martes, 18 de abril de 2017

Elogio del laberinto


Laberinto 
Foto de  David Marquina Reyes


 


Nunca los laberintos estuvieron más de moda, nunca se construyeron tantos ni se erigieron como estructura social básica. En origen el arquetipo del laberinto significaba prueba, en su seno se escondía un tesoro a menudo guardado por monstruos y peligros. La estructura del símbolo está presente en casi todas las culturas como lugar intrincado que complica el camino hasta el punto de hacer casi imposible hallar la verdadera ruta. Nos muestra una imagen de complejidad y dificultad que de alguna forma todos hemos vivido alguna vez en nuestras vidas. Nos recuerda que en ocasiones no es fácil discernir el camino correcto, aventurar una salida o conseguir una respuesta.

Nuestras grandes megaciudades tienen mucho de laberintos al ser sumatorios de redes complejas que se imbrican entre si. La red de metro, la de transporte de superficie, la red eléctrica, la de agua potable, la de alcantarillado, el trazado de calles, las edificaciones y estructuras... A parte tenemos las redes de comunicación que tejen nuestros teléfonos y ordenadores, radios y televisiones. Una maraña de conexiones que unen incontables nodos. Si lo contemplamos a suficiente distancia veremos claramente el laberinto. Quizá caminando por la calle o reposando tranquilamente en el sofá no sea tan evidente pero no hay duda de que jamás la humanidad había creado antes una complejidad mayor, un laberinto tan enorme y globalizado.

Ante este enorme reto caben varias preguntas: ¿dónde está la entrada? ¿y la salida? ¿cómo orientarnos dentro de él? ¿qué peligros deberemos enfrentar? ¿cómo salir bien librados de la prueba? Disponemos de varios mitos que nos ayudan a responderlas pero son solo orientaciones, el grado de complejidad que enfrentamos es tal que nos obligará a cada cual a dar sus correspondientes respuestas, dado que el laberinto de cada cual es diferente. Sumamos al externo el personal construido sobre una base educativa y cultural que nos determina los muros interiores, los pasadizos y conexiones que separan sensaciones, ideas, emociones y sentimientos. Nuestro protagonista es la atención, el héroe que dotado de una pequeña antorcha deberá avanzar por los pasillos buscando una salida.

Uno de los mayores retos lo constituyen las distracciones que nos asaltarán de todos los modos posibles. En su largo viaje Ulises se encontrará con diferentes personajes y escenarios que tratarán de distraerlo y desviarlo de su misión. ¿Qué es la vida sino una sucesión de contratiempos? No faltarán apetitosas tentaciones, propuestas imposibles de rechazar o promesas de éxito que esconderán traiciones, puñaladas y perdidas irreparables. Encontraremos bifurcaciones que conduzcan a la vida y a la muerte, callejones sin salida, trampas llenas de afiladas cuchillas. Tampoco obviaremos la humedad, los bichos y criaturas que se arrastran, las cucarachas y roedores. Y como no, los personajes que irán apareciendo, a veces agradables y seductores, otras de aspecto nauseabundo o aterrador.

Muchos no pueden soportar la prueba y tratan de escapar de la misma por atajos que conducen siempre a pozos de sombra. Se apoyan en falsos amigos como el alcohol y otras sustancias, el exceso de trabajo o cualquier vicio que otorgue unos instantes de placer y desconexión. Quizá por eso sea tan frecuente encontrar muertos vivientes arrastrando sus pasos por la calle, con la mirada perdida o ahogada en un teléfono móvil. La figura del zombi es enormemente popular porque nos muestra claramente el final de mucha gente perdida, la posibilidad de perdurar muertos en vida, lo que a fin de cuentas es del todo imposible.

Uno de los aspectos más característicos es el paisaje sonoro. Es casi imposible permanecer en completo silencio. Si no nos acosan los anuncios desde cualquier pantalla, lo hará algún aparato escupiendo música o cualquier tipo de emisión. Y en los momentos de supuesta quietud, incluso la nocturna, será finalmente nuestra mente la que no cese de hostigarnos con pensamientos circulares. Dentro de las voces que podremos escuchar se incluyen la de los falsos profetas y vendedores de bebedizos, herederos de aquellos brujos antiguos pero fogueados por el engaño y las técnicas de telemarketing. Dudo mucho que alguien consiga explicar el gran éxito que logran al precio de despistar aun más a los atribulados caminantes.

El primer paso que podemos dar para salir del laberinto es darnos cuenta de que estamos en él. Algo que sabemos desde que Platón nos ilustró con el mito de la caverna, algo que muchos nos han ido recordando a lo largo del tiempo sin que al parecer tuvieran mucho éxito.

No les puedo decir qué pasará, sobre todo al caminar todos como humanidad de la mano, hecho que los más ricos y poderosos se empecinan en ignorar. No se vislumbra una clara salida, toda vez que el entero planeta parece estar involucrado en este ardid. Pero, tal vez, alguno consiga encontrar un momento de silencio, quizá de lucidez, a lo mejor de comprensión. Me gustaría creer que en la perspectiva que se obtiene al subir a la cima o en la clarividencia que nos sale al camino cuando la vida nos da una de sus lecciones hallemos las claves necesarias para dar un paso coherente y acercarnos un poco más a la salida. Dado que cada paso de cualquier ciudadano en la dirección correcta nos acerca a todos a la misma. No se trata de huir sino de comprender, no hay que salir de ningún sitio sino aprender a estar. A fin de cuentas la palabra más difícil de conjugar ha sido y sigue siendo el verbo ser.

