viernes, 29 de junio de 2018

En el rescate de líderes y guías en salud







En el ámbito de la sanidad pública en el que desempeño mis funciones desde hace mucho tiempo sufrimos una profunda crisis de liderazgo. Si bien todos los puestos de responsabilidad están bien ocupados y cada vez se diseñan más cargos directivos, paradójicamente es raro encontrarse con gestores o profesionales que lideren equipos hacia objetivos o misiones concretas que abran nuevos caminos.

Lo habitual es el protocolo, no salirse de lo establecido, evitar cambios e innovación y de paso no salir del despacho o la consulta nos vaya a pasar algo.

Esta actitud en los cuadros directivos está siendo imitada por los profesionales de a pie que siguen sus consignas. La sobrecarga asistencial y la desidia institucional hacen que los médicos de familia salgan de su consulta a implementar alguna actividad comunitaria cada vez menos, las enfermeras y trabajadores sociales lo mismo y en los hospitales todo se baraje dentro del servicio y se interaccione lo mínimo con atención primaria u otros agentes.

El problema de centrarse en el "protocolo" es que se pierde la función social de guía. Los profesionales de la salud además de sus obligaciones asistenciales han de ser agentes de educación sanitaria y de orientación en salud, funciones que cada vez se atienden menos y están siendo copadas por intereses mercantiles con un gran ánimo de lucro. Esto implica tener algún grado de presencia pública, en la comunidad donde se trabaje, en los medios de comunicación, en Internet o en redes sociales. Implica interesarse porque los contenidos de salud de calidad se extiendan y difundan. Por fomentar la reflexión y la toma de conciencia. Por potenciar los autocuidados y la autogestión de la salud y la enfermedad.

Necesitamos líderes que vayan en cabeza, que se atrevan a abrir nuevos caminos desde una actitud de servicio y búsqueda del bien común. Pero sobretodo necesitamos guías que en sus pequeños ámbitos de actuación, desde una consulta de enfermería, trabajo social, psicología, fisioterapia o medicina sean capaces de orientar y animar tanto a colegas como a pacientes.

No hacen falta grandes heroicidades, basta con publicar un blog o algún artículo en un periódico local, escribir una carta al director o hablar en la radio del barrio. Incluir algún mensaje de salud en nuestras redes sociales, ir una vez al año a algún colegio o a algún ámbito público a dar una conferencia. Tejer redes comunitarias intraprofesionales o en la zona donde se trabaje... Salir del despacho o la consulta.

Es inadmisible que muchos gestores no conozcan personalmente a sus subalternos y viceversa. Que los profesionales de hospital no se traten nada con los de atención primaria, que los de atención primaria no conozcan a los farmacéuticos comunitarios, alcaldes o miembros con algún papel social de su comunidad. También lo es el que al buscar información en Internet sea rarísimo encontrar contenidos de calidad de profesionales de la salud independientes no patrocinados.

Nuestra sociedad sigue los discursos en salud de famosos y cantamañanas sin criterio que son aupados por televisiones y medios que les dan notoriedad y visibilidad. De esta forma camina sin norte siguiendo los dictámenes de un mercado que no tiene escrúpulos a la hora de vender productos y servicios que anuncian como panacea universal para hacer caja.

Me da esperanza conocer a muchos profesionales de la salud que realizan esta función de guía de forma callada y constante. Gente buena que busca el bien de la gente con la que trabaja, el beneficio de sus comunidades, la mejora social. Profesionales que han de batallar con grandes cargas laborales y problemas institucionales diversos y que resisten la dificultad y aún le echan ganas para innovar o compartir un escrito o una charla. Es cierto que no suele haber reconocimiento dentro de las organizaciones donde trabajan ni a otros niveles, pero esto no está impidiendo que haya valientes que sigan llevando esta vieja antorcha.

