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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Chapa y pintura sanitaria en Madrid


 

Esta semana se ha inaugurado con gran boato el hospital de pandemias. Presupuestado en 50 millones dicen que ya va por 100 de sobrecoste, y no está terminado... No puedo evitar sentir que la situación es similar a cuando un coche accidentado como siniestro total sale del taller con un repaso de chapa y pintura pero sin tocar la mecánica, lo esperable es que no funcione.

Para un hospital de este tipo ya teníamos IFEMA, un espacio modulable capaz de dar un servicio de emergencia si se precisase a un coste bastante más ajustado. La chapa y la pintura. 

Lo que seguimos es sin mecánica:




 Dentro de la Comunidad de Madrid muchos centros de salud lo están pasando muy mal. Carabanchel, la Elipa, Parla, el Álamo... Llevan muchos meses con grandes déficit de personal no cubiertos, especialmente gravosa la situación de médicos agotados por tener que asumir los cupos de pacientes que llevan meses sin suplente.

Para solucionar este problema no se ha invertido nada. Ni siquiera las medidas de equiparación salarial con los hospitales se han hecho efectivas, y mira que era fácil. Pero, ¡ay fatalidad! falta un papel de hacienda... Y de reforzar nada de nada y mira que se les ha llenado la boca a los responsables anunciando medidas que no se han concretado. 


Un servidor pensaba que teníamos tormenta perfecta en un mes, para muchos me temo que ya está aquí. 













lunes, 20 de julio de 2020

Sanidad zombi. Zombie health system. 殭屍衛生系統。





Sanidad zombi

Un zombi es un ente medio muerto y medio vivo, un ser que pese a presentar evidentes signos de descomposición sigue moviéndose en busca de sustento. Esta figura del imaginario colectivo es uno de los signos de nuestra época y explica su popularidad por su relevancia social y su progresiva capacidad de materialización. Ha pasado de ser una entelequia a algo real cada vez más presente en nuestras sociedades. 

En muchos países nos jactamos de tener esperanzas de vida nunca vistas, es cierto que esto es una buena noticia pero, como todo, tiene su lado oscuro. Un porcentaje de los más mayores se convierte de alguna manera en zombi, perdiendo sus capacidades físicas y cognitivas y exibiendo enormes niveles de deterioro. Hacer una visita a una residencia de ancianos suele ser doloroso cuando se pasa a la sala de “no válidos”, o nos atrevemos a subir a la planta de encamados. 

Pero no solo el estado zombi tiene capacidad de afectar individuos, lo más tenebroso es que puede transformar organizaciones e instituciones, incluso sociedades enteras. ¿Cómo lo hace? La respuesta es simple, favoreciendo que el deterioro se extienda más allá de lo que la muerte permite, aplicando medidas de soporte vital sobredimensionadas. 

Elijamos al azar un par de instituciones, por ejemplo los partidos políticos y la sanidad. La podredumbre de los primeros es evidente y tras sus candidatos perfectamente trajeados se esconde el terrible hedor de una descomposición avanzada de sus idearios políticos y de la ética del bien común. Prima el beneficio personal y el “sálvese quien pueda”, aderezado con mordiscos dialécticos y bronca continua persiguiendo al rival. Un espectáculo que al ser permanentemente televisado nos invita a la nausea y a apagar el canal. 

Si ponemos el foco en la sanidad veremos que aparentemente guarda las apariencias. Sus instalaciones suelen estar límpias y presentables, también su personal. En este caso es más sutil. El proceso es el mismo, un prolongado deterioro presupuestario fue sometiendo a una presión creciente a sus recursos humanos que se fueron fundiendo como fusibles que se apagan. Se empezó a deteriorar la Atención Primaria, luego cayeron los servicios de urgencia, al final caerán los hospitales. Es verdad que no ocurrió todo al mismo tiempo, coexistían profesionales y servicios que seguían funcionando a pleno rendimiento con otros parcial o totalmente deteriorados. Pero ¿no es la coexistencia de partes en avanzada descomposición con otras medio sanas lo que define a un zombi?

Los profesionales sanitarios zombi siguen trabajando, quizá en exceso. Siguen pasando consulta y haciendo curas, pero lo hacen en modo supervivencia, implicándose lo mínimo y trasladando el problema al siguiente en cuanto pueden, obligados como están a atender a más pacientes de lo que sería prudente. Nadie ha fijado nunca unos mínimos de calidad, más bien se ha obligado desde las gerencias a atender “todo lo que entra por la puerta”, el problema es que cuando entra más de lo que el sistema o humanamente sus trabajadores pueden asumir se obliga a estos a hacer un apaño, un truco, una trampa, en lugar de coger el toro por los cuernos y decir: esta cuestión menor la puede usted solucionar sin movilizar recursos sanitarios. No hay directivo ni político que se haya atrevido jamás a plantearlo. 

Los centros de Atención Primaria llevan sufriendo esta epidemia zombi varias décadas y el estado de descomposición es ya notorio. Este verano hemos cruzado la línea roja de permitir que un médico de familia tenga que asumir cinco consultas a la vez, algo semejante a un zombi sin cabeza caminando por Broadway. No lo verán en los telediarios, pero les aseguro que sería una noticia igual de notable si en lugar de un pueblo humilde de Madrid (el Álamo, 9470 habitantes) ocurriera en un barrio bien. 

El vaciamiento de la zona rural y de tantas instituciones públicas progresa en una macabra danza de la muerte, como la que hizo famoso a Michael Jackson, un baile que terminará beneficiando a los especuladores de siempre a costa de las grandes mayorías.

Frente a tanta desolación cabe preguntarse qué podemos hacer y la respuesta no es sencilla. Será necesario plantear alternativas a nivel personal, local y global, incluyendo en ellas criterios de autocrítica y auto responsabilidad que asuman la actual coyuntura de necesario decrecimiento (económico, ambiental, poblacional, político y existencial). Procesos que son amarga medicina y que no será probable apoyen los responsables políticos ni institucionales centrados en agarrarse a sus correspondientes sillones. Lo malo es que la alternativa a no tomar el desagradable bebedizo es devenir en ignominia. Cada cual elija lo que pueda.






Zombie health system.


A zombie is an entity half dead and half alive, a being that in spite of presenting evident signs of decomposition continues to move in search of sustenance. This figure of the collective imagination is one of the signs of our times and explains its popularity for its social relevance and its progressive capacity of materialization. It has gone from being an entelechy to something real that is increasingly present in our societies. 