Cuando levanten los ojos de este texto y miren de frente la vida que les toca vivir acuérdense de esto. Todo lo tienen ahí delante pese a que las formas que se muestran no son capaces de irradiar todo el esplendor que contienen dado que nuestra visión se mantiene velada. Sonrían y aprecien el misterio, tal vez algún día esos velos sean levantados, en ese momento entenderemos. 









domingo, 16 de abril de 2017

Resucitar





El olvido ha sido siempre la perdición del ser humano. Más si cabe en esta época que denosta a los ancianos. Algunos olvidos son permisibles otros no. Desaprovechar la lección de vida que hay en toda caída, pérdida o derrota tanto personal como grupal es una oportunidad tirada a la basura, un tesoro dilapidado. La memoria histórica que no se cuida nos hace repetir los mismos errores una y otra vez, las mismas masacres, idénticas injusticias.

¿Qué puede pasar si olvidamos el significado de palabras como resucitar? Probablemente lo que ya está pasando: poco a poco hay menos resucitados y más zombis. Menos posibilidades de superar una muerte aparente para recuperar una vida con mayor plenitud y más frecuencia de acabar vegetando muertos en vida.

No es una cuestión de recuperar ritos, novenas o maneras antiguas. Trato de señalar una capa de realidad de más profundidad, el nivel semántico que sostiene la concepción del mundo que como sociedad hemos creado. Vida y muerte danzan a nuestro alrededor desde que el universo fue creado. Desde el paleolítico se empezaron a preguntar cómo funcionaba este misterio y mentes privilegiadas llegaron a la conclusión de que existía una delgada línea entre ambas que denominaron resurrección, transmutación o reencarnación. Un fino hilo de cambio que dotaba al misterio de sentido.

Basta con abrir bien los ojos para encontrar ejemplos. Desde el devenir de las estaciones hasta los manejos del reino vegetal. Desde los ciclos de creación y destrucción hasta nuestra propia biografía donde abundan sombras de muerte que en su momento volvieron a la luz de la vida.

Hoy hay pocos seres capaces de entender estas veladas realidades y menos aun que las sepan explicar. La gente está muy ocupada atendiendo su Whatsapp o sus redes sociales. Y de los antiguos buscadores nos hemos olvidado cubriendo su gloria con una densa capa de distracciones variadas.

El precio del olvido es alto como saben aquellos que tropiezan varias veces con la misma piedra. Si además perdemos el sentido pueden imaginar las consecuencias. No es broma cuando cito la posibilidad de ser un zombi, los mares de la historia están llenos de gente que perdió rumbo y vagó malamente hasta extinguirse.

viernes, 14 de abril de 2017

Dolor y entendimiento







Varón de dolores, varón de comprensión




He sufrido infinitos cólicos, síncopes y abscesos,
Contracturas y lumbalgias, huesos rotos, dedos machacados,
Depresiones profundas, torturas y agresiones.

He perdido hijos, hermanas, parejas amadas y muchísimos padres,
Fortunas, capitales y trabajos, fama, bienestar y prebendas,
¡Me quedé solo tantas veces bebiendo el cáliz verde de amargura!

La vida me venció en incontables ocasiones y no pude seguir,
Elegí laberintos de venenoso alcohol, negras drogas infectas,
Juego viscoso y otros muchos atajos que me hundieron al fondo.

Velé todas las noches que imagines en preocupación gris
O en sentimientos que quemaban la poca esperanza que tenía
Y supliqué a la muerte que viniera y acabara con todo de una vez.

Me convertí en anciano, tullido, decrépito y demente,
En locuras cruzadas con abandono y desazón indescriptible,
En discapacitado para las menores actividades cotidianas.

Todo para terminar comprendiendo una simple lección:
Aunque no lo parezca la agitada superficie de las aguas
De nuestras desordenadas existencias es también un abismo profundo.

No existe ola alguna solitaria, todas se hermanan
En corrientes que dotan de sentido las mareas
Porque el sol y la luna también están presentes.

Es necesario atravesar este largo camino de lecciones
Que constituyen nuestro caminar para entender
Y conseguir la perspectiva que desvele el sentido.

Desde esa altura es posible parar y sonreír
Sabiéndonos capaces de abrazar a todos los demás
Que no dejan de ser nuestra propia vida en otras formas.

¿Quién nos cantará de una manera comprensible
La nana que nos libere del engaño y de la cerrazón
Para recordarnos el verdadero nombre de las cosas?

Tenemos delante la canción desde la noche de los tiempos
Precisaremos de silencio y de valor para callar
Y tocar con las manos esa música que nos regalan las estrellas.

viernes, 7 de abril de 2017

Escapar del mundo


The world within
Foto de Susanne Nilsson



 


“Qué paren el mundo que yo me bajo” es una frase afortunada que condensa lo que mucha gente ha pensado alguna vez. Basta con ver un telediario u ojear un periódico para terminar hastiado de la humanidad. Basta con echar un vistazo a nuestro ambiente laboral, familiar y social para encontrar motivos de escapar lo más lejos posible. En ocasiones basta con darnos cuenta de la oscuridad de nuestros pensamientos o sentimientos para suplicar una salida.

Pero, ¿es posible escaparse del mundo?, ¿alguien lo ha conseguido?. Si miramos la historia encontraremos sabios, santos y virtuosos que aparentemente lo han logrado. Habitualmente tomando vías alternativas y poco ortodoxas. Algunos se marcharon a vivir al desierto o buscaron la soledad de la montaña, otros se dedicaron a servir a los más pobres o excluidos, hubo alguno que vivió subido a una columna y cuentan que muchos se dejaron quemar o torturar por sus ideas.