Es posible. Desde esa certeza lanzo este pequeño llamamiento para que visibilicemos, agradezcamos y animemos el buen hacer de tanta gente que se deja la cara en el mundo de la salud.



lunes, 25 de junio de 2018

La mejor innovación en el mundo de la salud. 最好的創新 The best innovation in Health





最好的創新


多年來,我反映了公共衛生保健的哪些方面可以改進。這個清單非常龐大。我重新調整了這個問題的重點,重點關注了我關心的問題,並將這個問題變成了為我提供更好服務的家庭醫生。

我首先看到的第一件事就是走出辦公室。由於護理過重,我的組織迫使我花費大量時間,但這最終會損害我最脆弱的患者的家庭護理和普遍被忽視的整個社區健康問題。它還會造成專業隔離並與系統中的初級保健團隊和其他專業人員失去聯繫。為了建立專業聯繫並改善與他們和我工作的社區的溝通,這是多年來一系列的行動。

我想改善的第二件事是醫護人員和普通人群的健康教育。我通過同意參與使用傳統媒體的電視,廣播和印刷媒體節目來做到這一點。同時從我的博客和我的視頻頻道分享社交網絡上的健康內容。寫一本書是朝這個方向邁出的又一步。基於對同事和患者的良好評價,這不僅證明我的努力是正確的。當然你也可以在學校,會議,大會或其他我需要的論壇上舉辦講座或會議。

第三個要審查的問題涉及我的個人和專業維護。鑑於健康領域中超負荷和倦怠的發生率很高,因此必須每天對其進行調整,以便與學習和持續培訓重疊。許多衛生專業人員被超載的系統燒毀,不允許在人性化條件下進行護理。這種工業結構比任何獸醫用途都短得多。燒傷的醫生將提供質量差的護理。這就是為什麼每天評估諮詢的開始和結束非常重要的原因。


因此,我可以說最好的創新是以最好的方式處理事情。敢於做出小小的改變,改善溝通和聯繫。了解別人正在做什麼來獲得靈感或增加價值。最重要的是照顧好自己,照顧他人。

我已經對打敗我們的創新應用程序,程序,設備和技術表現出了健康的懷疑態度。我知道這個地區,我不知道說什麼。有許多煙草商和永恆的青年的承諾,但結果和科學證據很少。

所以我的願景很簡單。我敢打賭,小水電的變革能力,誰知道呢,也許這水將最終移動工廠。



The best innovation in Health


For years I have reflected on what aspects of public health care could be improved. The list was immense. I refocused the issue and focused on what concerns me and changed the question to what I could do as a family doctor to offer a better service.

The first thing I saw as a priority was to get out of the office. My organisation forces me to spend many hours in it due to the overload of care, but this ends up damaging home care for my most fragile patients and the whole dimension of community health that is usually neglected. It also generates professional isolation and loss of connections with both the Primary Care team and the rest of the professionals in the system. To generate professional connections, to improve communication with them as well as in the community where I develop my work is therefore a line of action to promote for many years now.

The second thing I wanted to improve was health education for both the people who go to the health service and the general population. I have used the traditional media to do this by agreeing to participate in television, radio and print media programmes. Also from the social networks where I share health content from both my blog and my video channel. Writing a book has been another step in this direction that, according to the good reviews of colleagues and patients, has more than justified my effort. And of course to give talks or conferences in schools, conferences, congresses or other forums where I have been required.

The third thing to review concerns my personal and professional maintenance. Given the very high rates of overload and professional burn out in the world of health, it is essential to have a daily tune-up to superimpose on the work of study and continuous training. Many health professionals are burned by a system that overloads and does not allow care under humanized conditions. The industrial structure forces to attend patients in much shorter times than any veterinarian uses. A burned-out doctor will offer poor quality care. That is why it is essential to evaluate on a daily basis how the consultation begins and ends.


I can therefore say that the best innovation is to do things as best as possible with the means at one's disposal. Dare to make small changes, improve communication and connections. Be aware of what others are doing to be inspired or to incorporate issues that add value. And above all, to take care of oneself in order to take care of others.

With regard to the applications, programs, devices and technologies that defeat us as innovative, I manifest a healthy scepticism. I know the area well and I know that there is much ado about nothing. There are plenty of smoke sellers and promises of eternal youth but results and scientific evidence are scarce.

My vision is therefore simple. I'm betting on the transforming power of the small and, who knows, maybe this water will end up moving the mill.





Durante años he reflexionado sobre qué aspectos de la asistencia sanitaria pública serían mejorables. La lista era inmensa. Reenfoqué el tema y me centré en lo que a mi me atañe y cambié la pregunta a qué podría hacer yo como médico de familia para ofrecer un mejor servicio.

Lo primero que vi como prioritario fue salir de la consulta. Mi organización me obliga a pasar muchas horas en ella dada la sobrecarga asistencial pero esto termina dañando la asistencia a domicilio a mis pacientes más frágiles y toda la dimensión de salud comunitaria que habitualmente es desatendida. También genera aislamiento profesional y pérdida de conexiones tanto con el equipo de Atención Primaria como con el resto de profesionales del sistema. Generar conexiones profesionales, mejorar la comunicación con los mismos así como en la comunidad donde desarrollo mi labor es pues una línea de acción a potenciar desde hace ya muchos años.

