viernes, 10 de octubre de 2014

La esperanza como medicina






 "Allá, asomando entre las nubes por encima de un peñasco sombrío en lo alto de los montes, Sam vio de pronto una estrella blanca que titilaba. Tanta belleza, contemplada desde aquella tierra desolada e inhóspita, le llegó al corazón, y la esperanza renació en él. Porque frío y nítido como una saeta lo traspasó el pensamiento de que la Sombra era al fin y al cabo una cosa pequeña y transitoria, y que había algo que ella nunca alcanzaría: la luz, y una belleza muy alta. Más que una esperanza, la canción que había improvisado en la Torre era un reto pues en aquel momento pensaba en sí mismo. Ahora, por un momento, su propio destino, y aun el de su amo, lo tuvieron sin cuidado. Se escabulló otra vez entre las zarzas y se acostó junto a Frodo, y olvidando todos los temores se entregó a un sueño profundo y apacible."

 JRR Tolkien



En medicina hay un viejo adagio que dice "curar a veces, aliviar a menudo y confortar siembre". Para muchos será muy discutible. En cinco minutos de consulta como tenemos ahora es complicado confortar. El aumento de la esperanza de vida y los hábitos de alimentación excesiva y gran sedentarización están complejizando la situación vital de muchas personas mayores que se ven aquejadas de un gran número de patologías para las que toman muchísimos medicamentos. El cielo de muchas personas en tiempo de enfermar está permanentemente encapotado. No se ve la luz.


Y el ser humano necesita esa luz. La necesita como el aire que respira. Sin esperanza no puede vivir, el ser se marchita pronto y se deteriora sin remedio.

Los médicos modernos dependemos mucho de la ciencia. Esto está bien, la ciencia nos ha permitido avanzar mucho y encontrar mejores remedios y formas de aliviar. Pero no todo es ciencia en medicina y aliviar y confortar son verbos que precisan de algo más para ser conjugados.

Las dimensiones humanista y creativa de la medicina han sido relegadas a un rincón. En las empresas sanitarias con ánimo de lucro o centradas en resultados medibles han dejado de tener importancia. Pero las personas en tiempo de enfermar siguen anhelando profundamente ese tipo de aproximación, de ayuda.

Es necesario que tras salir de la consulta la persona enferma lleve algo más que una receta en la mano. Es necesario ayudar a que estas personas y sus cuidadores sean capaces de rescatar el brillo de alguna estrella por muy negro que esté el cielo en las circunstancias que vivan.

Por eso me parece tan importante que todo profesional sanitario cuide su camino personal de contacto consigo mismo. La única manera de saber que "hay mil soles encima de las nubes" es atreverse a subir la montaña para enfrentarse a esas nubes. Solo tras atravesarlas se ve el sol. Solo entonces podremos bajar al valle a contárselo a otros.


1 comentario:

Viviana dijo...

Muy bonito post, me hizo recordar una cita muy antigua, llena de sabiduría:
"Las palabras que brindan consuelo
son la mejor medicina" En la Biblia
Proverbios 15:4