domingo, 16 de marzo de 2014

¿Dónde está la verdad (sanitaria)?



Poncio Pilatos, tabla de Jan Lievens



El mundo sanitario ofrece incontables servicios. La lista de posibilidades diagnósticas, terapéuticas y rehabilitadores es inmensa. Es un bosque abigarrado donde no es fácil ver la luz. Cuando tenemos un problema de salud ¿cómo encontrar el curso de acción óptimo para nosotros?

Está claro que cada actor tiene su propia voz y su propio criterio basado en sus valores y en sus intereses. Si tenemos un niño inquieto la industria farmacéutica nos dará una recomendación de un producto que probáblemente no coincida con la opinión del pediatra. Si tenemos una próstata aumentada de tamaño el urólogo nos recomendará algo distinto que el médico de cabecera. No puedo evitar la escena en que Pilatos, tras someter a interrogatorio al Nazareno, se lava las manos lacónicamente mientras dice aquello de "¿Qué es la verdad?".

Como referencia a la verdad sanitaria me gusta citar a Rafa Bravo, uno de los médicos españoles que más ha hecho para promocionar, divulgar y mejorar la Medicina Basada en la Evidencia. Y a mi amigo Alejandro Jadad que hizo lo propio en Reino Unido y Canadá. El problema lo tenemos cuando los intereses industriales entran en el juego con dinámicas poco transparentes o capciosas. Los intereses de los supuestos expertos por un lado y la investigación sesgada por otro son grandes cortapisas. La falta de publicación de resultados que no favorezcan a un determinado producto también.

Des Spence lanzó una pertinente reflexión hace dos meses desde el British Medical Journal (traducido al español por Salud y Fármacos) sobre las amenazas que se ciernen sobre la medicina basada en la evidencia que se suman a las ya anunciadas por Ben Goldacre en su famoso Bad Science.


Si las sociedades científicas y sus expertos se escoran más hacia el lado de la industria que al del rigor científico y los pacientes la cosa se pondrá fea. De muestra un botón: el affaire de la misteriosa carta de los 18 expertos enmascarados en contra del paper de los doctores Enrique Gavilán y Javier Padilla sobre la vacuna del papiloma humano...


Los ciudadanos terminarán preguntándose ¿qué intereses tiene el profesional sanitario que me atiende? si no conseguimos ser más transparentes la sociedad lo exigirá.








1 comentario:

AngelaN dijo...

Tanto Bad Science como Bad Pharma debieran ser obligatorios en la facultad. Tiempos interesantes para todos, pero especialmente para los que nunca hemos tenido en un altar a la MBE.