Como estos ejemplos suelen quedar lejos de la mayoría de nosotros lo más habitual es buscar un atajo. Los hay en abundancia y casi todos terminan en los mismos barrancos. Drogas, alcohol, juego, sexo, hedonismo, distracciones... Es habitual incluir en nuestra jornada unas horas de “desconexión” mientras vemos nuestra serie favorita en televisión, el correspondiente partido de fútbol o jugamos la partida en la consola o el ordenador. Pasamos horas conectados a Internet, a redes sociales a diferentes páginas. Caminamos por la calle mirando nuestros teléfonos móviles ajenos a farolas y transeúntes. Cualquiera que nos mire puede inferir que el grado de despiste es bastante alto, de alguna manera estamos fuera del mundo pero paradójicamente no en la forma deseada por la mayoría.

La verdadera dificultad parece estribar no en escapar del mundo sino en aprender a estar plenamente en él. Habilidad difícil donde las haya. Lo que a menudo nos resulta casi imposible es llegar a aceptar lo que la vida pone en nuestro presente. De echo la libertad humana reside en la facultad de decidir aceptarlo o no, quedarnos en ese presente o darnos la vuelta, abrir los ojos a lo que tenemos delante o mantenerlos cerrados. La huida del mundo es una huida del presente.

Cuando nos duele “el mundo” experimentamos zozobra e inquietud de forma semejante a cuando nos duele una idea o un sentimiento. Nuestro instinto nos impulsa a escapar de esa desazón y buscar tranquilidad o un poco de placer. Compartimos ese programa neurológico con las lagartijas, por eso es tan complejo escapar de él. El quid de la cuestión está en cómo reaccionamos en esa tesitura, ¿es posible mantener la postura y no escapar? Los sabios antiguos vuelven a respondernos, ellos ya caminaron esas mismas sendas con idénticas dificultades. Nos dicen que es posible mantenerse en el presente ante situaciones, ideas o sentimientos adversos. Es posible aceptar y permanecer, de hecho es la manera más idónea según algunos para conseguir que dicha desazón desaparezca o se transmute de una manera óptima. No es fácil de creer, el camino propuesto va en dirección contraria a nuestra forma de actuar. Nos pasamos la vida escapando de circunstancias y de nosotros mismos, negando lo que hay, huyendo siempre que podemos. 

Más que parar el mundo quizá podamos mantenernos a su velocidad, ni más ni menos. Sin tratar de quedar rezagados en el pasado ni propulsados hacia el futuro, tan solo quedándonos aquí, en el presente sea lo que sea que contenga. A muchos les interesa que esto no ocurra. Se venden más productos y servicios a aquellos que tratan de escapar de lo que hay. Cuando uno acepta lo que su presente tiene suele necesitar poco, basta con lo que hay. De cualquier modo me alienta comprobar que a fin de cuentas depende de nosotros.





Publicado inicialmente en la revista online El Emotional 

martes, 4 de abril de 2017

Medicina lenta






Los sistema sanitarios son enormes estructuras con una gran responsabilidad: velar por la salud de la sociedad. Para ello se invierten enormes recursos que mantienen en actividad una maquinaria que en el fondo responde a un diseño industrial. Esto implica una entronización de la eficacia, es un sistema caro al que se le exige rentabilidad.

Por otro lado cada vez hay más necesidad de servicios sanitarios. El envejecimiento de la población y la complejización de los procesos en los mayores y la disminución de la tolerancia a los problemas inherentes a la vida en los más jóvenes hacen que el número de consultas al sistema aumente. En consecuencia se incrementan los diagnósticos, tratamientos, derivaciones hospitalarias y técnicas quirúrgicas.

Cada vez hay menos tiempo para atender cada caso. En España el tiempo medio de consulta en los centros de salud es de 5-6 minutos. Menos en días de sobrecarga, cada vez más numerosos dado que apenas se sustituyen las enfermedades y ausencias del personal.

Hay procesos que se pueden despachar en ese breve tiempo. Para hacer unas recetas o atender un resfriado o un pequeño golpe en el tobillo suele ser suficiente. Otras situaciones requieren mucho más. Recuperar la posibilidad de medicina lenta para atender a una persona que se echa a llorar en la consulta, que afronta un diagnóstico o situación vital difícil, que ya no puede más con su sufrimiento, precisa de un suficiente tiempo de escucha.

Reconozco que es frecuente que no podamos proveerlo porque no es casi imposible muchos días, en parte por nuestra limitación personal, en parte por la del sistema que nos obliga a atender más pacientes de los que sería prudente.

La gente termina buscando esa medicina lenta en otros sitios. Es normal acudir a terapeutas alternativos o complementarios, a herbolarios o tiendas, a masajistas o quiroprácticos... buscando que alguien nos escuche de forma suficiente.

Llevo reflexionando años este tema y hay grupos en Holanda, Brasil, Italia y otros países a los que también preocupa el asunto. No es para menos. En pocos años será posible automatizar muchos procesos sanitarios y tendremos asistentes con inteligencia artificial capaces de ayudarnos con múltiples aspectos de cuidado, prevención, tratamiento y diagnóstico. Lo que no es susceptible de ser automatizado es una escucha de calidad de la que broten una cuidada anamnesis e historia clínica junto con una exploración física adecuada.





FUNDAMENTOS DE LA MEDICINA LENTA


  1. Tiempo suficiente.
  2. Personalizar.
  3. Autonomía y autocuidado.
  4. Salud positiva
  5. Prevención
  6. Calidad de vida
  7. Medicina integrativa
  8. Seguridad primero, no hacer daño
  9. Pasión y compasión
  10. Tecnología basada en la persona.



Slow medicine, your medicine to a healthy life

Ten basics of Slow Medicine

 

1. Time

Time for listening, for understanding, reflection, consultation and emotional support. Medical decision making will improve when doctors invest in time and mindful attention.