In many countries we boast of having never before seen life expectancies, it is true that this is good news but, like everything else, it has its dark side. A percentage of the elderly inevitably become zombies in a certain way, losing their physical and cognitive abilities and exhibiting enormous levels of deterioration. A visit to a nursing home is often painful when you go to the "invalid" ward, or dare to go upstairs to bed. 

But it is not only the zombie state that has the capacity to affect individuals, the most frightening thing is that it can transform organizations and institutions, even entire societies. How does it do this? The answer is simple, by encouraging deterioration to extend beyond what death allows, by applying overdimensioned life support measures. 

Let us choose a couple of institutions at random, for example political parties and health care system. The rottenness of the former is evident and behind their perfectly dressed candidates hides the terrible stench of an advanced decomposition of their political ideals and the ethics of the common good. Personal gain prevails and "every man for himself", seasoned with dialectic bites and anger continues to pursue the rival. A show that, being permanently televised, invites us to nausea and to turn off the channel. 

If we put the focus on healing we will see that it apparently keeps up appearances. Its facilities are usually clean and presentable, as well as its staff. In this case it is more subtle. The process is the same, a prolonged budgetary deterioration put increasing pressure on its human resources that were melting like fuses that go out. Primary care began to deteriorate, then the emergency services fell, and eventually the hospitals fell. It is true that not everything happened at the same time; professionals and services that continued to function at full capacity coexisted with others that were partially or totally deteriorated. But isn't it the coexistence of parts in advanced decomposition with other half healthy ones that defines a zombie?

Zombie health professionals are still working, perhaps in excess. They continue to consult and treat, but they do so in a survival mode, involving themselves as little as possible and transferring the problem to the next as soon as they can, forced as they are to treat more patients than would be prudent. No one has ever set a minimum quality, but rather the management has forced itself to attend to "everything that comes through the door", the problem is that when more comes in than the system or its workers can humanly assume, they are forced to make a deal, a trick, a trap, instead of grasp the nettle and saying: you can solve this minor issue without mobilizing health resources. No manager or politician has ever dared to raise it. 

Primary care centres have been suffering from this zombie epidemic for several decades and the state of decomposition is already evident. This summer we crossed the red line of allowing a family doctor to take on five consultations at once, something like a headless zombie walking down Broadway. You won't see it on the news, but I assure you that it would be just as remarkable news if instead of a humble village in Madrid (the Alamo, 9470 inhabitants) it happened in a good neighborhood. 

The emptying of the rural area and of so many public institutions is progressing into a macabre dance of death, like the one that made Michael Jackson famous, a dance that will end up benefiting the usual speculators at the expense of the great majorities.

In the face of so much desolation, one might ask what we can do, and the answer is not simple. It will be necessary to propose alternatives at a personal, local and global level, including criteria of self-criticism and self-responsibility that assume the current situation of necessary decrease (economic, environmental, population, political and existential). Processes that are bitter medicine and that are unlikely to be supported by political or institutional leaders focused on clinging to their corresponding chairs. The problem is that the alternative to not taking the unpleasant drink is to become ignominious. Each person should choose what he or she can.  



殭屍衛生系統。

自動翻譯,對錯誤感到抱歉。


殭屍是一個半死半活的實體,儘管存在明顯的分解跡象,但殭屍仍在繼續尋找生命。集體想像力的這一數字是我們時代的標誌之一,並解釋了其因其與社會相關的重要性和其逐步實現的能力而受到歡迎。它已經從一種誘惑變成了在我們社會中越來越普遍的真實事物。

在許多國家,我們誇耀從未有過預期壽命,這確實是個好消息,但與其他所有事物一樣,它也有其陰暗面。一定比例的老年人不可避免地會變成殭屍,失去其身體和認知能力,並表現出極大的惡化。當您去“無效”病房或不敢上樓睡覺時,去養老院通常會很痛苦。

但是,不僅殭屍國家有能力影響個人,最可怕的是,它可以改變組織和機構,甚至整個社會。它是如何做到的?答案很簡單,通過採取超大型的生命維持措施,鼓勵惡化擴大到死亡所允許的範圍之外。

讓我們隨機選擇幾個機構,例如政黨和衛生保健系統。前者的爛攤子很明顯,在他們穿著考究的候選人的身後,隱藏著他們政治理想和共同利益倫理高級分解的可怕惡臭。個人利益佔上風,“每個人都為自己著想”,以辯證性的口吻和憤怒來繼續追求對手。永久播放的節目邀請我們噁心並關閉頻道。

如果我們把重點放在治療上,我們會發現它顯然可以保持外觀。它的設施和工作人員通常都很乾淨整潔。在這種情況下,它更加微妙。流程是一樣的,長期的預算惡化會給其人力資源帶來越來越大的壓力,這些人力資源像熔斷的熔絲一樣在融化。初級保健開始惡化,然後急診服務下降,最終醫院倒閉。確實,並非所有事情都是同時發生的。繼續發揮最大作用的專業人員和服務與部分或全部退化的其他人員並存。但是,難道不是高級分解中的部分與定義了殭屍的其他一半健康部分並存嗎?

殭屍健康專業人員仍在工作,也許工作量過多。他們繼續進行諮詢和治療,但是他們以生存的方式進行諮詢,盡可能少地參與進來,並儘快將問題轉移到下一個患者,因為他們不得不治療比審慎的患者更多的患者。從來沒有人設定過最低的質量,而是管理層強迫自己去處理“一切可能從門進來的事情”,問題是,當進來的數量超出系統或其工作人員可以想像的範圍時,他們就不得不這樣做。達成協議,一個技巧,一個陷阱,而不是抓住蕁麻說:您可以在不動員醫療資源的情況下解決這個小問題。從未有經理或政客敢於提出這一建議。

初級保健中心已經經歷了幾十年的殭屍流行,而且分解狀態已經很明顯。今年夏天,我們越過了允許一名家庭醫生立即進行五次診治的紅線,就像一個無頭殭屍在百老匯上走一樣。您不會在新聞中看到它,但我向您保證,如果它發生在一個好鄰居中,而不是馬德里一個不起眼的村莊(阿拉莫市,有9470名居民),那將是同樣令人矚目的新聞。

農村地區和許多公共機構的排空正在演變成令人震驚的死亡之舞,就像使邁克爾·傑克遜(Michael Jackson)出名的那支舞,最終將使大多數投機者受益,而犧牲了大多數人。

面對如此多的荒涼,人們可能會問我們能做什麼,答案並不簡單。有必要在個人,地方和全球層面上提出替代方案,包括自我批評和自我責任的標準,這些標准假定當前必要的減少情況(經濟,環境,人口,政治和存在)。那些苦澀的過程,不太可能得到專注於緊握其相應主席的政治或機構領導人的支持。問題在於,不喝不愉快的飲料的選擇是變得愚昧無知。每個人都應該選擇自己能做的。

jueves, 20 de febrero de 2020

La importancia de las pequeñas cosas. The importance of the little things. 小事的重要性



Esta semana he empezado a trabajar en el centro de salud de Soto del Real por jubilación de un compañero del equipo. Dejo mi consulta de Miraflores que he ocupado casi dos años agradecido por los estupendos profesionales del consultorio y por la amabilidad y acogida de los pacientes, muchos de ellos muy mayores. 