Lo segundo que quise mejorar fue la educación en salud tanto a las personas que acuden al servicio sanitario como a la población general. Para esto me he valido de los medios de comunicación tradicionales aceptando participar en programas de televisión, radio y prensa escrita. También de las redes sociales en las que comparto contenido en salud tanto de mi blog como de mi canal de vídeos. Escribir un libro ha sido otro paso en este sentido que a tenor de las buenas críticas de compañeros y pacientes me han justificado con creces el esfuerzo. Y por supuesto dar charlas o conferencias en colegios, jornadas, congresos u otros foros donde se me ha requerido.

Lo tercero a reseñar tiene que ver con mi mantenimiento personal y profesional. Dadas las altísimas tasas de sobrecarga y burn out profesional en el mundo de la salud es fundamental un afinamiento diario a superponer a la labor de estudio y formación continuada. Son muchos los profesionales de la salud quemados por un sistema que sobrecarga y no permite una asistencia en condiciones humanizadas. La estructura industrial obliga a atender pacientes en tiempos mucho menores que lo que usa cualquier veterinario. Un médico quemado ofrecerá una pobre calidad de asistencia. Por eso es básico evaluar a a diario cómo empieza uno la consulta y cómo la acaba.


Puedo decir por tanto que la mejor innovación es hacer las cosas lo mejor posible con los medios que cada cual tenga. Atreverse a hacer pequeños cambios, mejorar la comunicación y las conexiones. Estar al tanto de lo que otros hacen para inspirarse o incorporar cuestiones que aporten valor. Y sobre todo cuidarse mucho para poder cuidar a los demás.

Con respecto a las aplicaciones, programas, aparatos y tecnologías que nos vencen como innovadoras manifiesto un saludable escepticismo. Conozco bien el ámbito y sé que hay mucho ruido y pocas nueces. Abundan los cantamañanas y las promesas de eterna juventud pero escasean los resultados y la evidencia científica.

Mi visión es pues sencilla. Apuesto por la fuerza transformadora de lo pequeño y, quién sabe, tal vez este agua sí termine moviendo el molino.




viernes, 15 de junio de 2018

La fuente de la vida. The source of life




The source of life.


Many traditions have narratives about the source of life including parallel stories of eternal youth, the holy grail and other searches. In them we find the human being's yearning to live and transcend the limitation of death. This imperious desire has generated cosmologies, mythologies and religions, built pyramids, ziggurats and temples. In short: it has driven human beings to seek meaning.

In each epoch, this search has been carried out in different ways. Scouts were sent to the ends of the world, eyes were focused on the starry night, efforts were made to study and meditate or spaces and buildings were built. Today, science and technology seem to be searching for meaning and many find life or youth in cosmetic surgery or vain pleasures, as has always been the case. We also find sellers of meaning in sects or new age products that offer old pearls of wisdom conveniently made up. Nothing new under the sun.

However, the common people seem to have forgotten the access to the sources of life that although they continue to flow, they do so with a slight rumour that the din of everyday life completely erases. Modern societies seem to turn their backs on the religions and mystics who knew these narrow paths. Faith dogmas, hierarchies, structures of other times and rigid morals have driven many away. The misfortune is that treasures have also been left behind and it took a great deal of effort to find them, including everything related to the source of life.

Access to the holy has been protected by religions by relegating it to the inaccessible, covering it with veils that only the corresponding guardians controlled. Those who discovered and announced the way to reach the source were often executed, burned or crucified. And so we have been for centuries. What characterizes our time today is the coexistence of a free market that seeks to commodify everything that can be turned into a good or service with the involution of traditional religions stripped of the credibility and strength they had in the past. On the one hand we have all kinds of spiritual products for sale and on the other hand the writings and testimonies of these ancient traditions. It is therefore possible to learn from the efforts made by others to open up routes that connect us to life and give us meaning.

The challenge remains the same as thousands of years ago. To realize that the sources of life cannot be too far away from the beings who enjoy that state and that that life we experience unites us with those who also enjoy it, enjoyed it or will enjoy it.