2. Personal, individual

Tailor-made care, proper care, equitable care. Indivualisation instead of generalization. The patient is the measure of things and the patient's point of view is leading.

 

3. Autonomy and Self Management

Shared decision making, the patient's values, expectations and preferences are key. This encompasses an embedding of the care program in the patient's environment; family, neighbours, friends and other resources.

 

4. Positive Healh

New health-defining concept “positive health” (researcher Machteld Huber) focusing on resilience and self management. Shifting the emphasis to health (rather than illness) helps policy makers and politicians to change their approach to health care and disease prevention. This change is urgently needed if we are to maintain high quality care that is also affordable.

 

5. Prevention

Healthy, slow food is the basic medicine to a healthy life. And to keep in physical shape through exercise. Positive thinking can (re)program our brain to stay healthy.

6. Quality of life
Doing more does not always mean doing better. Quality over quantity, the acceptance of the inevitable. Doing nothing as a (medical) art.

7. Integrative medicine

The best of 2 worlds: regular medicine if necessary. Additional medicine if possible, preferably evidence based. Safety over effectiveness. No metaphores of war, fight etc but of recovery and equlibrium/balance.


8. Safety first: do no harm

Hippocrates' oath: Primum non nocere and iI dubio abstino.

 

9. Passion and Compassion

Medical peer networks such as Platform ECG en Compassion for Care are aiming to reenter the themes compassion en passion in care. Too much focus on working by the book and control will harm care and working in the care sector.

 

10. Human focused technology

Hi-tech serves humans, not the other way around. New technologies have to be designed to enhance self management and the Slow Medicine objectives.




Si te interesa el tema te dejo una interesante entrevista a Ladd Bauer

lunes, 3 de abril de 2017

Estibadores sanitarios


Foto: El médico interactivo.






Siempre que acudo a la Organización Médica Colegial o al Colegio de Médicos de Madrid tengo sentimientos ambivalentes. En el primer caso por la paradoja de estar a unos metros del Congreso y no ser capaz de gritar un mensaje por la ventana que sea susceptible de que sus señorías reciban de forma inteligible. En el segundo por lo decimonónico del edificio que alberga ecos de pasados tiempos gloriosos y de la propia organización casi tan vetusta como sus salones.

Hablando con Vicente Matas, un instante antes de mi intervención en la presentación del documento AP25, este me decía que tendríamos que aprender de los estibadores que han sido capaces de negarse a unas fabulosas condiciones de prejubilación imponiendo su criterio a las enormes presiones del gobierno. Creo que en parte tiene razón. Los médicos no hemos sabido vertebrar una función de lobby coherente y con una mínima fortaleza. Se nos ha ido la fuerza por la boca en luchas intestinas en las que cada cual defiende su parcela, en especial en Medicina de Familia. Seguimos siendo la Cenicienta del sistema pese al talento, inteligencia, coraje y tesón de una enorme lista de profesionales, unos conocidos y otros no.





Yo me siento en parte estibador. Al fin y al cabo tras la conferencia me tocó descargar los problemas de cuarenta naves mercantes, varias de las cuales lloraron en consulta, otras vinieron de urgencia con preocupaciones distintas, hubo casos complejos que tardé en desenredar y finalmente una cirugía menor que me llevó más tiempo del habitual porque alguien había cambiado de sitio los cabezales del bisturí eléctrico. Pero tengo que dar la razón a Vicente, pese a todo lo cargado poco es lo que trasciende fuera de la consulta. No soy capaz de contarlo como esos Youtubers que todos critican pero que son capaces de llevar su mensaje a millones ni tampoco de una forma que interese a los medios, hábidos de titulares que no tengo el estómago de dar. Habrá que buscar más estibadores sanitarios y contar con jóvenes, mujeres y poetas que son los grandes ausentes en las estructuras y órganos de decisión de las organizaciones llenos de prosa y de corbatas.

En la OMC me encontré con los viejos guardianes, un nutrido grupo de colegas bienintecionados y con largos curriculum a sus espaldas. Gente sabia y profundamente conocedora de los laberintos sanitarios en los que yo, con treinta años a mis espaldas recorriendolos desde la facultad, aun me sigo perdiendo. Daban ganas de abrir las ventanas y ponerse a gritar, daban ganas de pedir ayuda a esos valientes estibadores que no se han achantado a las presiones. ¿Dónde estarán los estibadores sanitarios? probáblemente unos en sus consultas y otros en la univeridad o en la residencia. Habría que llamarlos, tendríamos que invitarles a llenar la OMC, los colegios y las instituciones sanitarias y desde allí generar algo más potente que documentos de consenso, guías y otros sesudos materiales extremadamente costosos en esfuerzo humano pero lamentablemente poco eficaces como herramientas de llamada de atención.

Juan Gérvas lo intuyó hace años cuando creó sus formidables Seminarios de Innovación en Atención Primaria invitando a juniors y seniors, a enfermeras, estudiantes y médicos de cualquier perfil. Poco a poco van surgiendo eventos que siguen esta línea. La jornada científica Vídeos y Salud consiguió hacer lo propio durante tres años y hace unas semanas ha sido un éxito el congreso La cabecera en Granada. Cada vez hay más eventos independientes que permiten que los profesionales se reúnan y encuentren para generar reflexión y conversaciones. Encuentros en los que son bienvenidos estudiantes y jóvenes, se invita a gente diversa y se da voz a mujeres y hombres por igual.

En mi opinión es el camino a seguir. Generar creatividad e innovación encontrándonos y caminando juntos. Si las instituciones médicas ayudan será estupendo, si no se adaptan habremos perdido una oportunidad.