Lo primero que he hecho en mi nueva consulta es colocar mis libros, plantas y cuadros. Lo siguiente echar la mesa a un lado para poder atender a quien acuda sin barreras físicas. Al compartir el espacio con otro compañero de turno de tarde me tocará mover el mueble todos los días pero lo doy por bueno si eso me hace sentir más cómodo y facilita en algo la comunicación. 

En estos tiempos de tecnología e innovación sigo pensando en la importancia de las pequeñas cosas. Un gesto no cambiará nunca el sistema sanitario pero tal vez pueda producir efectos positivos e inesperados. 

Me seguiré descalzando al entrar para recordarme que mi labor ha de ir pegada a tierra y trataré de seguir mirando a la gente a los ojos para no olvidar que compartimos una misma mirada y una misma vida. 

Espero poder estar a la altura. 




The importance of the little things


This week I started working at Soto del Real primary health centre due to the retirement of a teammate.  I am leaving my Miraflores practice which I have occupied for almost two years, grateful for the great professionals in the office and for the kindness and welcome of the patients, many of them very old. 


The first thing I have done in my new practice is to place my books, plants and pictures. The next thing I do is set the table aside so that I can attend to anyone who comes in without any physical barriers. I share the space with another colleague from the afternoon shift, so I will have to move the table every day, but I will accept it with joy if it makes me feel more comfortable and facilitates communication. 


In these times of technology and innovation I still think about the importance of the little things. A gesture will never change the health system but it can perhaps produce positive and unexpected effects. 


I will continue to take off my shoes when I start working to remind myself that my suty must be grounded and I will try to continue to look at their faces so I don't forget that we share the same life.

I hope to be up to the task.






小事的重要性


這是自成體系的翻譯,對於錯誤,我們深感抱歉。


由於隊友的退休,本週我開始在Soto del Real初級保健中心工作。我要離開我已經從事了近兩年的Miraflores診所,這對辦公室裡的專業人士以及患者的友好和歡迎表示感謝,他們中的許多人都非常老。


在新實踐中,我要做的第一件事是放置書籍,植物和圖片。接下來我要做的就是把桌子放在一旁,這樣我就可以參加任何沒有任何身體障礙的人。下午上班後,我會與另一位同事共享空間,因此我每天都必須移動桌子,但是如果它讓我感覺更舒適並便於交流,我會很高興地接受它。



在當今的技術和創新時代,我仍然在思考小事情的重要性。手勢永遠不會改變衛生系統,但可能會產生積極和意想不到的效果。



當我開始提醒自己自己的職責必須紮根時,我將繼續脫鞋,我將繼續看他們的臉,以使我不會忘記我們有著共同的生活。


我希望能勝任這項任務。

lunes, 8 de abril de 2019

¿Qué hacer frente a la avalancha de preocupación sobre temas de salud que hace que ante cualquier síntoma el ciudadano acuda al médico?





Comparto este hilo de twitter que ha tenido más de 18.000 impresiones y 296 intervenciones. La pregunta tiene algo de trampa por su dificultad y soy consciente de que las respuestas que permite Twitter no es posible que sean exaustivas, pero es interesante pasear por ellas para ver de qué va la lluvia de ideas. 

Selecciono algunas respuestas (si pinchan en el hilo de Twitter las verán todas):


Se necesita una campaña nacional de autocuidados que utilice todos los medios posibles e introducir asignatura de autocuidados en los colegios.

más mensajes como este de nuestro amigo ➡️ https://t.co/sFmQVaxbur

0,50€

comunitaria

Dejar de tratar cualquier síntoma como si fuera una enfermedad.

Educación sanitaria en la escuela y a la poblacion general y normalizacion de la vida cotidiana

Hacer ver que hay 'sintomas' que no son tales y que forman parte de la normalidad. Nuestra labor es no hacer mas enferma a la gente. Entender que hacerse mayor es parte de la evolución normal del ser humano y eso no es una enfermedad.

El problema sea complejo y tb las soluciones: 1-perdida de valores morales o  trascendentes (Fe) lq genera + miedos e inseguridad vital 2-gratis total=demanda infinita

Aclararle las dudas y remitirlo a fuentes fiables de información, facilitando su autocuidado.

Para sobrevivir: hacer lo que se pueda desde cada puesto de trabajo (agotador y poco productivo) Para ir al fondo: una profunda reflexión social y cambio del sistema sanitario (hace falta una sociedad reflexiva y menos acomodada, que pongan en puestos clave a gente inteligente)

Telemedicina

Educación para Salud en las consultas de primaria. Pero no solo cuando hay enfermedades, sino en población sana, para prevenir, y dar indicaciones de autocuidados y uso racional de los servicios sanitarios en las enfermedades más frecuentes.

En casos mas extremos, recomendar al paciente que acuda al psicologo 😜 ese problema, se trabaja muy bien desde nuestras tecnicas

Las razones por las que sufrimos física o psíquicamente hoy son muchas y variadas Como cantaba “cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso” La solución está en la formación, la información, la profesionalidad, la objetividad, la paciencia y la empatía

Un cambio cultural que redefina el concepto de salud y con él, disminuir los elevados niveles de amenaza percibida por la población. Una tarea en la que los profesionales tenemos mucha responsabilidad: cambiar mucho de lo que hacemos.

Frente al vicio de pedir, la virtud de no dar

La única educación posible: CO PA GO. Para el resto: oídos sordos y seguirán actuando igual.

