jueves, 18 de junio de 2015

Manual para catástrofes de la vida ordinaria






¿Qué puedo hacer si me siento fatal, si estoy agobiada, sobrepasada... al límite?

¿Qué puedo hacer si tengo un problema que no sé manejar?

¿Qué hago con estos pensamientos ingobernables que no me dejan en paz ni un momento?

¿Y con estas emociones de miedo, ira, agobio, stress, malestar...?



El ser humano está diseñado para adaptarse a casi todo pero en ocasiones nuestras capacidades se desbordan. Una discusión con el jefe, un problema de pareja, tensiones en la familia, la pérdida de un ser querido, la economía personal... pueden desencadenar una catástrofe en nuestra vida. La catástrofe se define como aquella situación que nos desborda y nos revuelca como una ola que nos hace perder pie. Son por definición agobiantes e indeseables y duran un tiempo variable en el que nos producen mucho sufrimiento.



Las catástrofes nos afectan de tres formas:

  • Suelen provocar molestias físicas. El cuerpo se queja en forma de contracturas, tensión de espalda, dolor de cabeza, nudo en el estómago...
  • Inundan la esfera mental. El problema no nos deja ni a sol ni a sombra, está siempre presente. Es frecuente que no nos deje concentrarnos en otras cosas y que andemos despistados. 
  • Inundan la esfera emocional con tormentas emocionales incontrolables. Emociones intensas que nos hacen llorar, temblar, encogernos o penar.


¿Qué podemos hacer?

Mi propuesta de emergencia: respirar.

 ¿Cómo hacerlo? basta buscar un lugar tranquilo sin interrupciones (desconecta el móvil) y programar unos minutos en los que respiraremos despacio tomando conciencia del aire al entrar y salir.
No hace falta más. Nos dedicamos un tiempo a nosotros mismos y a nuestro problema, dándonos cuenta de que al contemplarlo desde la respiración no somos el problema sino el que lo contempla.
Esa sensación de observador introduce espacio y distancia entre nosotros y el problema. Ese espacio aporta alivio y nos descansa. 

Un parque ó un entorno tranquilo al aire libre puede valer, también dejar este vídeo de fondo unos minutos.






Otras propuestas que puedes investigar:

  • Reestructuración cognitiva (pensar las cosas de otra forma, tomar distancia) y autoinstrucciones (repetir alguna frase diseñada por nosotros cuando aparezca en conciencia el problema).
  • Búsqueda de conductas adecuadas.
  • Asertividad y capacidad de decir “no” (la palabra mágica).
  • Potenciar una sensación de bienestar personal, (horticultura de momentos de tranquilidad).
  • Solución creativa de problemas (siempre suele haber un camino de salida que no habíamos considerado).
  • Respiración, relajación y creación de imágenes mentales.
  • Ejercicios y estiramientos.
  • Nutrición equilibrada. Comidas lentas y conscientes (si atiendes con profundidad a las sensaciones al comer no estarás atendiendo tu problema en ese tiempo).
  • Meditación, mindfulness, yoga y gestión del silencio (desde antinguo es la mejor manera de mantener limpia de impurezas y polución el interior de tu cabeza). 

Y recuerda que siempre puedes pedir ayuda a alguien de tu entorno. Verbalizar o escribir tu problema (en formato diario ó en una carta) te aliviará bastante.

En casos de mucho sufrimiento otra opción es consultar a un profesional. Los psicólogos están para esto.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por recordarnos que tenemos que hacer "parones" en nuestra vida diaria.
Un saludo,


Clara