Foto: grupo de estibadores en el congreso (EFE)

domingo, 2 de abril de 2017

El abismo (sanitario)



Caminito del Rey, Málaga






Respuesta de MªPaz (vía Facebook) Sí, y los que más lo tenemos somos los pacientes, porque no hay una comunicación entre Hospitales y Atención Primaria y eso nos hace dar muchas vueltas, y nos genera incomodidad justo cuando nos encontramos enfermos o atendiendo a familiares enfermos. Así que, por favor, pónganse a tender puentes por los que transitar para crear vínculos ambas partes de la Sanidad; puentes por los que podamos transitar los enfermos sin tantas dificultades. ¡Ah... y escuchen a médicos y personal sanitario de Atención Primaria que son los que nos atienden de continuidad y conocen a los enfermos como un todo y no sólo por partes, como pasa en los hospitales!  Y quiero hacer constar que valoro al personal que trabaja para la Sanidad Pública, muy especialmente tras estos años de recortes y política sanitaria nefasta.





En el reino sanitario hay un abismo insondable que separa dos formas de ver el mundo de la salud y en consecuencia de plantear su cuidado. En la vieja orilla está la visión que considera al ser humano una realidad integral compuesta de cuerpo, psicología, circunstancias sociales y ámbito espiritual. En ella trabajan sabios que manejan la mayoría de las cuestiones de salud cotidianas, pequeños procesos que solucionan con pocos medios. En la otra está la visión más moderna que considera a los humanos como máquinas hechas de piezas y aparatos. Cada sabio de aquí se dedica a diagnosticar y tratar una pequeña parte. Son muy buenos en su propia parcela, capaces de solucionar problemas muy complejos.

El abismo es cruzado por estrechas pasarelas por donde van los peregrinos en largas colas de un lado al otro llevando en la mano la carta que mandan los sabios de la orilla vieja o la que responden desde la orilla nueva. Es frecuente que en el largo camino terminen volándose por el viento y el peregrino se pierda en el laberinto de escalas y cuerdas que penden de cada pequeño puente. Esto pasa sobre todo cuando en la orilla nueva comienzan a mandarle de una capilla a otra sin que el peregrino regrese en una buena temporada a la orilla inicial. En esos casos se suele ir generando un ovillo de papeles, tratamientos superpuestos y cascadas de pruebas con indeterminado desenlace.

Salvo excepciones, se sigue usando al peregrino como correo en las comunicaciones entre las dos orillas. Nadie ha pensado que podía ser útil que los sabios se conocieran las caras o que existiera alguna vía más directa para poder hablar. Con el tiempo las cosas se van complicando al disminuirse el tamaño de la vieja orilla con las permanentes obras de reducción del reino y terminar los pacientes en la nueva tras cruzar saltando por urgencias o desde otras capillas de la nueva. Cada día que pasa hay más agobios en la vieja orilla y los cansados sabios escriben menos palabras en las cartas lo que dificulta mucho la labor de la nueva orilla incapaz de diferenciar el trigo de la paja. Por otro lado los peregrinos son ahora más mayores y parecen más enfermos, no habiendo muchos recursos para que algún alma caritativa los pueda cuidar cerca de su casa.

Los niños que tras la escuela se quedan un rato mirando la escena no entienden porqué no se dan cuenta de que el abismo realmente no es tal, de que es posible bajar con una pequeña escalera al fondo y cruzarlo andando como si de una piscina seca se tratara. A veces lo anuncian con todas sus fuerzas, otras se aburren de gritar y terminan marchando al descampado a jugar al fútbol. En una ocasión alguien les vio vociferar desde la orilla nueva y horrorizado cerró la ventanilla, era el Sumo Pontífice Sanitario y no estaba de humor para escuchar pamplinas. Bastante tenía él con mantener tranquilos a la caterva de jefes de servicio que revoloteaban traviesos a su alrededor pidiendo el aguinaldo.






Cuento dedicado a Sergio Minué que gusta de la analogía, la literatura y las viejas imágenes.

viernes, 31 de marzo de 2017

El congreso sanitario del futuro ya existe #eclinica2017


Un congreso de salud diferente:

75 ponentes
4 días
42 talleres
12 sesiones paralelas

+

un nivel altísimo de calidad en organización y contenidos
orientación predominantemente práctica
cuota de inscripción asequible
independiente, sin patrocinadores
multidisciplinar y multiprofesional
abierto a estudiantes y profesionales en formación
incluye contenidos artísticos y humanísticos
conocerás un equipo humano fuera de lo común
encontrarás motivación



Si tienen en cuenta mi opinión créanme si les digo que no hay ningún congreso nacional como este. El grupo Comunicación y Salud de la SEMFYC tiene una larga trayectoria y experiencia en organizar encuentros científicos que no dejan indiferente a nadie. Saben que los profesionales de la salud suelen ir sobrados de conocimientos y faltos de experiencias y motivación, por eso proponen un enfoque práctico basado en talleres con un punto de creatividad.

No verán propaganda ni publicidad. El congreso se sufraga con las cuotas de inscripción y el apoyo de SEMFYC, no hay patrocinadores industriales.

Y sin duda se encontrarán con enfermeras, estudiantes, epidemiólogos, psicólogos, residentes, médicos de hospital y de atención primaria... afortunadamente es una reunión científica multidisciplinar y multiprofesional.

Háganme caso y apunten la fecha: 11 a 14 de octubre en Córdoba, que como saben es una de las ciudades más bonitas de Europa.









Si tienen interés tienen más información aquí y pueden mandar comunicaciones o propuestas aquí.


Pueden seguirlo en Twitter: @congresoCyS o en la etiqueta  #eclinica2017

jueves, 30 de marzo de 2017

¿Es posible construir capital científico y tecnológico en Atención Primaria?


