoanalíticas, que no es el caso de este blog, apuntaré una opción mucho más antigua y sencilla. El poder del darse cuenta. La conciencia humana es una propiedad emergente maravillosa. Tiene la facultad de hacernos presentes y de esta forma transformar por sí misma lo concienciado. Los investigadores de la física de partículas se asombraron en su día al comprobar cómo la presencia del propio investigador modificaba los resultados de las observaciones. Si observamos nuestro torrente emocional conseguimos cuatro cosas.

1. Nos damos cuenta de lo que sentimos.
2. Aceptamos que lo que sentimos emana de nosotros mismos, somos nosotros mismos.
3. Permanecemos en presencia de lo que nos disgusta contemplándolo, lo que sitúa lo contemplado a cierta distancia y empieza a "quemar" menos.
4. Aprendemos a ver cómo debajo de cada emoción hay una necesidad o pulsión no satisfecha.


Esto es radicalmente distinto a la conducta habitual reactiva de salir corriendo o enredarse a martillazos con las emociones que nos disgustan. Al dejarlas estar, favoreciendolas de alguna manera con nuestra conciencia, permitimos que éstas cumplan su misión de expresión, fluyan y desaparezcan. No hacerlo es como empeñarse en mantener en el intestino un exceso de gas o residuos que nos están molestando. Sólo si nos damos cuenta de la necesidad de evacuar y nos permitimos sentirla se producirá la misma con el consiguiente alivio. De echo la causa del molesto estreñimiento es la pérdida de esta sensibilidad.

La desconexión con nuestros propios sentimientos nos termina envenenado y hace intolerable la soledad. Ese desierto solo se puede cruzar llevándose bien consigo mismo, por eso este tema es de vital importancia para nuestra salud y nuestra enfermedad. La enfermedad a la que no se encuentra sentido o que nos sorprende con un pobre nivel de conciencia interna se vive mal.

No descubrimos nada nuevo. Esta situación afecta a la totalidad de la especie humana desde el paleolítico, y ha llovido desde entonces. Lo increíble es que seguimos casi en el punto de partida. Por muchos adelantos que tengamos seguimos siendo tan novatos en este arte como nuestros antecesores. La maravilla es que todos tenemos al alcance de la mano la forma de hacer las cosas de otra manera. Sólo quien se atreva a probarlo verá cómo su vida es realmente transformable.






miércoles, 1 de octubre de 2014

Los avatares sanitarios que vienen




Nurse avatar de la empresa  Sense.ly






Los sistemas sanitarios actuales han agotado su modelo. El problema de fondo es la espiral de gasto que producen 4 factores:

1. Envejecimiento poblacional
2. Aumento de la complejidad.
3. Mala priorización de recursos (mucho hospital y poca atención primaria).
4. Tecnología, medicamentos y tratamientos más caros.

Una de las ideas que se están barajando es usar avatares sanitarios. Aplicaciones informáticas que remeden a una enfermera o un médico a la hora de realizar el seguimiento del paciente. Obviamente no será una enfermera o un médico real, ni siquiera se acercará a su rol. Pero la aproximación merece ser tenida en cuenta. Todo lo que sea automatizable de los roles sanitarios se automatizará. No lo duden.

Los profesionales sanitarios reales tendrán que valerse de sus avatares para prolongar su actuación fuera de la consulta. El horizonte cercano exige cuidados 24 horas 7 días a la semana. Hay que cubrir los huecos y los profesionales humanos no dan a basto, además de ser muy caros.

Muchos sanitarios se llevarán las manos a la cabeza, dará igual. Pez que no nada se lo lleva la corriente. Quien pueda pagar tendrá su consulta presencial cuando lo desee, para los demás: avatares, aplicaciones y demás gadgets que en estos momentos están en capilla.






martes, 30 de septiembre de 2014

¿Qué harías si no tuvieras miedo?


















Alejandro Jadad nos propone hoy esta pregunta.