Pues lo tengo claro. Soy paciente. Enseñar en escuelas de pacientes y enviar a pacientes que se reiteren en exceso en consultas.

Educación sanitaria, educación sanitaria... lo que no se aprende se desconoce, lo que se desconoce asusta.




El reto está en implementar por un lado educación, reflexión y consciencia en la ciudadanía a la par que los profesionales sanitarios cambien el modelo biológico por otro más amplio bio-psico-social-existencial que ponga el foco más en la comunidad y menos en el síntoma. Las estructuras sanitarias también precisarán de ajustes para priorizar lo importante y eliminar lo superfluo (burocracia, servicios no basados en evidencia científica o claramente inútiles...).


Ninguna duda o cuestión de salud es superflua por si misma pero no todas precisan asistencia sanitaria por un profesional. Es tiempo de apostar por información y educación de calidad usando Internet y medios de comunicación diversos para que el ciudadano pueda dilucidar mejor esta cuestión.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Construir salud. Building health. 建設健康







La salud es un estado de vida libre de enfermedad que permite una adaptación adecuada al entorno pese a que puedan existir limitaciones de capacidad o síntomas menores diversos. Para mantener un estado de salud es necesaria una alimentación y un descanso adecuado, unas condiciones de higiene suficientes y unas relaciones personales y sociales satisfactorias. Hasta aquí nada que no sepan. Lo que parece que como sociedad estamos olvidando es la importancia de cuidar unos hábitos de vida saludables. 

En consulta me encuentro a diario con personas con dolor o molestias derivadas de un exceso o un defecto de actividad física. Sufrimiento secundario a tener una mala condición física fruto del sedentarismo o por hacer una dieta inadecuada o excesiva. El verdadero problema reside en implementar cambios una vez que la persona con síntomas toma conciencia de la causa del mismo. Los profesionales de la salud nos desempeñamos bien a la hora de traducir lo que el paciente siente y convertirlo en una narrativa corporal en la que los distintos órganos o sistemas expresan síntomas y signos derivados de un insuficiente cuidado o de sobrecargas diversas. Donde estamos muy limitados es a la hora de ayudar al paciente a implementarlos y ponerse manos a la obra.

Los condicionamientos, personales, familiares, sociales, económicos y culturales tienen mucho que ver en esto. Hay tipos de personas, familias, clanes y grupos que generan salud como también los hay que generan enfermedad. Tomar consciencia de esto será cada vez más importante en sociedades como las europeas donde el aumento de la longevidad, el sedentarismo, la coexistencia en el tiempo de múltiples problemas de salud y otros factores van a significar una pérdida importantísima de calidad de vida en edades avanzadas.




Building health

Health is a disease-free state of life that allows an adequate adaptation to the environment despite the fact that there may be capacity limitations or diverse minor symptoms. In order to maintain a state of health, it is necessary to have adequate food and rest, sufficient hygiene conditions and satisfactory personal and social relationships. So far, nothing you don't know. What we as a society seem to be forgetting is the importance of taking care of healthy lifestyle habits.

In my daily clinic I meet with people with pain or discomfort resulting from an excess or a lack of physical activity. Secondary suffering to have a bad physical condition as a result of sedentarism or to make an inadequate or excessive diet. The real problem lies in implementing changes once the person with symptoms becomes aware of the cause. We health professionals do well in translating what the patient feels and turning it into a body narrative in which the different organs or systems express symptoms and signs derived from insufficient care or various overloads. Where we are very limited is when it comes to helping the patient implement them and get down to work.

Personal, family, social, economic and cultural conditioning have a lot to do with this. There are types of people, families, clans and groups that generate health as well as there are those that generate disease. Becoming aware of this will be more and more important in societies such as those in Europe where the increase in longevity, sedentarism, the coexistence in time of multiple health problems and other factors will mean a very important loss of quality of life in advanced ages.






建設健康

儘管可能存在容量限製或不同的輕微症狀,但健康是一種無疾病的生活狀態,可以充分適應環境。為了保持健康狀態,必須有足夠的食物和休息,足夠的衛生條件以及令人滿意的個人和社會關係。到目前為止,沒有什麼是你不知道的。我們作為一個社會似乎忘記的是照顧健康的生活習慣的重要性。

在我的日常診所,我會遇到因過度或缺乏體力活動而導致疼痛或不適的人。由於家庭主義或飲食不足或過度而導致身體狀況不佳的二次痛苦。真正的問題在於一旦有症狀的人意識到原因就實施改變。我們的健康專業人員在翻譯患者的感受並將其轉化為身體敘事方面做得很好,其中不同的器官或系統表達由於護理不足或各種超負荷導致的症狀和體徵。我們非常有限的地方在於幫助患者實施並開始工作。

個人,家庭,社會,經濟和文化條件與此有很大關係。有些類型的人,家庭,氏族和團體可以產生健康,也有產生疾病的人。意識到這一點在歐洲的社會中將變得越來越重要,因為在歐洲,長壽,同性戀,多種健康問題和其他因素共存將意味著高齡生活質量的重要損失。


viernes, 20 de octubre de 2017

Presentación de Diario de un Médico Descalzo







Juan Gérvas suele decir que "todos tenemos algo que decir y mucho que aprender".  Según mi criterio los profesionales de la salud especialmente, y en estos tiempos hay que hacerlo tanto dentro como fuera de la consulta.

Los que me conocen saben que llevo una década caminando en esa dirección. Escribiendo el cuaderno de bitácora público que ahora estás leyendo que acumula más de dos mil quinientas páginas y varios millones de visitas, compartiendo vídeos en un canal de Youtube y pensamientos y reflexión en redes sociales.

Este año me he decidido a dar un paso más publicando un libro. No es una novela ni un producto comercial, es algo distinto: un intento arriesgado de compartir una visión con perspectiva.

Lo hago con plena libertad y para ello me ayudo de poesía, conocimiento profundo del sistema sanitario y de los que lo conforman, sensibilidad ante las personas en tiempo de enfermar y contacto con las propias heridas y sombras, que son muchas.



Durante el próximo mes de noviembre tendrán lugar tres presentaciones públicas a las que están invitados todos los que lean este blog:

*  Madrid, lunes 20 de Noviembre a las 19 horas. Sede de la Organización Médica Colegial, plaza de las cortes11. De la mano del doctor Serafín Romero, presidente de la OMC.

*  Collado Villalba, jueves 23 de Noviembre a las 19 horas. Biblioteca Miguel Hernández. De la mano de la doctora Mariola Vargas, alcaldesa de Villalba.