When we manage to relate to that part of ourselves that we call the source of life, it is easier to find meaning and balance in the circumstances that touch us. When we fail to do so, we are exposed to overload and hopelessness and consequently to end up buying substitutes that do not satisfy our thirst for meaning and transcendence.

It is in vital crises, diseases and losses that the importance of access to a source of life becomes most evident. Without this possibility, the remedies, care and pills will not produce sufficient relief no matter how large the diagnostic and treatment coils are.

Health professionals often don't have time to stop and ask questions about issues so seemingly far removed from the physical and bodily problems that keep them busy. The existential sphere of the person is overlooked as if it did not exist or was a business far removed from its competence. Maybe it's a mistake. Just as it is not possible to separate the physical from the psychological, neither will it be possible to separate the social and existential. But just as there are psychologists and social workers to deal with the corresponding problems, who will deal with spiritual and existential issues when they have a strong impact on the person's reality and health?

The thirst for meaning and hope impels us as a society and as individuals to seek the water that quenches it. However, it is not precisely the most economically developed countries that are best able to meet this need. Rather, they distract it by providing infinite content, goods and services that temporarily quench that thirst.

The one who dares to walk in his garden ends up knowing it and sooner or later he will find the fountain. Whoever drinks from it once will not be able to stop because its water really quenches the thirst for life. The day will come when this act will seem to us to be daily and elementary. The survival of the species may depend on generalizing this source of meaning.





Muchas tradiciones nos hablan de la fuente de la vida incluyendo narraciones paralelas como la de la eterna juventud, el santo grial y otras búsquedas. En ellas encontramos el anhelo del ser humano por vivir y trascender la limitación de la muerte. Ese deseo imperioso ha generado cosmologías, mitologías y religiones, construido pirámides, zigurats y templos. En pocas palabras: ha impulsado a los seres humanos a buscar un sentido. 

En cada época esa búsqueda se ha concretado de diferentes maneras. Se enviaban exploradores a los confines del mundo, se concentraban las miradas en la noche estrellada, se dedicaban esfuerzos al estudio y la meditación o se construían espacios y edificios. Hoy parece buscarse sentido en la ciencia y la tecnología y muchos encuentran vida o juventud en la cirugía estética o los placeres vanos como por otra parte se ha hecho siempre. También encontramos vendedores de sentido en sectas o productos de la nueva era que ofrecen viejas perlas de sabiduría convenientemente maquilladas. Nada nuevo bajo el sol.

Sin embargo la gente común parece haber olvidado el acceso a las fuentes de vida que si bien siguen manando lo hacen con un leve rumor que el estruendo de cotidianidad borra por completo. Las sociedades modernas parecen dar la espalda a las religiones y a los místicos que conocían esos angostos caminos. Los dogmas de fe, jerarquías, estructuras de otros tiempos y morales rígidas han alejado a muchos. La desgracia es que también se han dejado atrás tesoros que costó gran esfuerzo encontrar, entre ellos todo lo referente a la fuente de vida.

El acceso a lo santo ha sido protegido por las religiones relegándolo a lo inaccesible, cubriéndolo con velos que solo los guardianes correspondientes controlaban. A los que descubrían y anunciaban la forma de llegar a la fuente los solían ajusticiar, quemar o crucificar. Y así hemos estado durante siglos. Hoy lo que caracteriza nuestra época es la coexistencia de un libre mercado que trata de mercantilizar todo lo susceptible de ser convertido en bien o servicio con la involución de las religiones tradicionales despojadas de la credibilidad y fuerza que tuvieron en el pasado. Por un lado tenemos pues todo tipo de productos espirituales a la venta y por otro los escritos y testimonios de esas antiguas tradiciones. Es posible por tanto aprender del esfuerzo que otros hicieron por nosotros para abrir rutas que nos conecten con la vida y nos aporten sentido. 

El reto sigue siendo el mismo que hace miles de años. Darnos cuenta de que las fuentes de vida no pueden estar muy alejadas de los seres que gozan de ese estado y que esa vida que experimentamos nos hermana con aquellos que también la disfrutan, la disfrutaron o habrán de disfrutarla.

Cuando conseguimos relacionarnos con esa parte de nosotros que denominamos fuente de vida es más sencillo hallar sentido y equilibrio frente a las circunstancias que nos toquen. Cuando no lo conseguimos estamos expuestos a la sobrecarga y la desesperanza y en consecuencia a terminar comprando sucedáneos que no nos sacien la sed de sentido y transcendencia.