Foto: Edición de este año de los Seminario de Innovación en Atención Primaria




A día de hoy los esfuerzos por crear capital científico y tecnológico en Atención Primaria parecen centrarse en herramientas informáticas con la historia clínica electrónica y la receta electrónica así como en sistemas de información. Al distribuirse la energía en 17 frentes la cosa va bastante retrasada, máxime cuando la coordinación brilla por su ausencia y se duplican inversiones y esfuerzos.

Nos estamos quedando atrás.

Josep Fumadó me pidió que reflexionara con el grupo de salud rural de la OMC sobre este tema dentro de las jornadas que tendrán lugar hoy y mañana en la sede de la organización y en las que se presentará el documento Atención Primaria 2015. Participo en la mesa del viernes a las 11h. serán bienvenidos si quieren personarse y compartir con nosotros.


Les dejo las líneas de reflexión que compartiré (la presentación se ve en 3-4 minutos)




lunes, 27 de marzo de 2017

El deseo y la actividad física en las mujeres





Fotografía de Hengki Koentjoro



La sexualidad suele ser la gran ausente en las consultas de medicina de familia. Se verbalizan únicamente una pequeña proporción del total de casos existentes. Por otra parte los profesionales sanitarios tampoco tenemos una sólida formación. Por estas razones comparto esta investigación que se está realizando en estos momentos en Atención Primaria relacionando el deseo sexual de las mujeres con su grado de actividad física. Agradeceré nos ayuden a distribuir el presente formulario entre las mujeres que puedan estar interesadas en colaborar. Requiere cuatro breves minutos.


Muchas gracias.

Si desea el enlace del cuestionario lo tiene aquí.





viernes, 24 de marzo de 2017

@Deathcafe #HablemosDeLaMuerte ¿sirve de algo?


Hengki Koentjoro
Hengki Koentjoro
Hengki Koentjoro
Foto: Hengki Koentjoro



Veo tu belleza
veo muerte tu aguijón
nieva por dentro




Ayer en 20 ciudades españolas y de otros países tuvo lugar un @Deathcafe, iniciativa de Jon Underwood y Sue Barsky Reid, basada en las ideas de Bernard Crettaz, que en esta edición promovía el proyecto HUCI con la infatigable energía de Gabi Heras.

¿Sirve de algo hablar de la muerte en una sociedad que la esconde y la considera algo negativo? A tenor de lo compartido en el diálogo que en Collado Villalba tuvimos nueve personas de ámbitos profesionales, personales y sociales distintos yo diría que sí. Dado que en familia o con amigos es casi imposible sacar el tema a todos los participantes en el encuentro nos hizo bien escuchar las ideas, sentimientos e inquietudes de los demás y compartir las propias.

En este mundo hipertecnificado donde cada vez se muere peor, más en soledad, en ambientes hospitalarios alejados del domicilio, tras procesos que abundan en intervencionismo sanitario y escasez de comunicación de calidad, parece que recordar que los demás albergan pozos de conocimiento y sabiduría sobre el tema de la muerte esperando ser abiertos es una buena noticia. Y es que todos, llegados a una edad, hemos vivido muchas muertes tanto ajenas como propias. Hemos asistido a muertes y despedidas de seres queridos y amigos, de mascotas, de pérdidas de salud, trabajo, propiedades, dinero o dignidad, de duelos sencillos y complejos. Hemos quizá muerto alguna vez al ser abandonados de adolescentes por la persona que adorábamos o tras ver como todo lo que constituía un mundo aparentemente inexpugnable se hundía como un castillo de naipes bajo una suave brisa.

Los contertulios que ayer me acompañaron me dejaron claro que la muerte es real, que las cicatrices que deja tras su paso son reales. Algunos la habían visto pasar de lejos otros de cerca, todos conocían su rigor y la sensación fría que anuncia su llegada. Tal vez por eso agradecimos especialmente la agradable cafetería que nos acogía con una chimenea al fondo, una televisión apagada y música a un volumen que permitía hablar tranquilamente. Saber que no éramos los únicos era reconfortante. En una sociedad que no trata este tema conseguimos salir a la calle sin estruendo, de una manera lúcida y discreta, haciendo algo que nos enseñaron nuestros abuelos griegos: convertir el espacio público en una plataforma de diálogo. Al despedirnos había sonrisas en las caras. Un sentimiento de satisfacción que no precisaba de palabras, aquel par de horas había merecido la pena.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Tomar conciencia del exceso





Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos habitamos una vida de exceso. La existencia nos provee con una sobreabundancia que roza el absurdo. Las casi infinitas gotas de agradable agua caliente que acarician nuestra piel en la ducha, la ropa limpia con la que nos vestimos, el desayuno abundante con alimentos diversos provenientes de muchos lugares... Abrimos el día con elementos suficientes para despertar el asombro y la gratitud, lamentablemente suelen pasar desapercibidos, y no tomamos conciencia instalados como estamos en densos niveles de despiste, pensamiento rumiante y embotamiento afectivo. Algunos lo llaman estrés, otros ritmo de vida moderno, yo prefiero decir alienación. Estamos alienados por las circunstancias y sobre estas por nosotros mismos y nuestra programación mental.