*  Galapagar, jueves 30 de Noviembre a las 19 horas. Biblioteca Municipal. De la mano del profesor Nicolás Fabelo, escritor y de la doctora Isabel Núñez.




jueves, 17 de diciembre de 2015

El hundimiento de la salud en las sociedades occidentales



La barca de la Medusa. Théodore Géricault (1818-1819).



--> Igual que los medios de comunicación audiovisual ayudaron a abrir el muro de Berlín y a transformar la Unión Soviética al darse cuenta sus ciudadanos de que fuera había otros mundos, lo mismo está pasando hoy con la salud. Los niveles que cada vez se exigen son más altos, no basta estar sano hay que estar hipersano. No son tolerables pequeñas molestias, manchitas en la piel, mocos en la nariz y otros muchos inconvenientes que ahora se convierten en motivos que obligan a una consulta médica. Hay que tener un cuerpo como el de nuestras heroínas y héroes mediáticos. Un aspecto impecable, una condición física perfecta. Para ello nos gastamos ingentes cantidades de dinero en cremas, dietas y gimnasios. En maquillaje, cirugía estética y tratamientos convencionales ó alternativos. En alimentos probióticos y en complementos nutricionales hipervitaminantes. Todos estos esfuerzos se vuelven vanos, al final nos terminamos sintiendo mal. Es el hundimiento de la salud cuya consecuencia es que nos sentimos cada día un poco más enfermos.

En las últimas cuatro semanas uno de cada tres ciudadanos ha ido a una consulta médica. Cada vez vamos más. Cada vez estamos más preocupados por nuestra salud y los ordenadores ó teléfonos móviles que nos acercan la información sobre el tema no terminan de ayudarnos. Cuando buscamos información en internet solemos acabar mareados. Queremos saber más para calmar nuestro agobio cuando alguna cuestión que ataña a nuestra salud nos da vueltas en la cabeza. No lo solemos conseguir y acudimos a nuestra médica a preguntar sobre ese dolor de rodilla, esa garganta que pica y nos hace toser ó ese ojo que hoy ameneció rojo. Hemos normalizado que ante cualquier disconfort percibido haya que acudir a una consulta médica.

Lo que nos encontramos al llegar al facultativo es que la espera es progresivamente mayor. Si las visitas se multiplican y los presupuestos sanitarios siguen disminuyendo ya me dirán cómo lo van a poder hacer. Estamos quemando a la actual generación de médicos de familia que sufre presiones asistenciales mucho mayores que en otros países europeos. Estamos mal usando el sistema sanitario en general, unos por acudir más de lo necesario y otros por gestionarlo incorrectamente. Los profesionales sanitarios tampoco consiguimos hacerlo del todo bien, al tener menos tiempo tendemos a mandar más pruebas y medicamentos lo que conlleva más problemas a la larga.

Todo parece indicar que esta tendencia de aumento de consultas y disminución de recursos económicos para sostenerlas va a seguir. El modelo sanitario público lleva roto mucho tiempo pero nadie ha sido capaz de ofrecer soluciones reales dado la enorme complejidad del sistema. No es una cuestión de inteligencia, nuestro sistema sanitario tiene parte de las mejores cabezas del país. El problema es global, en Reino Unido, Canadá y otros muchos lugares están como nosotros. Unos proponen la necesidad de privatizar los sistemas para que sea el mercado el que regule y al tener que pagar los servicios los ciudadanos los usen menos. Otros que hay que seguir inyectando recursos en los sistemas públicos para que estos sean accesibles para todos. Nadie habla de que no hemos tomado conciencia del problema de fondo, de que no hemos conseguido comprender lo que de verdad está fallando.

Como sociedad necesitamos calibrar los conceptos de salud y enfermedad que emergen de nuestra concepción de ser humano. El "Homo Economicus" actual, consumidor y hedonista, ha disminuido su tolerancia a la frustración, a las molestias inherentes a la vida, la enfermedad y sobre todo a la muerte. Su búsqueda del esplendor del placer y el bienestar le hace abominar de toda sombra y eso lo vuelve vulnerable porque la vida es luz y oscuridad, no solo lo primero. ¿Nos enseñan de pequeños a relacionarnos con nuestras propias sombras, incongruencias, dolores y molestias físicas? ó más bien las madres y padres corren desesperados a buscar la ayuda del pediatra cuando aparecen los primeros mocos ó alguna décima de fiebre. Llevamos a nuestros hijos e hijas incontables veces a los servicios sanitarios enseñándoles que eso es lo normal, cuando a nuestros padres y abuelos a penas les llevaron.

Salud y enfermedad no son términos opuestos sino más bien un continuo de grises que contiene habitualmente distintas proporciones de ambos. Es fundamental entender que las pequeñas molestias son inherentes a la normalidad y que a todo el mundo alguna vez le duele la cabeza, la tripa ó todo el cuerpo. Si tengo un catarro similar a otros anteriores, ¿es necesario acudir a un profesional a que me confirme lo que ya sé y me dé un remedio que yo mismo puedo aplicarme?. Recuperar una relación con nosotros mismos que integre tanto los tiempos de salud como los de enfermedad, los momentos de bienestar con los de malestar es básico para poder recuperar nuestra salud y no hipotecarla ante agentes externos por muy aparentemente bien intencionados que parezcan. Hay cosas que no deberíamos delegar, nuestra salud y nuestra enfermedad entre ellas. También nuestra muerte, que en muchas ocasiones se medicaliza y hospitaliza hasta el extremo. Si no somos capaces de decidir cómo queremos vivir, atender nuestra enfermedad y plantear nuestra muerte otros lo harán por nosotros. Tal vez no nos guste como lo planteen.


Vivimos rodeados de oportunidades, información y capacidades que nuestros ancestros no pudieron soñar. Pero no nos estamos dando cuenta de que estamos dejando cosas importantes por el camino. Nos estamos olvidando lecciones que la naturaleza lleva eones enseñando. Que la vida contiene la muerte y la muerte la vida, que la salud implica la enfermedad y esta a su hermana. Que somos capaces de adaptarnos a ambas y sobre todo que es posible vivir con plenitud más allá de los condicionantes externos e internos. Mientras no seamos capaces de valorar la importancia de relacionarnos mejor con nosotros mismos, de cuidar nuestra higiene física, psicológica, social, afectiva y transcendente de manera diaria seguiremos siendo dependientes tanto de los que crean necesidades de salud como de los que ofrecen soluciones a las mismas. La reflexión y toma de conciencia para dar este paso nadie las podrá hacer nunca por usted.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Influir en salud desde la integridad







Busquen cualquier tema de salud en Google y obtendrán información en la primera página que les responderá vendiéndoles mil cosas. Aparecerán montones de propuestas para tratarlo, terapias novedosas, prestigiosas clínicas. Cada vez es más difícil informarse correctamente rodeados como estamos de medios de comunicación de masas y digitales que son potentes herramientas de marketing y venta. Todo el mundo trata de vender algo y esto provoca inevitables conflictos de intereses.

