martes, 7 de julio de 2015

¿Qué hacer cuando no nos aguantamos a nosotros mismos?





"Cuando no se encuentra descanso en uno mismo, es inútil buscarlo en otra parte."
François de la Rochefoucauld




Cuando afrontamos situaciones vitales que nos descentran es común que entremos en un estado de confusión y malestar en el que no nos aguantamos a nosotros mismos. Por supuesto a los demás tampoco. En estas temporadas no solemos ser buena compañía dado que nuestro "asunto" nos tiene completamente abducidos y nos es imposible quitárnoslo de la cabeza. Andamos despistados y no conseguimos centrarnos dado que una y otra vez el dichoso "asunto" nos asalta.

¿Qué podemos hacer en esta situaciones?

Si nuestras estrategias de huida no funcionan y no somos capaces de esconder el "asunto" debajo de la mesa no tendremos más opción que tratar de encararlo.

Mientras no le dediquemos al problema la atención que demanda seguirá tratando de obtenerla "gritando más" con el correspondiente desgaste y sufrimiento. Es importante entender que el malestar psicológico es semejante al dolor físico, ambos son señales de alarma que nos avisan de una situación dañina ó que en potencia puede serlo a modo de reloj despertador. Si le ponemos al reloj una almohada encima está programado para sonar mucho más fuerte.  Sólo al cogerlo entre las manos, comprobar la hora y darle al botón de apagado el despertador se apagará.

Una sugerencia de afrontación es dedicarnos un pequeño tiempo al día para estar con nosotros mismos sin ninguna otra tarea. Dejar de "hacer" por  unos minutos para tan solo "estar" con nosotros mismos. Basta con sentarnos en un lugar en el que podamos estar un rato sin ser interrumpidos. Vale una habitación tranquila, un banco en la calle, ó cualquier rincón donde podamos recogernos. Apagaremos el teléfono y nos dedicaremos a respirar con calma dejando que la respiración lenta nos abrace y nos dé tranquilidad. La respiración lenta abdominal hace que el músculo diafragma nos acaricie tanto las vísceras y órganos torácicos como los abdominales, es una forma sencilla y elegante de ofrecernos ternura y compasión. No hay que hacer más.

Si en estos minutos aparece de nuevo el dichoso "asunto" lo contemplaremos desde la tranquilidad de la respiración lenta tomando conciencia de que no somos el problema si no la conciencia que lo contempla. Ese espacio, esa separación nos dará calma.


Mientras más nos atrevamos a repetir esta sencilla práctica antes sofocaremos las tormentas interiores que tanta desazón nos producen. Si aprendemos a hacerlo podremos ayudar a los que nos rodean a hacer lo mismo con las suyas.



1 comentario:

hortensia dijo...

Interesante....gracias.