La incapacidad de tomar conciencia del exceso que el universo ha provisto a nuestro alrededor con un planeta como el que habitamos, un diseño genético como el que encarnamos y unas posibilidades de aprendizaje y crecimiento como las que tenemos nos sume en una oscuridad de la que no es fácil salir. Terminamos convertidos en zombis de la queja, seres que vagan por el mundo llenándolo de protestas y otros contaminantes. Es imposible ser feliz cuando no se alcanza a ver la maravilla y uno habita en sombras permanentes. Por eso los poetas han sido siempre determinantes y eran bien considerados y mejor acogidos. Es necesario cantar las maravillas para recordar que están ahí y poder sentirlas en plenitud. Hoy las pantallas y la propaganda han expulsado a los poetas, hemos construido una sociedad opulenta que se siente mísera. Nuestros indicadores de salud son altísimos pero la gente se siente cada vez más enferma, económica y políticamente estamos mejor que nuestros abuelos pero la mayoría protestamos de continuo por no sentirlo así. "Cualquier tiempo pasado fue mejor", dicen algunos torciendo la mirada para evitar ver que la evidencia dice lo contrario. Nos sentimos deficitarios y carentes por tanto compararnos con el resto. Todos quieren ser como el millonario, el deportista famoso o la escultural actriz y como no lo consiguen terminan protestando por una injusticia inconsistente dado que esos que admiran por su brillo también tienen sombras alargadas convenientemente disimuladas por los técnicos de iluminación correspondientes.

Nos jugamos nuestra felicidad según interpretemos que el vaso que nos sirve de la vida está medio lleno o medio vacío. Según nos coloquemos en la bancada de los que sienten las carencias de la vida o su desbordante generosidad terminamos gritando protestas y quejas amargas o coreando alegres consignas. No es difícil adivinar cuál es la grada de mayor tamaño en este partido. De cualquier manera me gustaría invitarles al pequeño palco donde desde antiguo se instalaron los que se atrevieron a mirar la vida con ojos de niño, loco o poeta. Es un lugar pequeño, modesto, alejado del terreno de juego pero en su simplicidad rebosa un esplendor difícil de contar con palabras. Es en este rincón de donde surgirá de nuevo la posibilidad de comprensión que permita avanzar el siguiente paso a esta humanidad torpe pero tenaz de la que formamos parte. Anímense y visítenlo, está mucho más cerca de lo que se imaginan.

lunes, 20 de marzo de 2017

El algoritmo de la salud






Lo que va a transformar definitivamente la medicina tal y como la conocemos serán unas breves líneas de código, un algoritmo que conseguirá diagnosticar y tratar apoyado por inteligencia artificial, big data y biosensores. El algoritmo lo constituirán unas pocas fórmulas matemáticas y una serie de diagramas lógicos que aplicarán estadística a cada caso clínico que se le plantee. En una primera fase habrá asistencia humana en el proceso, en una segunda supervisión y en la tercera autonomía completa. Será posible ofrecer asistencia médica desde cualquier móvil, lo que revolucionará el sector de la salud. Seguirán existiendo médicos pero se reservarán para casos o procesos complejos que precisen de relación médico paciente o bien para ciudadanos que se lo puedan costear.

El algoritmo es como el Santo Grial, quien lo encuentra gana la vida eterna de la prosperidad y el éxito como ocurrió con los creadores del buscador Google y otros tantos héroes de nuestro tiempo. Tan solo decirles que hay muchas mentes pensando sobre esto y que más pronto que tarde usted será informado.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Hablar de la muerte con naturalidad






Todos nos vamos a morir. Sin embargo no nos solemos acordar. No nos gusta hablarlo ni siguiera pensar en el tema. Desde mi experiencia como médico puedo decir que esta actitud social no es sana. Dar la espalda a la realidad de la muerte, considerarla tabú y esconderla en lo más recóndito de los hospitales o de la vida privada nos aleja paradójicamente de la vida. Por eso apoyo la iniciativa #hablemosDeLaMuerte que promueve el proyecto HUCI. El día 28 de marzo tendrán lugar en muchos lugares del mundo reuniones donde hablaremos del tema con tranquilidad mientras nos tomamos un café. Si estás interesado/a puedes consultar el lugar más cercano. Es una buena oportunidad para mirar a la cara una parte de lo que nos constituye como humanos, de acercarnos con otros al misterio del final de la vida y compartir nuestros pensamientos, ideas y sentimientos.



Si vives en la sierra Madrileña, estaremos en Villalba con Soledad Gallego y Gabi Heras.

En Twitter:  #hablemosdelamuerte

viernes, 10 de marzo de 2017

Relato: la maleta del doctor Casado

 Suitcases
Foto de Tom Godber




Quedamos en la calle Atocha, necesitaba comprar una maleta y me pidió que le acompañara. Lo hice encantado sabiendo que aquello era una despedida. Su vida iba a cambiar radicalmente, estaba a punto de dar uno de esos pasos singulares en los que dejamos atrás todo lo vivido y nos lanzamos de bruces a lo que nos queda por vivir. La maleta era preciosa, un modelo grande de cuatro ruedas ligero pese a su resistencia. En ella metería todas sus pertenencias, lo que no cupo lo regaló. Fuimos a tomar un café y hablamos de esto y aquello, atendiendo más a lo que no decíamos que a las meras palabras. Un intenso sentimiento agridulce me embargaba mezclando la alegría por asistir a un alumbramiento con la pena por ver alejarse al amigo. La maleta acompañó nuestra conversación y un pequeño paseo. Su mutismo hablaba de lo por venir, su vacuidad de la levedad humana que cantan los poetas. Nunca antes había escuchado a un objeto hablar tan claro. Tras darnos un abrazo seguimos cada uno su camino, yo hacia Sol, él con su maleta hacia una nueva vida.


martes, 7 de marzo de 2017

Inteligencia colectiva hacia una sanidad en red


 Uno de los medios de referencia informativa en el mundillo sanitario es Diario Médico. Estos días me han publicado la siguiente Tribuna tanto en la edición electrónica como en la de papel permitiéndome reflexionar sobre temas de mi interés como la inteligencia colectiva, la arquitectura de procesos en red y la comunicación aumentada. Les comparto el texto esperando sus comentarios.