Por otro lado damos más visibilidad a los programas de tertulias, a la prensa del corazón y los medios de comunicación amarillistas que a profesionales cualificados. Nos interesan más los chismes y cotilleos que las fuentes de información serias y fidedignas. Pero ¿qué es una fuente de información de salud fiable? ¿cómo saber reconocerlas? No es fácil responder pero me animo a dar algunas pinceladas.


1. Una fuente de información sobre salud fiable visibiliza su patrocinio y su conflicto de intereses. Explica quién gana dinero con la misma.
2. No hace propaganda directa de productos o servicios.
3. Si recomienda productos o servicios explicita si recibe compensación económica ó de otro tipo por hacerlo.
4. Basa su información y recomendaciones en evidencia científica contrastable y de calidad. Lo que no incluye estudios mal diseñados, sesgados, basados en variables subrogadas u otro tipo de estrategias usadas por los potentes entramados industriales sanitarios.
5. Expone los posible inconvenientes ó efectos indeseables del producto, servicio ó recomiendación dada.


Por otro lado no es lo mismo dar una recomendación siendo médico con consulta privada (con necesidad de más pacientes) que con consulta pública (donde preferiría tener menos). Siendo farmacéutico en farmacia comunitaria (con necesidad de aumentar ventas) que contratado por una gerencia de atención primaria (sin precisar vender nada). Siendo fisioterapéuta privado que con consulta en atención primaria. Hay un matiz como pueden presuponer.

Potencialmente todo profesional sanitario o periodista de salud puede informar correctamente. La realidad nos dice que la integridad no es la misma para todos.







viernes, 13 de noviembre de 2015

Los pupitas









Una nueva tribu urbana frecuenta las consultas de los médicos de familia. Son jóvenes de 18 a 35 años que piden cita inquietos ante la aparición de un grano, un manchita en la piel, un mínimo discomfort abdominal ó una molestia en el hombro derecho al adoptar alguna postura inverosímil. Vienen angustiados. Han hecho el esfuerzo de paralizar sus agendas para acudir al centro de salud donde esperarán con paciencia ser atendidos y calmados. Siempre ha existido gente con cierto perfil hipocondriaco y tendencia a preocuparse de forma desproporcionada ante ciertas sensaciones corporales normales ó pequeñas molestias. En casi todas las familias siempre ha habido un pupitas que acudía a sus mayores a la mínima, incluso cada cual se habrá preocupado alguna vez más de lo habitual ante un pequeño síntoma inespecífico. Lo que nos llama la atención a los profesionales sanitarios es que las consultas por este tipo de motivo son cada día más frecuentes, sin llegar a ser una epidemia si es muy llamativo. No puedo aportar datos cuantitativos salvo la encuesta europea de salud que indica que cada vez se consulta un poco más al médico y nos percibimos un poco menos sanos.

Parte de estos pacientes, los más jóvenes, han vivido infancias en las que han tenido múltiples contactos con el sistema sanitario. En el medio urbano en el que trabajo es raro encontrar historias clínicas de niños menores de 14 años que tengan menos de 10 enfermedades reflejadas, además de las revisiones del niño sano, vacunas, etcétera. Esto podría explicar la creación de un reflejo condicionado que nos haga consultar con el sistema sanitario a la mínima. Pero hay más. El fenómeno es muy complejo. Probablemente podamos rescatar la influencia de la crisis, el aislamiento social, y la pérdida de soberanía personal de los que delegan con más facilidad los cuidados de salud al sistema sanitario. Para algo pago mis impuestos.

Lo malo de esta historia es que todos sus actores terminan perdiendo como en los dramas clásicos. El paciente pierde su tiempo y su capacidad de responsabilizarse de sus propios cuidados de salud ante molestias leves, la sociedad pierde dinero al dedicarse el tiempo de los médicos a asuntos que no deberían consumirlo y los facultativos ven como su paciencia se volatiliza en sus ya sobrecargadas consultas.


Este texto está redactado a cuatro manos por Fernando Casado Campolongo y Salvador Casado.


Publicado originalmente en el Huffington Post

miércoles, 25 de febrero de 2015

El nuevo paradigma de salud: acabar con la guerra a la enfermedad











Lo más innovador que podrían hacer los sistemas sanitarios de los países avanzados es cambiar el paradigma de salud existente basado en la guerra a la enfermedad. Tanto la definición de salud como la "moral" sanitaria se basan en considerar la enfermedad y la muerte como no deseables ergo combatibles al posicionarlas como enemigo a batir. La muerte deviene en tabú y se esconde en hospitales y salas, deja de ser pública para pasar a ser oculta. Con respecto a la enfermedad se establece un combate que el lenguaje pone a las claras: guerra al cáncer, combatamos la demencia, medicamentos killer, tratamientos agresivos, cirugías radicales, radioterapias erradicadoras... Las sociedades nunca se han llevado demasiado bien con la enfermedad si bien es cierto que en otras épocas padecerlas permitía cierto grado de redención personal y crecimiento. Hoy no. Estar enfermo es dejar de ser productivo y eso se penaliza. Nadie lo quiere. Por lo tanto hay que combatir todo aquello que menoscabe nuestra productividad. No toleramos que las actrices envejezcan y las espirales de cirugías estéticas se extienden a todos aquellos que se lo pueden permitir, los quirófanos se llenan de gente sana que se deja abrir las carnes para verse más guapas. No toleramos la tristeza tras la pérdida de un ser querido, ni que los niños sean movidos ni un sin fin de situaciones para las que se crean nuevas enfermedades con sus correspondientes tratamientos para alegría de quien los vende y pago agradecido de quien las padece.

