lunes, 20 de septiembre de 2010

El miedo como generador de enfermedad

El miedo es una emoción humana con la que convivimos. Es cierto que esa convivencia no es adecuada en nuestra sociedad y que vivir permanentemente bajo los efectos de dicha emoción tiene efectos psicológicos y físicos constatables. Tomar conciencia de nuestros miedos, expresarlos, contemplarlos y enfrentarlos son modos de mantener la salud mental y no permitir que la emoción nos bloqueo o inunde de malestar emocional.



Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática, escribe un artículo en EL PAIS sobre el miedo global del que entresaco unos apuntes.

"En nuestra sociedad muchos miedos son debidos precisamente al incremento de la seguridad; el hábito de la seguridad ha agudizado la percepción de la pérdida. Vivimos en un mundo en el que podemos perder más porque tenemos mucho, respecto de un mundo donde podíamos ganar más porque teníamos muy poco."

"En las sociedades tradicionales había grandes miedos pero eran bastante previsibles: la carencia, el hambre, la enfermedad, la guerra. Lo improbable se situaba en un horizonte de tipología del miedo constante. Contra estos miedos podía uno organizarse en cierto modo. En cambio ahora, las fuentes del miedo son más inciertas e indeterminadas, lo que ha venido explicándose como un mundo más de riesgos que de peligros. En nuestra sociedad no podemos programar los riesgos, no tenemos un catálogo de ellos."

"Al mismo tiempo, sucede que los dos principales dispositivos para liberar al hombre del miedo -la técnica y la política- han perdido buena parte de su eficacia. La técnica se ha convertido en una multiplicadora del riesgo y la incertidumbre, mientras que la política, en su clásica forma estatal, es incapaz de hacer frente a los desafíos de la globalización. "

"El miedo global se caracteriza porque no tiene su origen en la amenaza potencial del semejante, sino en la inquietud provocada por el diferente."

"En orden a la constitución o mantenimiento de una sociedad democrática, el miedo no es ni bueno ni malo; todo depende del uso que se haga de esa pasión humana elemental. Nuestro gran desafío consiste actualmente en darle un cauce razonable, cómo transformarlo en una fuerza constructiva que nos permita conocer mejor la realidad y fortalecer la convivencia democrática. Hay que llevarse bien con el miedo y gestionar esa doble dimensión, esa suerte de ambigüedad que le caracteriza: puede paralizar, pero también organizar estrategias de defensa y construcción. El miedo no es solo paralizante, sino organizativo. Bien administrado, puede tener una gran capacidad cognitiva frente al riesgo."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Superinteresante, me da que pensar

...del miedo a la enfermedad y en la enfermedad nos aparece otra vez el miedo...en una espiral