Es impresionante el poder que permitimos tenga el miedo en nuestras vidas.
Nunca vivimos con más seguridad que en esta época (en el lado del mundo privilegiado).
Podemos salir a la calle sin esperar que un tigre nos devore ni nos caiga una bomba. Podemos beber agua de grifo con tranquilidad. Podeos irnos a dormir sin dejar a nadie de guardia...

Aun así nos sentimos inseguros, tenemos miedo a muchas cosas.

Y el miedo paraliza.


Cuando atravesamos tiempos de enfermar el miedo crece. Se hace casi un gigante, ahogando nuestros días, llenando de zozobra nuestras noches.

La única manera que conozco de enfrentarse al miedo es la de los niños: dándose la vuelta y mirandolo a la cara. El miedo lo tenemos siempre detrás, en nuestra sombra. Mientras menos miremos más larga y amenzazante es. Basta con darse la vuelta y mirarla un instate para ver que no tiene poder, que está arrastrada por el suelo, que forma parte de nosotros pero no nos domina. De esa forma el niño entiende que puede seguir jugando sin problemas.

¿Qué harías si no tuvieras miedo?





Was würden Sie tun, wenn Sie nicht Angst hatten?



 Alejandro Jadad diese Frage heute vorschlagen.

Es ist erstaunlich, die Macht, die wir ermöglichen Angst in unserem Leben haben.
Wir leben nicht mehr sicher in dieser Zeit (auf der Seite der privilegierten Welt).
Wir können gehen, ohne zu warten ein Tiger fressen uns oder Drop eine Bombe. Wir können Leitungswasser mit Leichtigkeit zu trinken. Podeos schlafen gehen, ohne jemand im Dienst ...

Doch wir fühlen uns unsicher, fürchten wir, viele Dinge.

Und Angst lähmt.


Wenn wir durch Zeiten der Angst gehen wächst krank. Es wird fast ein Riese, erstickt unsere Tage, unsere Nächte mit Angst gefüllt.

Der einzige Weg, ich weiß, der Umgang mit Angst ist die Kinder: Drehen und sah ihn im Gesicht. Die Angst haben wir immer hinter in unserem Schatten. Je weniger Sie mehr zu schauen und amenzazante ist. Einfach umdrehen und schauen, was man instate hat keine Macht, die über den Boden gezogen wird, ein Teil von uns, aber uns nicht dominieren. So kann das Kind versteht, dass er weiterhin ohne Probleme zu spielen.

Was würden Sie tun, wenn Sie nicht Angst hatten? (Maschinelle Übersetzung, sorry für die Fehler)



lunes, 29 de septiembre de 2014

A vueltas con el Colegio de Médicos de Madrid




Me publican en la Razón una entrevista sobre el Colegio de Médicos de Madrid, una institución decimonónica que se encuentra paralizada y amenaza ruina. He manifestado en múltiples ocasiones mi opinión al respecto. Es necesario una renovación que pasa a mi juicio por tres indispensables pasos:

1. Convocar elecciones.
2. Alejar de los órganos ejecutivos del Colegio la correduría de seguros que lleva bloqueando la institución ya demasiado tiempo.
3. Presentar opciones de revitalización basadas en la transparencia, la participación y la oferta de servicios y funciones de mayor valor.

Si te interesa el tema puedes leer la entrevista completa aquí.

domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Le sirven de algo a un médico las Tecnologías de la Información y el Conocimiento?

Entrevista Salvador Casado from Jesús Garrido García on Vimeo.



Jésus Garrido es uno de los pediatras más reputados de España. Ejerce en Granada y se ha labrado una reputación generando contenidos en Facebook y abriendo su consulta privada a las nuevas tecnologías. Comparto esta entrevista en la que ambos tratamos de reflexionar sobre el modo en que las TICs puestas al servicio de la medicina pueden ayudarnos a mejorar y proveer mejor asistencia.



sábado, 27 de septiembre de 2014

El largo camino hacia la dignidad de género





Como sociedad y como especie es fundamental caminar hacia una misma dignidad de género. Los comportamientos, ideas, costumbres que rompen dicha dignidad terminan afectando de alguna manera a todo el mundo. El vídeo que presento es elocuente, si nos hubiera tocado ser protagonistas ¿qué hubiera pasado? Una gran mayoría habría reaccionado de la misma manera. No hay que flagelarse, hemos recibido una herencia que claramente minusvalora lo femenino.