Los profesionales sanitarios son entrenados durante años como soldados. Reciben instrucción intensiva con contenidos sobre el enemigo, las mejores tácticas y el armamentario diagnóstico y terapéutico disponible. Los más brillantes de cada promoción eligen especialidades con los arsenales más potentes que existen. El objetivo es claro, es imprescindible un diagnóstico precoz y un tratamiento radical siempre que sea posible. Para ello se promueven todo tipo de pruebas de screening como mamografías precoces, densitometrías, colonoscopias, radiografías y analíticas pese a que usadas en sanos suelen dar más problemas que beneficios según nos dice la propia investigación científica. Parece increíble la cantidad de esfuerzo sanitario que se dedica a los sanos sin que estos la requieran, es lo que se llama ley de cuidados inversos, una legislación que ningún político se atreve a reconvertir. Por otro lado se invierten millones en cirugías robóticas, nuevos láser, fármacos biológicos y un sin fin de tecnologías cada vez más sofisticadas, construyéndose hospitales cada vez más grandes a los que acuden turbas cada vez más numerosas. La guerra, ya saben, siempre fue buen negocio para algunos.

¿Qué pasaría si dejáramos de hacer guerra contra la enfermedad?

Es interesante constatar que no hay enfermedad sin salud ni salud sin enfermedad. Estos términos no son polos opuestos sino un gradiente continuo de la propia vida humana. Ambas nos pertenecen, ambas somos nosotros mismos. Yo soy sano y soy enfermo, no puedo tachar mi versión enferma sin tacharme a mi mismo. La visión maniqueista de la vida que el pensamiento único globalizado nos manda por todos sus canales es un reduccionismo que produce dolor. Si no aceptamos nuestros tiempos de enfermar como constitutivos de la vida incurriremos en el error de negar la noche por mucho que nos guste la mañana. Desde este punto de partida que incluye la enfermedad en nuestra biografía la prioridad pasa del combate a la aceptación, de la lucha a la integración, de la huida a la aceptación. No nos pasaremos de rosca, los tiempos de enfermar no son fáciles ni deseables, no decimos lo contrario. Cuando enfermamos todos queremos sanar de nuevo y así ha de ser. El matiz es integrar este tiempo sin hacer combate dado que de hacerlo lo hacemos contra nosotros mismos y en ese caso uno siempre sale perdiendo.

Estamos viendo como cada vez se consumen más fármacos y recursos sanitarios pese a que cada vez la gente se siente más enferma y peor. La guerra no es nunca una buena opción contra uno mismo. Darnos cuenta de esto puede cambiar radicalmente nuestras reacciones frente a la enfermedad tanto si somos pacientes como si somos profesionales sanitarios.

La enfermedad necesita ser narrada, el que la padece precisa explicarla y explicársela. Tal vez si nos acercamos a ella con la suficiente conciencia como para no salir corriendo podamos tejer la narrativa sanadora que nos proporcione el sentido que pueda tener dicha vivencia para cada cual.

Encontrar hoy un profesional sanitario que no tenga una visión belicista sobre la enfermedad es casi imposible. Tal vez esta sea una de las razones por las que mucha gente termina siguiendo tratamientos de medicinas complementarias donde en muchos casos el enfoque es normalmente menos agresivo. Con esta reflexión me atrevo a decir que es posible encontrar un paradigma de salud y enfermedad integrador, no beligerante y amparado por la ciencia. No es necesario que vayamos a ningún santuario a buscar el milagro, basta con tomar conciencia de que la muerte es imprescindible para que haya vida y que los tiempos de enfermedad son consubstanciales a los tiempos de salud. Solo seremos capaces de saber quienes verdaderamente somos si tenemos el valor de mirar a la cara nuestra vida y nuestra muerte, nuestra salud y nuestra enfermedad, intuyendo que de alguna manera somos mucho más que eso.



jueves, 30 de mayo de 2013

¿Es posible una salud postmaterialista?




Jordi Pigem escribía hace cuatro años un libro que trataba de perfilar una salida a la crisis en un escenario postmaterialista. En él desarrolla la importancia de la fusión de disciplinas como la psicología y la ecología así como el cambio progresivo de paradigmas de valores que nos ofrezcan respuestas más adaptativas a nuestra relación con el mundo.

En salud también hemos explotado al máximo el paradigma materialista, con sistemas sanitarios hipertecnificados que transforman la salud en un bien de consumo. ¿Podremos volver a rescatar la salud como equilibrio activo con el medio, como capacidad de adaptación al entorno, como camino de desarrollo personal, social y ecológico? No hay que irse muy lejos, pese al peso del pensamiento único que ha auspiciado la globalización, muchas culturas siguen custodiando este tipo de valores. La coyuntura de decrecimiento (material) tal vez sea una oportunidad de buscar un crecimiento en desarrollo humano, relaciones más sostenibles con la naturaleza, respeto a los animales, justicia y compasión con otros seres humanos...

¿Es posible estar sano si mi entorno natural no lo está? ¿si no lo están mis vecinos?

Un cambio de perspectiva algo más alejado de nuestro ombligo seguramente nos permita ver caminos mejores.






miércoles, 17 de abril de 2013

La desigualdad como problema de salud pública





No decimos nada nuevo con el título de este post. Tu código postal determina más tu salud que tu código genético. Tu cuenta bancaria también. A nivel social la desigualdad condiciona enfermedad. Rafa Cofiño lo cuenta estupendamente en el editorial de la Revista Atención Primaria de este mes. Yo lo veo en consulta todos los días. La situación de decrecimiento brusco nos pone contra las cuerdas estirando al máximo todas nuestras capacidades de adaptación y nuestra red social. Muchos no aguantan la presión y se rompen. A la consulta llegan los jirones, los restos del naufragio, las angustias y los insomnios. Tratamos de apuntalar, de rescatar la fuerza que se esconde en los fragmentos rotos, la llama que los rescoldos guardan.

Hoy, como ha sido siempre, la mejor arma que el ser humano pude esgrimir contra la desigualdad, la injusticia, la soledad y los demás jinetes del Apocalipsis que nos rodea sigue siendo la conciencia.





Vía el blog alternativo

viernes, 22 de marzo de 2013

Sesha: Un enfoque consciente de la enfermedad.




Hace unos meses tuve el gran privilegio de pasar una mañana hablando con Sesha, escritor, filósofo y pedagogo induista. Su formación como ingeniero me facilitó la comunicación, pero fue su nivel de atención lo que hizo que hablar con él resultara de una facilidad pasmosa. Hay personas que tienen presencia, que emanan presencia. Notas que están totalmente presentes, pero sin esfuerzo, de una manera natural que invita a los que están delante a unirse a ese momento.

