miércoles, 30 de septiembre de 2015

La sanidad hiperbólica



Las tres Gracias , Peter Paul Rubens hacia 1635. Museo del Prado, imagen Wikipedia.



Vivimos tiempos paradójicos. Por un lado somos sin lugar a dudas la sociedad del exceso, por otro sufrimos todo tipo de recortes y angosturas. En el campo de la salud se reducen los presupuestos sociosanitarios mientras que aumentan la realización de pruebas diagnósticas y el uso de medicamentos... ¿qué está pasando? La respuesta corta es que nos la están dando con queso. La larga te la cuento en seguida.

Los sistemas sanitarios son estructuras enormes diseñadas para detectar enfermedades y tratarlas. Para ese fin se entrenan profesionales que se hiperespecializan y se diseñan e implementan técnicas diagnósticas y tratamientos que evolucionan y mejoran continuamente. Si usted acude a un centro sanitario lo habitual es que salga con al menos un diagnóstico y un tratamiento en la mano.

El problema surge cuando nos pasamos de frenada, y el sistema propone más pruebas diagnósticas y tratamientos que los que la ciencia y la prudencia exigen. En muchos casos será el propio ciudadano el que los exija, "doctor hágame una analítica, un PSA, una mamografía", "doctora deme algo para este catarro, para la diarrea, para poder dormir". Hay una cultura en el ambiente que considera bueno el que nos hagan pruebas diagnósticas. Lamentablemente esto choca con lo que dice la ciencia y las matemáticas. La mala noticia es que las pruebas diagnósticas también tienen efectos indeseables, se llaman falsos positivos y falsos negativos. Es decir a veces la prueba detecta algo como enfermedad y no lo es (lo que conllevará nuevas técnicas más agresivas y más procedimientos médicos con riesgos) ó no detecta alguna enfermedad cuando ya existe). Por eso determinar cuándo la prueba diagnóstica es útil para cada cual es una tarea que precisa de la pericia y experiencia de un médico entrenado y que, a ser posible, nos conozca (el mejor escenario es que sea nuestro médico de cabecera).

¿Quién gana con el sobrediagnóstico? hagan la cuenta y pregunten, siempre hay alguien que vende máquinas, reactivos, pruebas ó tecnología.

Con la hipermedicación pasa otro tanto. Es habitual que nuestros ancianos tomen muchas pastillas pero cada vez más lo hacemos todos y todas a cualquier edad. Los datos de consumo de fármacos en España son de los mayores del mundo. ¿Es necesario tomar tanto? probablemente no. Pero si acude con un síntoma a un médico sobrecargado por tener que atender a más de 40 pacientes ese día seguramente no tenga tiempo de explicarle las medidas no farmacológicas para solucionar su problema (que requieren un tiempo que no tiene) y termine dándole una receta lo que es por un lado más rápido y por otro suele complacer más al consultante.

¿Quién gana con el sobretratamiento? bueno, ya saben quien vende las pastillas.

Lo que está claro es que tanto el sobrediagnóstico y el sobretratamiento que convierten nuestra sanidad en hiperbólica, en excesiva a la hora de plantear cursos de acción no pertinentes no beneficia al ciudadano. Muchos problemas de salud no se solucionan con más sanidad sino atendiendo sus causas que en muchos casos son sociales, económicas, relacionales, psicológicas... El reto es pasar del eslogan "más sanidad" que es el que han seguido los políticos durante años (más hospitales, más centros, más pruebas, más servicios...) al más difícil: "mejor sanidad" que implica priorización, individualización, uso de evidencia científica y reflexión. No todo se cura haciendo pruebas ó mandando pastillas. Rescatar el valor de los hábitos de vida saludables y las condiciones sociolaborales equilibradas es básico para poder estar sano. Tapar las goteras únicamente con fármacos es una solución ineficiente en muchos casos.

La próxima vez que le propongan una prueba diagnóstica ó le ofrezcan un tratamiento pregunte si existen alternativas y anímese a participar en la decisión sobre la que pueda ser mejor para usted. 



2 comentarios:

Sophie dijo...

Un día me consultaron por un caso de estreñimiento. Expliqué las medidas básicas: beber litro y medio de agua, evitar consumo de astringentes como el té, tomar pan, arroz y pasta integrales, aumentar el consumo de fruta y verdura...
Quien me hizo la consulta parpadeó y me espetó "Los médicos queréis que los pacientes nos curemos solos,no recetáis nada con tanto recorte". Quería una receta de bisacodilo, que le había ido muy bien a su vecina.

La consulta del doctor Casado dijo...

La presión social es enorme y la fe en la pastilla también. Nunca ha sido fácil nadar contra la corriente de creencias.

"No vengo a que me cambie la vida doctora, vengo a por una pastilla"...