jueves, 21 de junio de 2012

Ruido emocional




Me sigue llamando la atención la cantidad de ruido emocional que generamos. Por otra parte lógico por culpa de la ínsula.

 Antonio Damasio me lo contó de primera mano hace un mes. Hablamos de hardware cerebral, estamos hechos así.

La neuroanatomía de las emociones tiene su base en el tronco del encéfalo, la parte reptiliana del cerebro. En el caso de los humanos la historia se complica con un diseño mucho más elaborado. El cortex y sus múltiples propiedades. La ínsula actúa de imbricador de sentimientos en el resto de los procesos cerebrales, memoria, lenguaje, pensamiento... Toda información cerebral está enmarcada con un fondo emocional.

Esta realidad es adaptativa, pero tiene un precio. No somos capaces de manejar la paleta emocional, nos viene dada. Así como en el mundo de las ideas nos es más fácil manejarnos y usamos sin problema el lenguaje como herramienta para orientarnos, las aguas emocionales nos resultan más incontrolables. Es verdad que nos podemos ayudar de las diversas artes, pero no siempre es suficiente. De hecho los grandes creadores son maestros en la canalización de estados emocionales hacia escenarios musicales, poéticos o plásticos. No hay que irse muy lejos, un niño con un papel y un lápiz lo hace perféctamente.

¿Por qué de adultos nos resulta tan complicado? Seguramente por tres motivos.

1. La educación occidental nos dota de habilidades y conocimientos orientados a la resolución de problemas que priman la parte analítica del cerebro no la creativa. No trabajamos la inteligencia emocional.

2. La rigidez. A medida que crecemos repetimos hábitos y patrones. Nos volvemos rígidos y perdemos flexibilidad.

3. El miedo. El mundo emocional nos da miedo por ser incontrolable, ese miedo nos dificulta aprender nuevas habilidades y superar dificultades personales.


El resultado es que generamos ruido emocional, un fondo de emociones que no somos capaces de ordenar y que nos sume en estados de agobio, tristeza, desesperanza o insatisfacción con inusitada frecuencia. Tal vez merezca la pena mirar a otras culturas con mayor inteligencia emocional que la nuestra. Tal vez podamos aprender de personas que pese a vivir situaciones de privación o dificultad nos muestran sonrisas estupendas.

No les puedo decir cómo se hace, pero sí señalarles quien lo hace bien.





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Podemos volvernos hacia por ejemplo el Tao Te Ching.
http://books.google.es/books/about/Tao_Te_Ching.html?id=wisrQ0PghgoC&redir_esc=y

Mirando hacia abajo viene cada capítulo como por ejemplo, "La verdadera fuerza interior"

http://books.google.es/books?id=wisrQ0PghgoC&pg=PA72&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false

O "Elogio de la fragilidad"
http://books.google.es/books?id=wisrQ0PghgoC&pg=PA233&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false

Pero las 81 reflexiones tienen una enseñanza que darnos!

Anónimo dijo...

Buenas tardes Dr, quisiera saber si puede facilitarme un correo electronico donde hacerle una consulta sobre acupuntura, soy paciente suya en villalba y no creo que haga falta pedir cita ya que solo es una consulta.
gracias por su atención.
le dejo mi correo romercarmen@gmail.com y sino estaré pendiente del blog por si me la deja aquí.

Anónimo dijo...

No solo es que no se nos enseñe inteligencia emocional sino que muchas veces se nos enseña a ocultar las emociones, a avergonzarnos de ellas, pero no a controlarlas. Parece que mostrar emociones es hacerse débil o ponerse en manos de otras personas. Si tuviéramos más claro que a pesar de la emoción podemos seguir siendo dueños de nuestra conducta, no nos sentiríamos tan vulnerables y nos sería más fácil comunicarnos en el nivel emocional.