Es en las crisis vitales, las enfermedades y las pérdidas donde más evidente se hace la importancia de acceder a una fuente de vida. Sin esa posibilidad los remedios, cuidados y pastillas no producirán el suficiente alivio por grandes que sean las espirales de diagnóstico y tratamiento que se generen.

Los profesionales de la salud no suelen tener tiempo para detenerse a preguntar sobre cuestiones tan aparentemente alejadas de los problemas físicos y corporales que suelen mantenerles ocupados. La esfera existencial de la persona se pasa por alto como si no existiera o fuera un negociado alejado por entero de su competencia. Tal vez sea un error. Igual que no es posible separar lo físico de lo psicológico tampoco lo será con lo social y existencial. Pero así como existen psicólogos y trabajadores sociales para atender los correspondientes problemas, ¿quién se ocupará de las cuestiones espirituales y existenciales cuando estas afecten vivamente la realidad y la salud de la persona?

La sed de sentido y esperanza nos impele como sociedad y como individuos a buscar el agua que la sacie. Sin embargo no son precisamente los países más desarrollados económicamente los que consiguen calmar mejor esta necesidad. Más bien la distraen proveyendo de contenido, bienes y servicios infinitos que calman esa sed temporalmente. 

El que se atreve a caminar por su jardín termina conociéndolo y más tarde o más temprano encontrará la fuente. Quien bebe de ella una vez no podrá dejar de hacerlo porque su agua calma de verdad la sed de vida. Llegará un día en que este acto nos parezca cotidiano y elemental. La supervivencia de la especie tal vez dependa de generalizar esa fuente de sentido.








jueves, 7 de junio de 2018

El espejismo de las redes sociales virtuales




Sacar el teléfono del bolsillo y mandar un mensaje que en potencia podría llegar a miles de personas nos hace sentir bien. Lo mismo ocurre al recibir muestras de reconocimiento en forma de notificaciones, corazoncitos, "me gusta", fotos o demás contenido. Es un engaño bien traído. Salvo excepciones cada cual recibe proporcionalmente a lo que da. Habitualmente menos.

Los que ganan verdadero reconocimiento son muy pocos, menos del uno por ciento de la gran pirámide social. Y no son precisamente los mejores investigadores, ingenieros, artistas o profesionales, son youtubers, jugadores de juegos virtuales, cantantes o cantamañanas de distinta procedencia. 

Algunos creímos que Internet y los nuevos medios iban a horizontalizar la comunicación social pero no ha sido como esperábamos. Es verdad que nuestras listas de contactos virtuales superan por mucho a los reales pero lo que se da y recibe de ellos no deja de ser un juego de sombras que cada vez nos roba más tiempo y energía.

En las sociedades urbanas desarrolladas se está implantando rapidísimamente esta nueva forma de socializar. Miramos más nuestras pantallas que a los que tenemos alrededor en nuestros desplazamientos, lugares de trabajo y cada vez más mientras comemos. Es frecuente ver grupos de chavales por la calle sentados en la acera cada cual con su teléfono en la mano o a parejas cenando en restaurantes que en lugar de dar conversación a su acompañante atienden sus móviles con caras aburridas. 

Y esto solo es el principio. En poco tiempo se generarán ambientes de realidad virtual inmersiva que serán mucho más atrayentes y adictivos para socializar que el tedioso mundo real. También surgirán asistentes sociales personales que nos pondrán en contacto con perfiles predeterminados de cualquier lugar del mundo al nivel de interacción que se desee.

Dentro de las consecuencias de estos enormes cambios están la dispersión y el despiste por un lado y la pérdida de referentes y relaciones importantes por otro. Se generará entretenimiento pero también mucha soledad y empobrecimiento social dado que el aumento de redes virtuales se llevará a cabo disminuyendo los tiempos y atención que dedicamos a las reales.

Esta faceta de empobrecimiento y enfermedad social no es mostrada por nadie cuando se presentan los teléfonos, aparatos y aplicaciones recién diseñadas al igual que no se habla del dolor de espalda y la debilitación osteomuscular que produce el sedentarismo derivado, entre otras cosas, de la potente industria automovilística. 

Vamos a mundos en los que se caminará menos y permaneceremos más tiempo sentados. Mundos en los que cada vez pasaremos más tiempo  en clave virtual usando máquinas a las que descuidadamente cederemos nuestra memoria, datos personales, gustos, localización y deseos. Máquinas que con semejante información no tendrán mayor dificultad de hacer con nosotros lo que quieran.