La automoción está sufriendo una revolución que nace de dos fuentes, la automatización de la misma y la conexión en red. El futuro de la movilidad vendrá definido por estos horizontes que la transformarán progresivamente permitiendo que los automóviles se conduzcan solos e interactúen entre ellos y el entorno. Si miramos a otros lugares constataremos que está ocurriendo lo mismo con procesos industriales y de servicios que están transformándose en virtud a los mismos factores. El problema lo encontramos en instituciones y organizaciones que por su tamaño o características tienen grandes inercias que dificultan una adaptación. El Sistema Nacional de Salud es un buen ejemplo con su enorme plantilla y gran complejidad. Muchas voces llevan tiempo anunciando que la estructura de gestión piramidal típica de los anteriores sistemas sólidos ha quedado obsoleta en los tiempos de la modernidad líquida pero de momento nadie parece haber conseguido motivar alternativas dignas de mención. En mi opinión no creo que haya que inventar la rueda de nuevo, bastará con mirar cómo se están adaptando otras organizaciones y tratar de implementar, en la medida de lo posible, esas mejoras al mundo sanitario.

Automatizar la sanidad es algo irrenunciable, nos guste o no. "Todo lo susceptible de ser automatizado lo será", esta ley de hierro no dejará ningún proceso sin ajustar. Por eso es imprescindible aplicar mecánicas de inteligencia colectiva para discernir y priorizar los procesos que habrán de automatizarse primero y los que habrá que modificar después, lo que no será fácil al previsiblemente prescindir de personal. Sin embargo es un reto que no es posible demorar más dado que en el momento actual profesionales de alta cualificación pierden mucho tiempo en burocracias y procesos redundantes de los que podían ser liberados si se aplicara un mínimo de sentido común. Se forman bucles de ineficiencia en los que los pacientes recirculan o rebotan de un servicio a otro o se eternizan en los mismos. Se sobrecarga a los profesionales obligándoles a manejar un mayor número de consultas en tiempos reducidos. En pocas palabras: se pierde mucha energía en forma de calor y el sistema se recalienta peligrosamente.

La conexión dentro del sistema sanitario es otro de esos muros que nadie ha conseguido derribar. Seguimos funcionando con compartimentos estancos que buscan sus objetivos y ventajas en competencia y escasa colaboración con los demás. La comunicación entre niveles asistenciales o entre las áreas de gestión y toma de decisiones y el resto de profesionales viene siendo nula o escasa desde tiempos inmemoriales. El alto gestor no pisa jamás el ámbito asistencial y el mesogestor en contadas ocasiones. Tampoco se facilita la escucha activa al profesional por parte de los mismos. La caricatura del bar del oeste americano en el que todos se pelean contra todos mientras el pianista continúa tocando a duras penas es tristemente aplicable al mundo sanitario. Conseguir niveles de alta conexión entre sistemas es otra gran prioridad imprescindible en el entorno de merma de recursos y aumento de complejidad que nos rodea. Será preciso construir estructuras de red social profesional e incentivar su uso para edificar desde ellas una nueva cultura de comunicación y colaboración donde los que más y  mejor lo hagan tengan incentivos y los que no se sumen sean susceptibles de ser motivados y acompañados para unirse a los demás. De este modo la atención a casos complejos o poco frecuentes aumentará en calidad y eficiencia. Imaginen que entra al sistema una prueba diagnóstica con una imagen de cáncer renal. Si en lugar de tener que dar respuesta un único servicio de radiodiagnóstico pudieran darla un conglomerado de los mismos trabajando en red el dictamen sería mucho más afinado. O pongamos un paciente con patología de la mano que necesite cirugía. Un servicio de traumatología convencional de un hospital mediano que no tenga cirujanos especialistas en dicha zona tal vez pueda dar respuesta a casos no complejos pero si trabajasen en red con otros servicios un caso de alta complejidad sería tratado por quien tuviera la competencia suficiente.

Es cierto que existen profesionales sanitarios que llevan años dando ejemplo de inteligencia colectiva y trabajo en red pero también lo es que no han conseguido incluir al personal de alta gestión que es el que debería liderar estos cambios ni al ciudadano medio que es el que finalmente recibirá el servicio. Por muy buenas ideas o gran motivación que exista entre los profesionales no será posible un cambio organizacional si no se permite el mismo desde arriba y si no se escucha a la ciudadanía.

La paradoja que enfrentamos es la necesidad de contar con todos los agentes para conseguir la mejor toma de decisiones posible buscando el bien común cuando llevamos toda la vida luchando unos con otros por las migajas del beneficio personal. Este reto, que de alguna manera es multiaxial e incluye a toda la humanidad contemporánea, es el que decidirá el rumbo de la misma en los próximos años.  El primer paso lo habremos de dar cada cual abriendo nuestra mente para ser capaces de escuchar mejor a los demás y aprender a dialogar con los que mantengan ideas o posiciones distintas a la propia. El segundo precisará de transformar esos diálogos interdiciplinares en grupos de motivación que vayan progresivamente cambiando la cultura institucional. Y el tercer paso requerirá de la inclusión de una voluntad política y de gestión que favorezca el avance y que cuente de una forma real con todos los actores así como con pacientes y ciudadanos. No creo que estemos hablando de utopías, otros lo están haciendo ya. Tan solo hay que tener humildad para reconocer nuestros miedos e inercias y tener el valor de dar el salto juntos. Caminar en solitario ya no será posible en ningún sistema humano que quiera seguir desarrollándose.