viernes, 24 de agosto de 2018

Confiar en nuestra debilidad





A tenor de un editorial en la revista Atención Primaria que declama las mejoras del último congreso de la sociedad científica Semfyc me surge una pregunta: a la hora de adaptarse al medio ¿es conveniente confiar en la propia fuerza o quizá sería necesario tener en cuenta nuestra debilidad?


Como médico de familia dentro de un enorme sistema sanitario siempre me he sentido una pequeña pieza. La complejidad de la estructura que me rodea, de los procesos asistenciales en los que me involucro y en la comunicación con mis pacientes hacen que nade con prudencia dentro de un mar con potentes corrientes y terribles tormentas.

En el ecosistema sanitario existen múltiples núcleos de poder en continuo conflicto. Las potentes industrias farmacéuticas y tecnológicas. Las agrupaciones profesionales, las distintas organizaciones sanitarias... Un mundo similar a la serie Juego de Tronos, donde todos quieren medrar. Dentro de ese mundo siguen existiendo congresos profesionales de gran notoriedad entre los que destacan los de oncología o cardiología por sus enormes presupuestos y los de médicos de familia por el número de profesionales que convocan.

Un servidor no se prodiga en ellos porque no le llega el presupuesto. He conocido esas manifestaciones de fuerza pero ahora prefiero frecuentar otros lugares mucho más pequeños. Pertenezco al gran grupo de profesionales sanitarios que desarrolla su labor lo mejor que puede con los medios y condiciones existentes. Un profesional sin mucho poder o fuerza que si contempla su escaso conocimiento y capacidad de ayuda no lo tiene difícil para definirse como débil.

Lo curioso es que en esa debilidad se esconde una increíble fuerza como ocurre dentro de las partículas elementales. Cuando visito a una anciana en su domicilio y la sonrío, me demoro en consulta escuchando el lamento de alguien o paro el reloj cuando un paciente empieza a llorar, es posible observar un resplandor de esa energía. De la debilidad del profesional de la salud puede surgir la confianza, apoyo, consuelo, cuidado y ánimo que otros muchos necesitan para seguir sosteniendo sus vidas.

El reto sigue estando en conseguir llevar a cabo la misión de cada cual sin sucumbir a la corriente que arrastra en sentido contrario. Unos lo harán con fuerza, otros con ingenio, aquellos con flexibilidad, estos con violencia. No suele valer de nada quedarse paralizado quejándose de la propia debilidad e impotencia frente a la gran montaña. Aun no se ha descubierto ninguna que no se pueda cruzar dando un paso detrás de otro.



Ortega Y, Casasa A. Confiamos en nuestra fuerza. Aten Primaria 2018;50:387 - DOI: 10.1016/j.aprim.2018.06.001

2 comentarios:

raksha t dijo...

Muy de acuerdo con lo que expones. A mi también me gusta esa fuerza que surge de la debilidad. Gracias y enhorabuena por ella

Unknown dijo...

A mi tambien me gusta esa debilidad-fuerza. Desde que lo entendí se acabó el estrés, y la sensación de patio feo de la sanidad que me embargaba.