martes, 20 de agosto de 2013

Relatos de verano: el peor escenario posible


Vuelvo a repasar los datos. Caen gotas de sudor por mi frente, los informes que tengo delante no están equivocados, no lo pueden estar. Tras seguir hace unas semanas la pista de ese viejo libro que me recomendó Robinson empecé a hacer cábalas y encontrar evidencias irrefutables. Tomé de nuevo entre mis manos el viejo manual,  "Sano y salvo y libre de intervenciones médicas", Juan Gérvas y Mercedes Pérez... Estaba todo en el índice... Y luego los informes de la OMS, datos fehacientes que ilustraban con gráficos escalofriantes las cifras de obesidad, diabetes, hipertensión, colesterol... También disponía de datos de las nuevas enfermedades, un altísimo número de niños padecía déficit de atención e hiperactividad, otros catarros múltiples, moquitis perenne o tranquilidad excesiva. Los adolescentes sufrían, trastorno de timidez aguda, pabitis prolongada o sofafilia televisiva. Las mujeres se llevaban la peor parte como siempre, los embarazos eran en un 90% seguidos en unidades de alto riesgo, a partir de los 20 años se las sometía a un seguimiento intensivo bimensual en unidades de mama especializadas y a partir de la menopausia se las trataba a todas frente a la cascada de enfermedades que esa edad producía, desde los huesos a la piel, el ánimo o los terribles sofocos.
No había duda, los datos lo mostraban a las claras, los individuos saludables eran menos del 5%. Se cumplía así la terrible predicción del profesor Zurita que sostenía que la humanidad sigue una curváis de Gauss de patología creciente orientada a la enfermedad máxima y a la muerte. La paradoja es que nunca antes habíamos vivido con estándares tan altos, tecnología sanitaria hiperdesarrollada, alimentación bioecológica, protección social completa... Que los extranjeros más allá de las vallas padeciesen miserias era comprensible, pero nosotros, en nuestra posición...
Estaba claro que algo iba mal, algo importante.

1 comentario:

Juan Francisco Jiménez Borreguero dijo...

Lo peor de todo es que, mas que cuento, desgraciadamente es real como la vida misma.