Darse cuenta es el primer paso.

Actuar en consecuencia el siguiente.






Si eres hombre puedes dar un pequeño paso #HeforShe 
Si luego asumes un poco más las tareas de casa, no arreglarás mucho, pero seguro que algo avanzamos ;)







Vía Alejandro Jadad


viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Queremos cambiar?



Lady George Darwin por Cecilia Beaux





- Tras haber consultado su historial médico y haberla escuchado detenidamente creo poder decir que su problema de salud tiene relación con el nivel de tensión y exigencia laboral a la que ha estado sometida en los últimos meses.
- Lo ves hija, ya lo decía yo, necesito urgentemente unas vacaciones.

- Además de la actividad del negocio que dirige, ¿hace usted algún tipo de actividad física o deportiva?
- Huy que va, desde que era niña no hago deporte. De pequeña fui campeona en un montón de cosas pero ahora todo me aburre.
- Mamá podrías usar la bici estática de casa.
- Ni hablar... es un peñazo.

- Veo en su historial que toma tres psicofármacos desde hace años. ¿Se ha planteado alguna otra alternativa para disminuir su estrés?
- Irme de vacaciones, cada vez lo veo más claro. Una semanita y que me lo hagan todo.

- Me parece buena idea, pero tras las vacaciones todo seguirá igual y con seguridad terminará sintiéndose fatal. ¿Habría alguna actividad física que le resulte placentera?
- Que va. Ya le digo que no me gusta hacer nada. Nada de nada. Ni siquiera la piscina. Si yo le contara lo que me pasó... Resulta que de pequeña...

- Si, ya veo. Lo que me gustaría que comprendiera es que si las causas de su malestar siguen presentes algo tendrá que hacer para que no la afecten tanto. No me es posible darla más pastillas. No van a ayudar más de lo poco que lo están haciendo ahora.
- Eso que dice es verdad. Estoy empastillada, ¿a que sí hija? En fin, gracias por escucharme. Trataré de hacerle caso pero me conozco y no voy a hacer nada. ¡Qué cruz la mía! En fin, que tenga usted una buena tarde.
- Y usted también.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Relato: Alta contemplación






Alta contemplación; se sabía perfectamente dotada para ella. Desde su más tierna infancia tenía una habilidad fuera de lo común para dedicar largos periodos de tiempo a observar desde hormigas a estrellas pasando por los hombres. Llamaba la atención de sus profesores y familia por su capacidad de abstracción de la que surgían inesperadas intuiciones, fantásticas historias y juegos imposibles. Aquella mañana conducía su coche muy temprano, amanecía. Recién incorporada tras sus vacaciones sus sentidos estaban especialmente despiertos. Empezó a repetir "yo soy la luz" sintiéndose una con la fresca belleza de los primeros rayos dorados del día. Con ese mantra entró poco a poco en el santuario que guardaba aquel tul luminoso. Fue entonces cuando se dio cuenta. Sintió con meridiana precisión como en esa fuente de luz, más allá de la luz, su personalidad, su identidad, su ego, no eran más que una sombra. Una pequeña sombra en la gran catarata de luz universal. Apenas un leve pliegue, mínimo, finito y temporal. Sintió que ella verdaderamente no era esa leve sombra sino la pura luz que lo inundaba todo. Siguió repitiendo la frase unos minutos más pero la revelación había pasado. Al llegar a su destino detuvo el motor y respiró hondo unos instantes. Le gustaban sobremanera esos regalos que la vida le daba.