Si están interesados en la tradición Vedanta Advaita o sencillamente en la importancia de vivir una vida consciente pueden visitar su página o leer sus libros, muchos de ellos gratuitos. 

Mantuvimos una larga conversación que recaló en el tema de la enfermedad. Una de mis prioridades vitales es acompañar de la mejor forma posible a personas en tiempo de enfermar. Eso me animó a mantener esta conversación. Tengo la profunda intuición de que aportar conciencia cuando atravesamos tiempos de enfermedad puede ayudar profundamente. De alguna forma todos sabemos que hay cosas que no curan las pastillas.

Sesha entiende que la enfermedad es un proceso que se da con el tiempo, que tiene muchos componentes y orígenes. Tomar conciencia de ambas cosas es una gran ayuda para sanar. Empezar a tomar decisiones, dejar de mentirnos y vivir sin tensión ni conflicto son caminos a seguir. Comprendernos, aceptarnos y ser veraces con nosotros mismos nos permitirá ser correctos en lo que sentimos, paso fundamental para vivir en armonía.
Aportar conciencia, tomar decisiones y asumir nuestra vida y nuestro rol son la forma adecuada de vencer los bloqueos en los que podemos quedar atrapados.






Este post inicia una serie en la que compartiremos las sugerencias surgidas de esta entrevista.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El laberinto de la cronicidad







Hay poderosos intereses para que cada vez estemos más enfermos. La enfermedad genera pingües beneficios, como todas las plagas.

Hay varias formas de que haya más enfermedad:

1. Aumentar las clasificaciones diagnósticas
2. Desdibujar la línea que separa lo que es enfermedad de lo que no lo es
3. Inventar enfermedades
4. Cronificar procesos


Cada una de estas posibilidades tiene a miles de personas trabajando detrás. Hay mucho dinero en juego y mucha salud... que convertir en enfermedad.

Recuerdan aquellos hombres grises de la fávula Momo de Michael Ende... pues existen.


No haremos un panegírico confabulatorio, tan solo analizaremos una idea: cronicidad.

Si las enfermedades son más largas, su tratamiento será más costoso, se podrá hacer más dinero con ellas (más años de vida con enfermedad).

Imaginen: pruebas diagnósticas sucesivas, revisiones, nuevos tratamientos. Mientras más incurable sea el proceso mejor. Se podrán inventar nuevos enfoques, maquillar tratamientos previos, ofrecer exóticas propuestas en países avanzados...

El problema es quién paga esto. Parece que en las arcas públicas no queda plata. Han imaginado bien, saldrá del bolsillo de los de siempre.

Para dejar de hacer la casa por el tejado habrá que regresar al fundamento, a la definción de salud. Llevamos muchos años usando la de la Organización Mundial de la Salud: "salud como bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad". El problema es que esta definición convierte en enfermos a muchos. La mayoría del planeta tiene escaso bienestar. Unos porque pasan hambre, otros porque están obesos... Una definición de salud que crea más enfermos que sanos parece que debiera ser revisada. Lo ha sido. En el año 2008 Alex Jadad se planteó redefinir la salud abriendo un debate multinivel y multiprofesional. La conclusión fue:  
salud como "capacidad de adaptación y autogestión ante los desafíos físicos, mentales y sociales"

Como ven esta definción es más real, más ajustada.

La reflexión siguiente sería cómo proveer los mejores y más eficientes servicios para mantener la salud. La definición antigua se basaba en un paradigma médico biologicista y hospitalocentrista. Se crearon muchos hospitales con excelentes profesionales que eran el centro de los sistemas sanitarios, enormes concentraciones de tecnología y talento, enfocados al bien del paciente. Un modelo carísimo.

¿Hay alternativas? parece que sí. Desde la conferencia de Alma Ata en 1978 muchos vieron que crear una red de centros de salud con profesionales bien formados podría ser más efectivo, al poder ofrecer servicios de calidad a mayor número de ciudadanos a un coste más asumible. Este modelo es bio-psico-social, amplía la visión que tiene del paciente incluyendo su dimensión familiar y comunitaria. Pareciera que esta opción está más cerca de la nueva definición de salud.

¿Dónde estamos ahora?

El escenario actual nos muestra un sistema sanitario con el músculo hospitalario hipertrofiado, un déficit presupuestario crónico y una atención primaria anémica y con poca fuerza. Lo contrario a lo que los sabios dijeron. Algo que no será fácilmente sostenible.

¿Qué plantean nuestros dirigentes políticos como líneas de futuro?

Diréctamente privatizar la gestión del sistema público. Cómo hay que reducir presupuestos declinan su obligación de buscar alternativas y prefieren "externalizar la gestión" a empresas privadas que añadirán su correspondiente beneficio a la factura de gastos de cada paciente. ¿Quién pagará esa diferencia? lo han vuelto a adivinar, lo harán ustedes mismos. Por otro lado los centros de salud que están cada vez más saturados no se verán reforzados, todo lo contrario, disminuirán su personal y sus servicios. Más sangría, más anemia, menos fuerza y resolubilidad.

Y seguimos abriendo y proyectando hospitales a cambio de votos y beneficios a corto plazo... ya los pagarán otros...


Si a esta ecuación le añaden el envejecimiento de la población y la situación de decrecimiento económico llegamos a la conclusión de que no nos salen las cuentas como dicen los ancianos del vídeo. No nos sale la economía.





¿Qué se habrá hecho con todo el dineral dedicado a sueldos de cargos directivos, técnicos y políticos en las 17 administraciones sanitarias de este País dado que no se han pensado opciones mejores, y no se han seguido las recomendaciones de los expertos...?
Parece que no encontramos una respuesta fácil. En Madrid nos están enseñando que ni siquiera saben el significado de las palabras: escucha, consenso, inteligencia colectiva o calidad EFQM. Muy potentes habrán de ser los intereses que obligan a los actuales políticos a mantener los compromisos con los grupos empresariales con los que han firmado y no con la sociedad y los electores que les han votado. Lamentablemente no habían contado con un factor. Nos hemos dado cuenta. Y es que el mundo sanitario, aunque gusta de organizarse como un gallinero, no es una nave de pollos, y muchas de las mejores cabezas del país están aquí metidas. Aquel que se dedica a meter pajas en un panal ha de saber que acabará escocido.